El ministro de Agricultura Luis Planas se estrenó en la Comisión de Agricultura del Congreso de los Diputados para exponer las grandes líneas de su política al frente del departamento de Atocha, donde, junto a la PAC como estrella, plantea globalmente sus líneas de actuación para la legislatura basadas en lograr una actividad rentable en base a medidas como una vertebración sectorial, la mejora de la cadena alimentaria, la integración asociativa, la mejora en la sanidad, la sostenibilidad y el cambio climático, el relevo generacional con la incorporación de los jóvenes, la investigación y la innovación con esos 10.000 millones que pone para toda la UE Bruselas, la equiparación de la mujer en la actividad agraria, la digitalización en el campo, el uso eficiente del agua… Cuestiones que nos suenan por lo que supone de continuidad sobre los papeles y acciones de la ministra anterior y de un equipo que sigue en su mayor parte.
Desde la oposición, casi lo mismo. Se cantaron casi todas las referencias a las cuestiones que pueden interesar hoy en política agraria. PAC, reparto de fondos, incorporación de jóvenes, despoblamiento, cadena, seguros, I+D, sostenibilidad rentabilidad, reordenación de sectores, sanidad, comercio, aceitunas, digitalización, igualdad entre hombres y mujeres en el campo, aunque quizás habría que comenzar por igualdad entre ciudadanos del medio rural y urbano. Nada nuevo en unas comparecencias que solo sirven para grandes declaraciones de intenciones y preguntas de libro para cubrir el expediente desde la oposición sin mirar su eficacia, cuando probablemente serían mucho más útiles comparecencias temáticas en aras de objetivos más concretos que se tradujeran en acciones. Un punto que nadie sacó relucir, seguro que por falta de tiempo para repasar cuestiones que preocupan en la política agraria, fue doble contrato que deben asumir los regantes con las eléctricas para pagar el término de potencia durante todo el año, aunque solo lo emplee unos meses.
Los populares tiraron de papeles para demostrar, no era necesario, como si fuera algo negativo, que las grandes líneas expuestas por el ministro tenían grandes coincidencias con las expuestas en su día con la noventa medidas de Miguel Arias Cañete y copiadas por Isabel García Tejerina probablemente más que como un crítica, simplemente para sacar pecho y decir que ahí ya estábamos nosotros. El ministro, en un ejercicio de elegancia con sus predecesores en el cargo, como ha hecho en las últimas semanas, reiteraba que hay cosas donde es preciso seguir trabajando en la línea ya iniciada, para comenzar manteniendo el equipo y hasta reconociendo que había cosas que la ministra no pudo llevar a cabo y que tampoco él, probablemente lo podría hacer. Pero volvieron donde solían. Acudir al pasado para hablar de la pobre herencia recibida y su gran legado. La verdad es que con los socialistas el sector agrario no tuvo en los últimos tiempos mucha fortuna.
Los nacionalistas vascos aprovechan cualquier resquicio, no para hablar de la política agraria, sino para pedir más competencias en el convencimiento de que lo pueden hacer mejor que la Administración central; los nacionalistas catalanes, a vueltas con las frutas de hueso y pidiendo un sitio para Unió de Pagesos; desde Podemos reclamando respuestas claras, el otro día imposibles, a cuestiones claves de la aplicación de la PAC que serán ejes de los próximos debates. Desde la bancada de los socialistas, un desierto de ideas. Uno añora los tiempos de Alejandro Alonso, donde se criticaba a la oposición con argumentos y se defendía al compañero en el gobierno con elegancia, sin que el compareciente, recién llegado y sin nada hecho, pudiera sentir rubor ajeno.
De su primera intervención ante la Comisión de Agricultura del Congreso de los Diputados, el nuevo ministro Luis Planas, salió elegantemente plano y seco. Como el tiempo. No se mojó. Podía haberlo hecho en una serie de cuestiones polémicas como en esa redistribución de los fondos de las ayudas PAC, en la política de los seguros, en el papel de los jubilados, en cómo se va a afrontar la dinamización del mundo rural para que un joven lo sienta atractivo, en lo que hará para tener otra cadena alimentaria sin abusos, en el seguro obligatorio para cobrar la PAC…
Peo no tocaba. Era solo tiempo de marcar líneas y tendencias. Y de prudencia ante cuestiones muy sensibles, los dineros, como para que un ministro adopte una decisión compleja que merece un debate y que tiene ya determinados organismos para hacerlo.