Iniciada la recolección de la cosecha en media España y con estos agricultores vendiendo sus granos a los operadores de turno en la mayor parte de los casos, como dicen en mi pueblo “a como esté”, o sea, a como diga que está el almacenista, el cereal ha vuelto a ser protagonista por haber pasado en solo unos meses de una situación de desesperación en el campo por la sequía y las siembras en medio nubes de polvo, a estar tocando el techo de la cosecha récord por el buen desarrollo de las lluvias en el primer semestre del año.
Metidos en campaña, el cereal, por el volumen de la superficie ocupada así como por el número de agricultores afectados, activos y pasivos, constituye una actividad clave para las rentas del campo, en una parte por su valor en los mercados, complementada de forma muy importante por las ayudas PAC a casi 300.000 solicitantes. Sin embargo a pesar de esa importancia, nos hallamos ante una actividad donde desde diferentes perspectivas tiene más agujeros que una criba.
Con el sector como protagonista, destaca su insuficiente incorporación a la actividad asociativa con el objetivo de organizar su oferta y con ello defender los precios durante toda la campaña con una clara tendencia a su comercialización a través de los operadores locales, comarcales o regionales, cuyo papel es igualmente importante para dar salida a la producción. Y, no deja de sorprender que agricultores que han dado pasos muy importantes para lograr un cultivo más eficiente desde el uso de semillas a las técnicas de laboreo, uso de fitosanitarios o abonos para lograr la máxima rentabilidad, no hayan dado los mismos a la hora de organizar su comercialización dejando ahí parte de su rentabilidad.
AN, con su implantación ya en varias comunidades autónomas a partir de Navarra inicialmente es una de los fenómenos asociativos más importantes en materia de organización en el sector cerealista en media España.
Sorprende que en el mercado cerealista no haya una generalización de los contratos de compraventa, sino todo lo contrario, entre agricultores y operadores donde se contemplaran algunas referencias sobre precios como recoge la actual normativa sobre la cadena alimentaria. Por el contrario, dominan las costumbres de cada zona, la entrega de los granos desde la era o desde la tierra, sin precio. La única cosa clara es que el productor va a cobrar a “como esté” en el momento de pago y en otros casos, a “como estaba” en el momento de la entrega del cereal, que cada zona y cada operador tiene su librillo. Son relaciones que merecen un tratado de dislates, porque el precio de a “como esté” o a “como estaba”, a falta de un contrato, lo suele decir solamente el comprador.
Finalmente el cereal, como otras producciones agrarias, tiene otro agujero en Atocha, en la parte que toca a los servicios de estadística, que no en el de los servicios de cultivos. A la fecha de esta primera quincena de julio, las estimaciones oficiales de cosecha de cereales de invierno, además como novedad, hablan de 16,5 millones de toneladas con datos de abril, cifras muy alejadas de los datos manejados por todo el sector, producción y operadores. Las previsiones de cosecha son un dato importante para el comportamiento de los mercados aunque cada operador ya sabe perfectamente las suyas. Pero los datos oficiales deberían estar en tiempo más ajustados a la realidad y como un apoyo al sector. Tienen técnicos para ello. En el año pasado ya se constituyó además una comisión para operar en esa dirección con expertos de todo el sector. Y, sería un paso que en la página de cereales, como en otras producciones, se manejaran igualmente datos, informaciones, no recomendaciones, sobre producciones y precios en todos los mercados en función de los acontecimientos internacionales que ayudaran a decidir en los mercados.
En la etapa anterior se iban a dar avances en la materia. Los hubo. Pero es necesario que la estadística no sea solo para ver el pasado, sino para trabajar el futuro.