España cuenta con casi 12 millones de hectáreas de cultivos extensivos, de las cuales unos 6 millones se dedican a la producción de cereales y alrededor de un millón se dedican a producir cultivos leguminosos, principalmente guisantes, veza, alfalfa, yeros, lentejas y garbanzos. Los agricultores españoles han abandonado en gran medida el cultivo de leguminosas en las últimas décadas por diversas razones, en las que la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos ha ahondado mediante la elaboración de encuestas que arrojan luz sobre la situación de este cultivo en nuestro país.
El trabajo de investigación se ha desarrollado en los últimos meses en el marco del proyecto europeo Leguminose, en el que participan UPA y el CSIC, que trata de fomentar las posibilidades de desarrollo de la técnica conocida como intercropping, basada en mezclas de cereales y leguminosas.
Las encuestas han mostrado datos preocupantes, como que sólo el 5% de los agricultores utiliza las leguminosas para mejorar la fertilidad de sus suelos, frente al 41% que utiliza estiércoles o purines, solos o combinados con fertilizantes minerales. Sobre la asociación entre cereales y leguminosas, apenas el 14% de los agricultores encuestados asegura que la asociación de cereales y leguminosas suele formar parte de su rotación, y el 25% nunca ha oído hablar de esta posibilidad, aunque el 32% cree que hay bastantes probabilidades de que pueda realizar esta práctica.
Entre los motivos de la baja apuesta por implantar las asociaciones de cultivo cereal/leguminosas, el 32% cita la falta de maquinaria adecuada; el 39%, la falta de ayudas específicas –algo que la nueva PAC trata de cambiar– y el 34% la incertidumbre sobre los rendimientos. La falta de formación (23%), la dificultad de venta del producto obtenido (35%) y el control de las malas hierbas (24%), son los otros motivos por los que no se desarrollan más estos cultivos.
Las posibilidades de las leguminosas
El cultivo de leguminosas aporta significativos beneficios al campo, al mejorar la estructura de los suelos y su materia orgánica, algo muy importante en el contexto de crisis climática. Sobre estos aspectos también fueron consultados los agricultores, de los cuales un 78% aseguró haber sufrido episodios de sequía importantes; un 40%, fenómenos de erosión y un 50% episodios de baja fertilidad de sus suelos. Así mismo, el 22,5% aseguró haber sufrido inundaciones y un 70% infestaciones de malas hierbas.
Sobre las ventajas más destacadas que observan los encuestados ante la posibilidad de incorporar leguminosas están la reducción del uso de fertilizantes (señalado por un 47%), el aporte de nutrientes al cultivo siguiente (40%), la mejora de la estructura del suelo (39%), y la colaboración en el control de malas hierbas (35%) y plagas y enfermedades (34%). Precisamente estos dos últimos apartados son considerados como muy importantes y que exigen una monitorización continua por casi uno de cada dos agricultores.
UPA está realizando en estos momentos ensayos en campo en hasta once localizaciones en cinco regiones de España para analizar las posibilidades y los problemas del intercultivo de cereales y leguminosas, cuyos resultados se darán a conocer en los próximos meses. Esta información servirá para ayudar a los agricultores a planificar sus siembras, una tarea que cada vez requiere de un mayor asesoramiento.
Preguntados sobre la selección de variedades, el 72,5% asegura hacerlo de manera concreta por su respuesta a enfermedades o por competencia con malas hierbas o que tengan un alto rendimiento y el 77,5% hace la elección basándose en su propia experiencia de años anteriores. Además, el 60% asegura planificar qué cultivos sembrar en la mayoría de la explotación con meses de anticipación, y el 45% elige cultivos que le ayudan a mejorar el contenido de materia orgánica en el suelo. Sólo el 40% aseguró planificar las siembras en función de las señales del mercado.