El 2021 ha sido un año de vaivenes, de alegrías y tristezas, de sobresaltos, de sorpresas y emocio-nes, de esperanza y miedos, de subidas de precios de las materias primas, de la energía, de ame-nazas de huelgas y, finalmente, de una desastrosa campaña navideña para el sector.
Los ánimos están bajo mínimos. Tras un 2020 de un esfuerzo heroico, demostrando un compromi-so total con los ciudadanos durante toda la pandemia, incluso en los momentos más difíciles, en los que no se contaba con medidas de protección y en España fallecían 1.000 personas al día, llegó el 2021 con ganas de una merecida recompensa en forma de descanso y certidumbre.
Y hemos tenido de todo, menos descanso y certidumbre. Tras el paso de Filomena que supuso pérdidas importantes en la ya difícil cuesta de Enero, se fue alcanzando cierta normalidad a partir de Marzo y Abril, lo que también se tradujo en el incremento del consumo de alimentos fuera del hogar y, por tanto, la bajada del consumo en casa.
Tras tantos meses de pandemia, tras el confinamiento brutal y las experiencias vividas, hubo mu-cho debate y aportaciones sobre cómo íbamos a cambiar, sobre cómo se suponía que íbamos a valorar lo importante, volver al origen, a lo simple, a cocinar, a la dieta mediterránea, a la lectura, al comercio de barrio, que había sido el favorito de los españoles durante la pandemia, a valorar más la familia y los amigos, a correr menos y a disfrutar más. Desgraciadamente, esos cambios no han venido para quedarse, como muchos aventuraron.
Si analizamos los datos de consumo de productos pesqueros del MAPA de lo que llevamos en el año 2021 y los comparamos con los datos para los mismos meses de 2019, último ejercicio de normalidad, comprobaremos cómo el consumo en hogares de productos pesqueros desde el mes de Abril empieza a retroceder. Normal si lo comparamos con el 2020, pero anormal y preocupante si esta comparación se realiza con las cifras del año prepandémico. Esto sólo significa que se consolida la tendencia que ya se venía experimentando en los últimos años de bajada del consumo de productos pesqueros en el hogar y que esas buenas intenciones que se apuntaban en los meses de la pandemia ya se han desvanecido.
Tenemos que sumar la subida de precios del pescado y marisco para nuestros minoristas cuando acuden a abastecerse en origen y en mercas, derivada del traslado de los diferentes agentes de la cadena del incremento de sus costes de producción, especialmente la energía eléctrica y los carburantes.
Ya alertábamos en el mes de Octubre del 2021 de la subida de precios de determinadas especies de la pesca entre el 30% y el 50%, y de la incidencia de hasta un 50% de incremento en la factura de la luz, en estos negocios en los que es fundamental la existencia de cámaras y otros equipa-mientos profesionales, así como el aumento del precio de los carburantes de hasta el 25%. A todo ello hay que sumar el incremento de los costes salariales derivados de la subida prevista del SMI, el salario mínimo interprofesional, a finales de este año y de la actualización de los convenios pro-pios, que en el caso de la Comunidad de Madrid por ejemplo supuso para el grueso de los trabaja-dores casi un 11% de subida desde septiembre de este año y un 2,5% para el próximo año, como ejemplo.
Tampoco se puede olvidar el coste cada vez mayor derivado de incluir las medidas de protección necesarias para evitar la propagación de la pandemia, así como de las cada vez mayores cargas administrativas que ahogan a las pequeñas empresas. Todos estos costes al final estrechan el margen, pues el sector trata de contener lo más posible la subida de precios al consumidor final, pero que al final tendrán que subirlos para garantizar la supervivencia de sus empresas.
Y la puntilla ha sido una mala campaña navideña. Se intuían unas Navidades con normalidad, había buenas previsiones y optimismo, aunque preocupación por la anunciada huelga de transporte. Eso llevó al abastecimiento precoz y a adelantar los planes, cuando Ómicron explosionó. Se habla mucho de los problemas que ello ha ocasionado al canal HORECA, pero el comercio de alimentos frescos también ha sufrido lo suyo, con numerosas cancelaciones de pedidos ya previstos, con grupos de comensales más pequeños, con los clientes de la hostelería a su vez cancelando, y con los ánimos por los suelos pues la caída de precios por falta de demanda y venta en toda la cadena pesquera ha sido relevante.
Comercialmente pues, ha sido un año muy complicado.
Podríamos hacer balance también de la incesante modificación normativa que hace cada vez más difícil estar al día y poder cumplir con la normativa, además de más costoso. Solo en este año se ha aprobado la nueva regulación de la cadena alimentaria que, increíblemente, obliga al pequeño comercio cuando deja fuera a la hostelería de tamaño importante. Como no, los cambios en la Ley de Pesca, la modificación del Reglamento de Control Pesquero, del nuevo FEMPA, del Real Decreto para el comercio de alimentación, de los cambios contantes en la normativa fiscal y laboral y lo que está por venir, empieza a hacer asfixiante desarrollar cualquier actividad económica.
Tampoco podemos dejar de hablar de la falta de relevo generacional. Cuesta mucho encontrar jóvenes que quieran trabajar en el comercio detallista de productos pesqueros y más para em-prender. El abandono de las autoridades educativas del comercio mayorista y minorista de pro-ductos alimenticios, al no ofertar una adecuada Formación Profesional Pública, ha dado estos resultados. El sector de la hostelería cuenta con esta oferta de FP desde los años 60, y en el caso del comercio de alimentación no se ha publicado el título hasta 2018, lo que impide contar con una cantera formada y cualificada en las necesidades actuales.
Por ello nos gustaría para el 2022 que se activen centros de formación que ofrezcan este nuevo título de FP, promover el consumo de los productos altamente saludables como el pescado, bajar su tipo impositivo en el IVA al 4%, en lugar de tenerlo al 10%, demostrando una auténtica política de compromiso con la alimentación saludable, adaptar las exigencias legislativas a la realidad de esta micropymes, con un media de dos trabajadores, eliminar cargas administrativas, facilitar la innovación, promocionar con campañas importantes públicas con cargo al Fondo Europeo y Marí-timo de la Pesca el consumo de estos productos que no disponen de grandes marcas y apenas están en los medios, apoyar a las asociaciones empresariales para poder prestar los servicios de asesoramiento que necesitan estos pequeños comerciantes.
Hablamos de personas muy trabajadoras, con horarios comerciales que comienzan con un abaste-cimiento nocturno, que sienten que su país, muy desarrollado, les va dejando atrás. Compiten en un mercado feroz, en el que operan grandes multinacionales y grandes plataformas de internet. En un mercado en el que la publicidad y el marketing “educan” a los consumidores, en el que estos sectores no gozan del prestigio social que merecen, a pesar de haberse rebelado como sectores esenciales, en el que apenas pueden influir. Un mercado en que las exigencias legislativas crecen, aumentando las cargas administrativas y los costes. Con un consumidor al que hay que ofrecerle más y más pero sin subir precios, y un entorno en el que los derechos de otros colectivos se ven cada vez más protegidos pero el de estos pequeños empresarios, que sólo tienen tiempo para trabajar, no.
Para el 2022 queremos ser positivos, pero la subida de precios y la alta inflación amenaza con ralentizar el consumo. Si a ello unimos esta sexta ola de Covid y el cansancio acumulado tras tantos meses de esfuerzo hace que los ánimos no estén muy altos. Hay mucha incertidumbre. A pesar de ello estamos seguros de que el comercio especializado, como siempre ha hecho, será resiliente, se adaptará y ofrecerá el mejor servicio a los españoles. Si algo les ha caracterizado, tal y como hemos podido comprobar durante la pandemia, es su capacidad de esfuerzo y sacrificio, demostrando un compromiso total con los clientes. Somos esenciales, y lo hemos demostrado. Menos marketing y más autenticidad, volvamos a lo esencial.
Escribo estas líneas en la víspera de los Reyes Magos, a su Majestades les pido salud y que ojalá podamos seguir manteniendo la excepcional red de pescaderías de España, única en el mundo.