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Sentimiento agridulce en el sector pesquero español

La Confederación Española de Pesca (CEPESCA) ha expresado un sentimiento agridulce ante el resultado de las negociaciones de TAC y cuotas de pesca para 2023, que culminaron esta mañana en Bruselas con “resultados desiguales en función de las distintas pesquerías y flotas”, en palabras de Javier Garat, secretario general de Cepesca y presidente de la patronal europea Europêche.

A pesar del incremento de cuotas para especies como la merluza, el gallo, el rape, la caballa o el merlán en aguas del Cantábrico Noroeste y del Golfo de Cádiz, que supone una buena noticia para las flotas beneficiadas, el sector califica de decepcionantes para los pescadores del Mediterráneo los resultados de las negociaciones. A su entender, la “intransigencia” del comisario Sinkevicius ha provocado que la propuesta inicial de la Comisión Europea (CE) de recorte de un 7,5% de los días de pesca se haya mantenido prácticamente idéntica, con un 7%. Este porcentaje se traduce en que muchos barcos van a disponer de menos de 150 días para pescar a lo largo del año, teniendo en cuenta que el sector ya había reducido entorno al 30% su esfuerzo pesquero desde la entrada en vigor del Plan Plurianual puesto en marcha en 2020.

Según Garat, “los pescadores del Mediterráneo, que ya están al límite y han hecho grandes esfuerzos en los últimos tres años para revertir la situación de las poblaciones de peces, han visto cómo el comisario Sinkevicius se ha mostrado de nuevo insensible, no ha reconocido estos sacrificios y ha forzado un nuevo giro de tuerca que pone en peligro la viabilidad de muchas empresas de las cinco CCAA mediterráneas, sin esperar a conocer los resultados positivos de las medidas ya aplicadas”.

El sector cree, como ya hizo saber al Gobierno hace unos días, que en una pesquería multiespecífica como la del Mediterráneo es inviable alcanzar el RMS en todas las especies en 2025, tal y como contempla el Reglamento, y que este objetivo debería retrasarse a 2030, más aún si se tiene en cuenta que ni siquiera se ha evaluado seriamente el impacto de las medidas ya adoptadas en el marco del Plan Plurianual, tal y como el propio Gobierno comparte. A este respecto, y si bien el sector valora el trabajo hecho en Bruselas por el ministro Planas y su equipo durante las negociaciones, lamenta que no haya sido suficiente para salvar los intereses de la pesca española en la cuenca mediterránea frente a la “cerrazón” del comisario europeo, y que más allá de la actividad en el mar, tiene un enorme impacto social e incluso cultural en la zona.  

Respecto al Mediterráneo, el acuerdo también contempla una compensación del 3,5% del número de días de pesca si se aplican medidas de mejora de la selectividad o cierres de al menos cuatro semanas consecutivas para proteger los reproductores de merluza o cierres temporales que permitan reducir un 25% la pesca de juveniles de especies demersales o un 20% la de reproductores o, finalmente, que se incremente la talla mínima de la merluza a 26 centímetros.

En cuanto a la gamba roja, se disminuyen las posibilidades de pesca en un 5% para 2023, frente al 7% propuesto. El sector abogaba por eliminar las restricciones o mantener el mismo nivel que en 2022, ya que todos los informes científicos consultados indican que el stock, salvo en zonas muy específicas, muestra mejoras considerables.

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