Ricardo Migueláñez. @Rmiguelanez
Como es conocido, el pasado 28 de diciembre de 2022, día de los Santos Inocentes, entró en vigor buena parte de la legislación del Real Decreto 1055/2022, de 27 de diciembre, de envases y residuos de envases, a propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), adelantándose a la aprobación de las reforma de la normativa comunitaria, aún en tramitación, y creando un fuerte malestar en prácticamente todos los eslabones de la cadena agroalimentaria, que habían pedido su prórroga o que, al menos, se acompasase con la entrada en vigor de la revisión de la Directiva UE, que pasará a ser un reglamento comunitario.
Este malestar venía dado por muchos aspectos controvertidos en materia de prevención, valorización, reciclado y tratamiento de residuos de envases y por las obligaciones y responsabilidades de los productores en este ámbito, que les está suponiendo ya un coste económico y administrativo añadido importante. Sobre todo en todo lo que se refiere a la gestión del impuesto sobre el uso de plástico no reutilizable como envase, generador en la actualidad de mucha controversia.
Como en otros muchos temas que tienen que ver con el medioambiente, el Gobierno español ha querido ser “más papista que el Papá”. El Miteco defendió esta aprobación normativa, justificándola con que el sector ya conocía desde hace más de un año por dónde iban a ir los tiros en esta materia y que, por tanto, lo aprobado, sí o sí y al margen de lo que finalmente hiciera la UE, entraría en vigor a principios de este año.
Todo un éxito, porque ya se ha recaudado con este gravamen, según la Agencia Tributaria, unos cuantos cientos de millones de euros (más de 200 millones hasta mayo), que irán a compensar (efecto redistributivo) parte de otras rebajas presupuestarias o fiscales, u otras ayudas estatales para paliar el coste de fenómenos adversos como la sequía, DANAs, consecuencias derivadas de la guerra en Ucrania, rebaja del IVA de los alimentos, etc.
Pero en este artículo no vamos a referirnos al impuesto sobre el plástico no reutilizable que, al final solo se trata de una traslación de costes que termina pagando el consumidor cuando hace la compra, sino a un aspecto más puntual: el envasado de las frutas y hortalizas frescas, que prohíbe la comercialización minorista de usar en estos productos envases de plástico para confecciones de menos de 1,5 kilos. Algo que planteaba también la propuesta de revisión de la normativa comunitaria.
Entrando en contexto, en el articulo 7 (medidas de prevención) punto 4 del RD 1055/2022, se señala que “los comercios minoritas de alimentación adoptarán las medidas necesarias para a) presentar a granel aquellas frutas y verduras frescas que se comercialicen enteras. Esta obligación no se aplica a las frutas y hortalizas envasadas en lotes de 1,5 kilogramos o más, ni a las frutas y hortalizas que se envases bajo una variedad protegida o registrada o cuenten con una indicación de calidad diferenciada o de agricultura ecológica, así como a las frutas y hortalizas que presentan un riesgo de deterioro o merma cuando se venden a granel, las cuales se determinarán por orden del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en coordinación con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, en el plazo de seis meses desde la entrada en vigor de este real decreto. Una vez publicada la lista anterior, los comercios dispondrán de un plazo de seis meses para su adaptación en el caso de las frutas y hortalizas no exceptuadas.”
Pues bien, algo ha debido pasar, porque ya se cumplió de sobra el plazo previsto de seis meses y la lista de las frutas y hortalizas exceptuadas y no obligadas no ha sido aún determinada por el MAPA, en coordinación con el Miteco y la AESAN. Aunque han salido a los medios que algunos pequeños frutos estarían exceptuados de esa obligación, como parece lógico, el listado no ha conocido la luz, quizás por falta de entendimiento o de coordinación, lo que no es de extrañar, entre las instituciones concernidas.
Demora
No hace mucho, una organización de consumidores se lo recordaba al Gobierno (en concreto, al Miteco), al que urgía precisamente a publicar las frutas y hortalizas que sí se podrán vender envasadas en plástico, instándole a que no demore más la publicación del listado de las producciones hortofrutícolas que estarán exentas de la prohibición de venderse en envases de plástico si no superan los 1,5 kilos, dado que el plazo propuesto en el RD 1055/2022 había vencido ya en junio pasado.
Esta organización indicaba que se trata de una excepción a la norma, que prohíbe la comercialización en recipientes plásticos de buena parte de las frutas y hortalizas, cuya finalidad es cumplir con el compromiso adquirido con la Unión Europea y los objetivos de la Agenda 2030 de la reducción del uso de plástico como herramienta para combatir el deterioro medioambiental.
En la propuesta legislativa de la Comisión Europea sobre este asunto se planteaba la prohibición de los envases de un solo uso de menos de 1,5 kilos de frutas y hortalizas frescas, a menos que exista una necesidad demostrada de evitar la pérdida de agua o de turgencia, los riesgos microbiológicos o los golpes físicos. Ya hemos dicho que dicha propuesta está aún en fase de tramitación, siendo bastante dudoso que pueda aprobarse en lo que queda de legislatura comunitaria, antes de las elecciones europeas de junio de 2024 y antes de que se conforme el nuevo equipo del colegio de comisarios.
Es decir, ya proponía una serie de excepciones que el RD español apenas contempla o lo hace de forma insuficiente, por lo que es incluso más restrictivo. Las organizaciones del sector hortofrutícola comunitario (productores, cooperativas, exportadores…) consideraron ya en su día que la propuesta de prohibición en este ámbito es desproporciona en lo que respecta a la utilización de los materiales y al análisis del ciclo de vida que demuestre la sostenibilidad del envase.
Además, añadían, no tiene en cuenta la diversidad de productos del sector hortofrutícola, como tampoco la ausencia de alternativas viables a las restricciones, lo que provocará una reducción considerable de la protección y del periodo de conservación de las frutas y hortalizas frescas, así como una degradación de su higiene, de su calidad organoléptica y de su trazabilidad.
Más concreta y clara fue la reacción entonces de Cooperativas Agro-alimentarias de España, cuando planteó, como alternativa y en respuesta al proyecto de RD del Miteco, que “la reducción para frutas y hortalizas frescas se base en metas de reducción del uso de envases (realistas y avalados por criterios técnicos objetivos, y fijando plazos de aplicación asumibles) y de mejora de su gestión, recogida y reciclado, y no en la prohibición radical y arbitraria de determinados materiales o formatos.”
Además, señalaba que (el RD) “es inoportuno y discordante con el marco comunitario, y que distorsionará el correcto funcionamiento del mercado interior, empeorará las condiciones de competencia de los productores españoles en los mercados exteriores y generará una complicación adicional a sus ya muy tensionadas centrales hortofrutícolas, que se enfrentan a una grave escalada de los precios de los inputs.”
Diferenciación y trazabilidad
Como también expuso la patronal empresarial de asociaciones de productores y exportadores de frutas y hortalizas (FEPEX) en su día, Cooperativas criticó que “la prohibición del envasado de estos productos perjudicará las posibilidades de su diferenciación y valorización en el mercado, y de informar correctamente al consumidor, garantizando su trazabilidad.
Además, añadía que, con tal prohibición normativa, “se estaría ignorando que el “packaging” de las frutas y hortalizas cumple con una función innegable para facilitar y promover el consumo saludable, para optimizar la conservación y las garantías de seguridad alimentaria de los productos que se exponen en el comercio minorista o para luchar contra el desperdicio alimentario.”
En el momento actual no puede acusarse al sector hortofrutícola español de no haber hecho nada en el ámbito del medio ambiente para prevenir la contaminación de los plásticos, porque “desde hace años ha demostrado su compromiso con el uso sostenible de envases, invirtiendo y orientando sus estrategias comerciales hacia la eliminación de los recipientes y envoltorios superfluos, la reducción de éstos y la elección de materiales reciclables, asumiendo todos los consiguientes costes adicionales”, señaló Cooperativas.
En esta tesitura, habría que empezar a pensar (ya desde hace tiempo) por qué, con la excusa del uso, no uso o exceso de uso de plástico se quiere seguir penalizando al sector hortofrutícola español y comunitario. Ya no basta con la imposición de reducciones o prohibiciones no realistas y sin alternativas viables por el uso de fitosanitarios o de fertilizantes que las producciones de países terceros no cumplen (o lo hacen de forma muy deficiente) cuando entran en posición muy competitiva por precio en el mercado de la UE. Ahora se trata de imponer otra prohibición por el uso de plástico como envase, a pesar de que cumple con unas funciones que son innegables.
Al final, volvemos a lo mismo. ¿Es malo el plástico “per se” como material de envase para el medio ambiente? No, creemos que “per se” el plástico no es malo ni bueno, porque el verdadero problema es de concienciación y de civismo, y de lo que sucede con el plástico cuando se transforma en residuo y se abandona en el medio ambiente. El problema está, por tanto, en lo que hacemos las personas y que no deberíamos hacer y en lo que hacen las Administraciones públicas, como gestoras de estos residuos, para evitarlo y no hacen. No hacen, pero creen que con imponer por ley prohibiciones, multas o penalizaciones, o gravámenes para recaudar un impuesto que luego destinan a otras cosas, están contribuyendo a solucionar todo el problema. Y no.
Está muy bien que la UE trate de predicar con el ejemplo de intentar reducir la contaminación de los plásticos en el medio ambiente, que es real, ante el resto del Planeta. Pero lo que no puede ser de recibo es que esa loable intención tenga como contrapartida que un sector como el de frutas y hortalizas europeo, siga perdiendo influencia y competitividad en los mercados (incluido el propio comunitario). Y, en el caso que abordamos, se pierda respecto a las producciones de países terceros, que ni se plantean este tipo de cuestiones y que cada vez están absorbiendo más cuota de participación comercial en detrimento de las producciones comunitarias.