El comienzo del otoño coincide con uno de los espectáculos más increíbles que nos regala la naturaleza. Los ciervos machos acentúan su vulnerabilidad mostrándose, muchos de ellos por primera vez en todo el año fuera de sus encames y hábitat naturales, “descubriéndose” en pastizales, rastrojeras y otros lugares desprovistos de vegetación, donde las hembras pastan en busca de alimento. Sus espectaculares sonidos guturales (bramidos), pretenden intimidar a sus competidores e impresionar al harén de ciervas que cada uno de ellos intenta forjarse. La edad, su condición corporal y, especialmente, el tamaño y forma de la cuerna influirán sobre el éxito o fracaso en su tarea de lucha y cortejo, llegando a perder hasta un 20% de su peso corporal. Es la berrea.
La época de berrea es aprovechada por los cazadores en un doble sentido. Por un lado, se intentan abatir esos grandes machos que solo se ven en esta época del año, descuidando estos su defensa, deambulando tras la llamada hormonal. Los machos que han llegado a la plenitud de su madurez, que irán en declive, son los seleccionados para dejar paso a otras generaciones que genéticamente mejoren la población.
Por otro, muchos cotos cercados con densidades más altas, aprovechan estos días para hacer lo que los gestores denominamos 'caza selectiva'. Para que haya un equilibrio en una población de ciervos, la proporción machos-hembras debe estar lo más cercana a 1:1. Por ello, para seleccionar los mejores ejemplares genéticamente, se utilizan determinados criterios tanto para machos como hembras, en el primer caso teniendo en cuenta la calidad de la cuerna, y en el segundo la madurez sexual o el retraso en los partos respecto al resto de la población, además de eliminar las poblaciones con algún signo de enfermedad.
Los cazadores y el sector cinegético no hemos sido capaces de transmitir a la sociedad urbana la importancia de la caza para la conservación del medio natural y para el desarrollo rural de la mayoría de municipios de este país. El control de poblaciones cinegéticas en el medio natural sólo puede ser ejercido por el cazador. Además, el incremento exponencial de las poblaciones de caza mayor en los últimos diez años en España, hace que la caza se convierta en un elemento fundamental para evitar los daños a la agricultura, accidentes de tráfico o la afección a los hábitat naturales. ¿Que qué tiene que ver con la berrea? Sencillo, la berrea es, de todas las actividades cinegéticas, una de las pocas que podemos exportar y utilizar para transmitir las bonanzas de este sector a personas que no comparten nuestra afición.
Los cazadores, pero especialmente los gestores cinegéticos y los titulares de cotos privados de caza, debemos empezar a abrir nuestro campo de visión, tomando la berrea no solo como una oportunidad para abatir ese gran macho, sino para mostrar a la sociedad urbana uno de los mayores espectáculos de la naturaleza, sociedad influida por grupos animalistas y medios de comunicación cuyo pie más cercano de nuestra realidad rural no está más allá del Paseo de la Castellana.
Como amante de la naturaleza, muy por encima de mi condición de cazador, creo haber recorrido una buena parte de los elementos turísticos que el medio natural nos puede ofrecer en este país. La floración de los cerezos en el Valle del Jerte, el inicio del otoño en el Hayedo de Tejera Negra, las migraciones en Doñana… Cada región, cada provincia e incluso cada comarca de un país tan rico ambientalmente expone todo aquello que pueda enriquecer un turismo rural y de naturaleza de alta calidad en España. Sin embargo la berrea, insisto, el mayor espectáculo que ofrece el monte mediterráneo, solo es aprovechada por unos pocos centenares de turistas que visitan el Parque Nacional de Cabañeros cada año, lugar sin duda recomendable, pero con una clara limitación de capacidad de acogida.
Cualquier rincón de los Montes de Toledo, el propio Cabañeros o Alcudia y Sierra Madrona en Castilla La Mancha, el Monfragüe extremeño, los Alcornocales de Andalucía, la Sierra de la Demanda entre los límites de Castilla y León y la Rioja o la reseva de Saja-Nansa cántabra, todos ellos son una oportunidad única que debe ser aprovechada por cualquier amante del campo y la naturaleza. Son solo 2-3 semanas las que tendremos al inicio del otoño cada año. Disfrútenlo.