Con la campaña empezada, los viticultores, comprueban consternados, que los precios que se están estableciendo, como referencia para el pago de la uva de DOP, por parte de los operadores no solo están muy por debajo de los de la campaña ante-rior, sino que además no cubren por mucho los costes de producción de las explota-ciones agrícolas. Es por esto que la preocupación y la incertidumbre está haciendo mella entre los viticultores que asisten impotentes una vez más a un escenario catastrófico.
Somos conscientes de que estamos sufriendo una crisis sanitaria y económica a nivel nacional y mundial a la que no somos ajenos, y que el problema del sector es generalizado y que se extiende prácticamente a todas las zonas vitícolas de España, pero en nuestra zona en particular, llueve sobre mojado ya que venimos arrastrando campañas anteriores muy al límite de la rentabilidad de las explotaciones vitícolas. Por tanto, consideramos que esto puede ser la puntilla del sector en la región con unas consecuencias graves económicas, sociales y medioambientales en algunas comarcas y sobre todo en la nuestra.
Hemos mantenido reuniones con las empresas elaboradoras del sector con el fin de llegar a un entendimiento y a pesar de que comparten nuestro análisis de la situa-ción, se escudan en que la situación del mercado actual les impide dar solución a nues-tras reivindicaciones y únicamente han expresado su intención de hacer el máximo esfuerzo posible a la hora de comprar la uva a los viticultores a precios por encima de los de referencia, pero siempre hablando de producciones de una muy alta calidad y en ningún caso valorando económicamente dicho esfuerzo. Es por esto que creemos que estas subidas en ningún caso serán suficientes para paliar mínimamente la grave situación que sufrimos actualmente.
Entramos por tanto en una enorme contradicción dado que con esta situación de precios únicamente pueden llegar a ser rentables las explotaciones que se basen en un modelo de volumen y no de calidad, lo cual contradice el trabajo que se está realizan-do dentro de las DOPs especialmente la de Jumilla donde se apuesta por la calidad y año tras año vemos cómo se van aumentando los vinos embotellados de calidad y sin embargo se van perdiendo año tras año las plantaciones de alta calidad basadas sobre todo en producciones de secano y de muy bajos rendimientos ya que este incremento no llega nunca a las rentas de los viticultores, al contrario estas disminuyen. Estás plantaciones de calidad están desapareciendo a razón de mil hectáreas por año sin que seamos capaces de poner freno a esta debacle mediante su puesta en valor lo cual puede provocar a cinco años vista la desaparición del modelo de viñedos, y por ende de vinos, de calidad que las Denominaciones de Origen demandan. Sin uva no hay vi-no.
Hay que ser sinceros, a un viticultor le interesa más producir a volumen uva de mesa fuera del amparo de la DO ya que la diferencia de precios de referencia entre ambas es mínima sin llegar ni tan siquiera al 25% de diferencia que incluso las administraciones tienen en cuenta y utilizan de índice para cualquier actuación que realicen para apoyo y conservación del sector.
Por tanto, no nos queda más remedio que denunciar esta situación y ponerla en conocimiento de todas las administraciones para que dentro de sus competencias, no dejen desamparado al sector y lo apoyen con todas las medidas necesarias que estén a su alcance. No es solo un sector productivo sino el modo de vida de una Comarca.
Especialmente nos dirigimos a la Administración Central, esta no puede hacer dejadez de sus funciones y de una vez por todas tiene que hacer públicos los precios de coste de producción, que tanto la Interprofesional del Vino como las distintas Comuni-dades Autónomas han puesto a su disposición. Le recordamos al Ministerio de Agricul-tura que los contratos homologados y la Ley de la Cadena Alimentaria, modificados tras las movilizaciones de febrero no protegen la cadena de valor, mientras no se pu-bliquen estos costes de referencia, que ya existen y obliga a los viticultores a vender por debajo de su coste de producción para poder salvar algo de sus cosechas.
Ningún sector productivo puede sobrevivir vendiendo por debajo de sus costes de produc-ción y las explotaciones vitícolas no son una excepción.