La biodiversidad, un término que se refiere a todas y cada una de las especies que cohabitan con nosotros en el planeta, es la base de nuestra forma de vida. Y la alerta actual es que estamos perdiéndola a un ritmo cada vez más acelerado. Por ello, para evitar esta merma y cuidar la salud de nuestro planeta, existen medidas concretas que tratan de invertir la tendencia y proteger diferentes especies en peligro de extinción. Es el caso de proyectos como el LIFE Paludicola, que tiene como objetivo frenar el descenso de las poblaciones de carricerín cejudo (Acrocephalus paludicola), el ave paseriforme más amenazado de Europa. Una de sus claves es trabajar en la restauración del hábitat de paso en sus rutas migratorias, principalmente humedales, ya que es una especie que necesita un hábitat muy específico para sobrevivir. Y una de esas medidas estrellas para que su hábitat sea idóneo es gestionar la vegetación con técnicas como el pastoreo controlado, en este caso, de ovejas.
Gestionar la vegetación mediante herbívoros es una acción que, además, permite recuperar la gestión tradicional de este tipo de espacio y fomenta la biodiversidad. De hecho, es también beneficioso para la conservación de otras especies de aves palustres amenazadas, como el bigotudo (Panurus biarmicus), la buscarla unicolor (Locustella luscinioides), o el carricerín real (Acrocephalus melanopogon).
Las acciones de conservación del hábitat del carricerín cejudo se centran en tres bloques: gestión de la vegetación, en las que se incluye este pastoreo completado con la siega mecánica, gestión del agua y la gestión del suelo.