La Comisión Estatal del Patrimonio Natural, que engloba a los departamentos de medio ambiente de las Comunidades Autónomas, ha decidido con el voto de calidad del Ministerio de Transición Ecológica que el lobo deje de ser especie cinegética. Lamentamos que determinadas CC.AA. que no tienen que lidiar con esta problemática hayan condicionado el futuro de grandes áreas rurales de Asturias, Castilla León, Cantabria y Galicia, que concentran el 98% de las lobos de España, gracias a sus políticas de gestión y conservación, pero que soportan diariamente en sus explotaciones y viviendas el insostenible incremento poblacional.
COAG rechaza rotundamente la actitud “arbitraria, antidemocrática” de la ministra Teresa Ribera, que con esta decisión expulsa a la ganadería extensiva de su milenario hábitat natural. Revela además una gran hipocresía, al defender por un lado un modelo de producción sostenible y políticas para revertir el despoblamiento de la España rural y por otro amenazar el desarrollo de la ganadería extensiva.
Resulta inaceptable que se tomen medidas de este calado sin escuchar las propuestas de los afectados para garantizar una convivencia sostenible entre la ganadería y las especies silvestres. COAG siempre ha defendido la coexistencia entre la actividad ganadera y las especies salvajes pero, el insostenible crecimiento poblacional de manadas de lobo, jabalíes, etc.. en los últimos años, evidencia la necesidad de medidas para controlar y ordenar la fauna.
Los lobos matan anualmente más de 15.000 cabezas de ganado en nuestro país. A las millonarias pérdidas económicas, se suman los graves efectos sanitarios y reproductivos en las cabañas ganaderas y el estrés de las habitantes que viven en estas áreas. La situación resulta tan preocupante que el propio Ministerio de Agricultura tuvo que lanzar una advertencia, el pasado mes de abril, para alertar a las Comunidades Autónomas de los riesgos que entraña no ejercer el preceptivo control de la fauna silvestre. La desidia en la gestión de tales controles facilita los festines que el lobo se pega con las cabezas de ganado y la consiguiente sangría económica para el ganadero. También, la propagación de enfermedades, que podrían derivar en zoonosis, o sea, ser transmitidas al ser humano, la producción de daños en las explotaciones agrícolas mediante los cada vez más frecuentes destrozos de cosechas, la creciente alarma en los pueblos porque los lobos se acercan cada vez más a las poblaciones, los daños en infraestructuras básicas y la generación de accidentes de tráfico.
A medio plazo, hablamos de un serio problema para la biodiversidad, al amenazar una práctica ganadera como el pastoreo, con especies autóctonas, para una gestión sostenible del territorio y el medio natural, (caldo de cultivo para la proliferación de incendios en época estival), y por extensión para el mantenimiento de la actividad agraria y la población en las zonas más desfavorecidas.
COAG llevará esta decisión ante las instancias políticas y judiciales competentes para impedir que acabe en ley y evitar así que el pastoreo y la ganadería extensiva se conviertan en una “actividad milenaria en peligro de extinción”.