La innovación es un concepto básico en cualquier ámbito de actividad. La Unión Europea es consciente de ello, y con la intención de habilitar un nuevo enfoque a la investigación y la innovación los Estados miembros, puso en marcha las ‘European Innovation Partnerships’ (EIP), plataformas que buscan intensificar los esfuerzos en I+D+i en diversos sectores, al tiempo que coordinan las inversiones y prevén normas y regulaciones necesarias.
Una de las más activas es la EIP ‘Agricultura Productiva y Sostenible’, más conocida como EIP-AGRI, cuyo objetivo es “estimular la innovación y contribuir a la competitividad de la agricultura europea”. Para ello, todos los implicados trabajan para fomentar la agricultura competitiva y sostenible y la silvicultura buscando "obtener más y mejor con menos”. Esta concepción contribuye a garantizar un suministro estable de alimentos y piensos, desarrollando su labor en armonía con los recursos naturales esenciales de los que depende la agricultura.
En este sentido, y en lo que a ganadería se refiere, uno de los elementos cruciales en la persecución de la sostenibilidad a largo plazo es la bioseguridad. Este concepto hace referencia a la combinación de medidas tanto físicas o materiales como de gestión diseñadas para reducir la introducción, el desarrollo y la propagación de enfermedades en un recinto ocupado por animales.
Así, cualquier avance en materia de bioseguridad supone la salvaguarda y la puesta en valor de la sanidad animal, que a su vez se traducen en un mayor rendimiento productivo, una menor dependencia de medicamentos y mejores precios para los productos.
En la actualidad, cualquier programa de sanidad animal se desarrolla a partir de medidas de bioseguridad, basadas todas ellas en los principios de evitación del contacto directo e indirecto entre grupos de animales y de la reducción de la presión infectiva general.
‘Biosecurity at farm level’ Workshop
Bajo estas premisas se desarrolló el taller ‘Bioseguridad a nivel de granja: Desafíos para la innovación’ organizado por la EIP-AGRI el pasado mes de enero en Bruselas con la intención de contribuir a la innovación en materia de bioseguridad en explotaciones agrícolas. Durante este encuentro se identificaron elementos clave de las medidas de rutina en bioseguridad y se programaron acciones para estimular el intercambio de conocimientos, demostración, experimentación, difusión y definición de las necesidades de investigación y cooperación. Veterinarios, científicos, ganaderos, personal de la Administración… El taller reunió a un buen número de actores del sector.
Según el grupo de trabajo, existen dos niveles de bioseguridad: externa e interna. La bioseguridad externa incluye medidas relacionadas con la compra segura de animales y esperma para evitar la introducción de enfermedades; evitar el contacto entre animales de diferente granjas; la colocación adecuada de animales y materiales para evitar la introducción de enfermedades a través de personas o vehículos de transporte; la gestión correcta de los animales muertos; el suministro a los animales de alimentos buenos y seguros para evitar la introducción de enfermedades; controles de entrada a los visitantes de explotaciones ganaderas para asegurarse de que utilizan la vestimenta profiláctica adecuada; y el control de insectos y aves que puedan entrar en contacto con los rebaños.
Por su parte, disposiciones relacionadas con la bioseguridad interna pueden ser: la correcta separación y gestión de animales enfermos para evitar que infecten a otros sanos; la separación clara de animales de grupos de edad distintos para que los más viejos no infecten a los jóvenes; la clara compartimentación entre los distintos grupos animales y el uso de líneas de trabajo estrictas; asegurarse de que las mascotas no entren en los establos para evitar que introduzcan patógenos; usar materiales limpios, desinfectados y correctamente almacenados; usar medicinas adecuadamente almacenadas y agujas estériles; y realizar frecuentes limpiezas y desinfecciones de los establos y los equipamientos usados.
Identificación de necesidades
Las conclusiones extraídas por la EIP-AGRI tras la celebración del taller parten de la certeza de que la aplicación de medidas de bioseguridad es muy diferente según el país y el sector animal que se tome como referencia. El avícola parece ser el más ‘preocupado’ por establecer preceptos en este sentido, seguido por el porcino y el vacuno. “Existe la creencia general de que la falta de aplicación de las medidas se debe principalmente a la falta de información y/o motivación entre los agricultores. Se concluyó que estas carencias deben dirigirse a mejorar la bioseguridad”, destaca el informe. La EIP-AGRI anima a la celebración de iniciativas colectivas de ganaderos y que sirvan de estímulo para la implicación de otros.
En último término, se identificaron varias “lagunas de conocimiento”. Según el informe, estas están vinculadas principalmente a la necesidad de una evaluación cuantitativa de la eficacia y el valor económico de las diferentes medidas de bioseguridad. Para los participantes en el taller, esta información tendría una importancia crucial en la motivación de todos los actores involucrados en la mejor aplicación de medidas de bioseguridad.