El Ministerio de Hacienda adelantó al día 20 de julio el cierre del presupuesto de gasto y operaciones no presupuestarias de 2016, lo que significa que sólo se realizarán los gastos comprometidos con anterioridad y no se aprobarán gastos a mayores. Aquellos contratos, subvenciones o convenios no aprobados ya, quedarán pendientes para 2017.
Con este cierre de los presupuestos, el Ministerio de Hacienda pretende ahorrar 1.000 millones de euros que le ayuden a cumplir los objetivos de déficit y los compromisos adquiridos con Bruselas. La medida entró en vigor el pasado 8 de agosto, en pleno parón vacacional, unas fechas muy recurridas cuando se trata de aprobar medidas especialmente duras o impopulares.
Los ministerios han tenido solamente unas pocas semanas para prepararse para este cierre y salvar los gastos más importantes. Los ministerios de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y Economía y Competitividad han hecho sus deberes y han logrado salvar algunos de los gastos prioritarios, pero de nuevo la innovación seguro que no ha estado entre los afortunados.
Como suele ocurrir, entre estos gastos prioritarios no se cuenta la innovación, lo que supondrá una total sequía de financiación para muchos proyectos. Según estima la Federación Nacional de Agrupaciones Empresariales Innovadoras y Clusters, están en peligro más de 360 proyectos de innovación cooperativa empresarial que involucran a más de 2.600 empresas, muchas de ellas pymes, y 180 centros tecnológicos y universidades.
Ahora, la escasa financiación disponible se destinará a los proyectos que se consideren de mayor importancia, dejando de lado los considerados como proyectos menores. Pero ¿cómo se decide qué proyectos son menores? Lo que desde la Administración puede considerarse como menor, puede tener gran importancia en un campo determinado. Por este motivo, no debemos arriesgarnos a abandonar proyectos que pueden resultar en interesantes avances e innovaciones. Esto añadiría otro problema más a la falta de financiación: una mala distribución de los fondos, lo que dañaría aún más a nuestra ya maltrecha capacidad innovadora.
Además, se prevé que la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación sea uno de los organismos más afectados por el cierre presupuestario. Por ejemplo, entre los fondos paralizados se encuentra la creación de redes de excelencia de investigación y contrataciones en organismos como el CSIC.
Una vez más, los gastos a corto plazo y la falta de visión estratégica van a frenar el avance de la I+D en nuestro país, que no puede seguir permitiéndose más hachazos en sus recursos. Esta situación podría desbloquearse en el caso de que se formase un gobierno en los próximos meses, un asunto para el que tampoco es de esperar que se tenga en cuenta la innovación.
Y es que no estamos donde debemos estar, es necesario recordar todos los días a las instituciones que interioricen la importancia de la I+D en el sector de la alimentación. No valen las lamentaciones cuando ya no se puede hacer nada, así que es imprescindible defender el apoyo a la innovación como venimos haciendo desde Feeding The World y su Grupo de Innovación Sostenible.