La fasciolosis es una enfermedad parasitaria emergente que afecta a unos 17 millones de personas en todo el mundo, principalmente Asia y Latinoamérica, y que provoca importantes pérdidas económicas en animales de producción, sobre todo ganado ovino y vacuno. La OMS incluye la incluye en el programa de control integral de las dolencias tropicales desatendidas.
La infección se produce por ingesta de vegetales crudos contaminados con metacercarias (forma infectante del parásito) que provienen de un pequeño caracol de agua dulce que actúa como vector (Galba truncatula). En humanos, la enfermedad se cursa en cuatro fases, que incluyen el período de incubación, una fase aguda, otra latente y una última obstructiva o crónica. Los síntomas más destacados tienen lugar durante la aguda, cuando los parásitos migran y se alimentan del tejido hepático, y en la crónica debido a las alteraciones y obstrucciones que producen los parásitos adultos en las vías biliares.
Para intentar frenar el avance de esta dolencia, investigadores del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y del Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (INGACAL), coordinados por los investigadores Florencio Martínez Ubeira y Mercedes Mezo Menéndez, respectivamente, acaban de perfeccionar su metodología diagnóstica. Empleando muestras fecales, el nuevo método consiste en un test ELISA amplificado, que combina anticuerpos monoclonales y policlonales y que detecta minúsculas cantidades de las enzimas digestivas (catepsinas) que liberan los parásitos en las vías biliares mientras se alimentan.
El trabajo, cuya primera firmante es Victoria Martínez-Sernández, de la USC, acaba de ser publicado en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases, una de las más importantes por su índice de impacto en el campo de la parasitología, y ha sido financiado en parte por proyectos concedidos por el Ministerio de Economía y Competitividad y la Xunta de Galicia.
Detección en fases tempranas
Aunque existen tratamientos antihelmínticos –con medicamentos que tratan la infección por vermes–, su uso incontrolado ha provocado la proliferación de cepas resistentes que ponen en tela de juicio su eficacia a corto y medio plazo. Los investigadores gallegos esperan que el nuevo método permita ahora un mejor control de la enfermedad ya que posibilita la detección de animales con parasitaciones bajas pero que siguen contaminando los pastos. Servirá también para valorar la eficacia de los tratamientos suministrados con el fin de impedir la dispersión de cepas resistentes.
Además, “su alta sensibilidad permite percibir el parásito en fases tempranas de la dolencia, con lo que se consigue mejorar de manera significativa los procedimientos que existen en la actualidad para su diagnóstico”, matiza Florencio Martínez.
Los componentes principales del test se producen y ensamblan en la USC, y posteriormente la empresa belga BIO X Diagnostics lo comercializa. Además de este test para detectar antígenos parasitarios en sus propias heces, los mismos investigadores han desarrollado otros métodos para la detección de anticuerpos en el suero de pacientes o en animales así como para el diagnóstico inmunológico de enfermedades causadas por otros helmintos como Trichinella o Anisakis.