La pesca con artes de arrastre es una de las más extendidas por todo el mundo, tanto a nivel internacional como en el caladero nacional. Aproximadamente, un 40% de las capturas mundiales se realizan mediante arrastre de fondo u otras artes que entran en contacto con el fondo oceánico.
El arte consiste básicamente en un gran saco de malla con forma de embudo, dividido en dos mitades. El tamaño de la malla va decreciendo desde la boca de la red hasta el copo, que es por donde se cierra el embudo para acumular las capturas. De cada una de las alas de la red salen unos cables y unas “puertas” o divergentes, que mantienen la boca de la red abierta mientras es remolcada por el barco pesquero.
Los fondos donde trabajan las flotas de arrastre suponen una porción relativamente pequeña del océano. En general, son áreas seleccionadas, que han sido altamente productivas durante décadas y que lo seguirán siendo si se controla adecuadamente el esfuerzo pesquero que se realiza sobre las mismas.
Se trata mayoritariamente de labores repetitivas sobre fondos generalmente de limo, arena o gravilla ya colonizados y con muy reducido valor ecológico a proteger, que podrían ser el equivalente a las tierras dedicadas a las labores agrícolas en superficie, para las que a nadie se le ocurriría exigir que vuelvan a su estado original.
La pesca de arrastre está regulada en España, en la UE e internacionalmente (a través de las Organizaciones Regionales de Pesca (ORP). Son muchas las medidas adoptadas para minimizar el impacto del mismo. Entre otras medidas, podemos encontrar la congelación de la huella del arrastre, el establecimiento de reglas de movimiento que obligan a los buques a desplazarse de aquellas zonas donde identifican áreas coralinas o vulnerables, el establecimiento de zonas prohibidas para el arrastre por existir ecosistemas marinos vulnerables y medidas de gestión que abarcan desde el establecimiento de TAC y cuotas, limitación de tiempos y periodos de pesca, censos, control del esfuerzo pesquero y múltiples medidas técnicas, como el tamaño de las mallas y del propio arte.
La pesca de arrastre en España es muy importante. Actualmente tenemos unos 1.000 buques de pesca de arrastre, con 7.491 tripulantes. En el caladero nacional (Cantábrico Noroeste, Golfo de Cádiz, Mediterráneo y Canarias) faenan 5.056 tripulantes en 853 buques; en las aguas de la UE no españolas, 666 tripulantes en 58 buques; y, por último, en Terceros Países trabajan 1.769 tripulantes en 89 arrastreros. Es decir, la pesca de arrastre ocupa alrededor del 21 % de los tripulantes de la flota española, captura más de 300.000 Tm de las 1.015.000 Tm que se pescan con todos los artes y tienen un valor en primera venta de 900 millones de euros.
Las especies objetivo son múltiples y variadas: puntillita, chipirón, calamar, sepia, choco, pulpo, acedia, salmonete, raya, solla, merluza, gallo, rape, rodaballo, lenguado, congrio, bacaladilla, fletán negro, mendo, rosada, bacalao, gamba, gamba roja, cigala, langostino, alistado, carabinero y un largo etcétera. Algunas de ellas solo pueden pescarse con este arte, como la gamba, el carabinero, la cigala o el fletán negro.
Como siempre decimos, el arrastre, como el resto de los artes de pesca, no es ni bueno ni malo, es sostenible en la medida en que se regula cómo, dónde y cuándo se usa en función de criterios científicos fundados.
Por tanto, no hay que hacer caso a las peticiones de algunas ONG y de algunos países de prohibir el arrastre. Lo que hay que hacer es lo que ha hecho España: encargar a los científicos del Instituto Español de Oceanografía y del CSIC que cartografíen los fondos marinos donde pescamos para detectar los ecosistemas marinos vulnerables, prohibir las zonas donde se detecten y adoptar las medidas de gestión más apropiadas para cada zona de pesca. España lo ha hecho y ha sido ejemplar en todo el mundo. Se han cerrado a la pesca de arrastre miles de kilómetros cuadrados y donde pescamos podemos tener la tranquilidad y garantía de que no hay ecosistemas marinos vulnerables y de que el impacto es mínimo. De esta manera, podemos seguir suministrando alimento saludable a los consumidores españoles y del mundo, que tanta pescado necesitan.