Ante la grave situación que atraviesa el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, con solo 69 hectáreas encharcadas de sus cerca de 2.000 hectáreas inundables, SEO/BirdLife entiende que apostar por aportaciones externas de agua, supuestamente excepcionales, como única solución, es una imprudencia que muestra la auténtica desgobernanza en política de aguas y conservación de la naturaleza. Una política en la que subyace la oferta del agua y que no atiende a la gestión y control de la demanda, tal y como obliga la Directiva Marco del Agua, que sigue obviando la urgente necesidad de redimensionar la demanda del sector agrario de regadío, verdadero origen de los problemas ambientales, y repite los mismos errores que sufren otros humedales como Doñana y el Mar Menor.
Tras casi medio siglo desde su declaración como Parque Nacional, y cerca de dos ciclos completos de planificación hidrológica, considerar como una “situación excepcional” el estado en el que se encuentra hoy el parque nacional es un irresponsabilidad, máxime teniendo en cuenta que a Castilla-La Mancha le corresponden las competencias de agricultura, ganadería, urbanismo, abastecimiento y saneamiento, conservación de la naturaleza y medio ambiente y turismo, entre otras muchas materias relacionadas con el agua y este espacio natural protegido.
Para Roberto González, responsable del Programa de Aguas, “estos planteamientos no solo imposibilitan avanzar en la nueva cultura del agua, sino que retrotraen el debate a finales del siglo pasado”, y apunta que “respaldar medidas de esta índole es asumir sin tapujos la incapacidad de las Administraciones Públicas de conservar un parque nacional declarado de interés general del Estado, y clave para la conservación de especies de aves amenazadas como el escribano palustre, el carricerín real o el pato colorado”.