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Variedades de arroz tolerantes a la salinidad y resistentes a los hongos

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Los efectos del cambio climático y las plagas amenazan el cultivo del arroz en el Delta del Ebro, en especial la salinidad de los campos causada por la intrusión del mar, el caracol manzana y el fallo del arroz, una enfermedad provocada por el hongo Magnaporthe oryzae. Para garantizar la viabilidad del cultivo del arroz en condiciones de cambio climático, el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) investiga para desarrollar variedades más resistentes a la salinidad ya las plagas y «que garanticen la rentabilidad y la sostenibilidad del arroz y la demanda, tanto del sector como de los consumidores, de unos cultivos seguros y saludables». Lo ha explicado esta mañana Mar Català, especialista en arroz del IRTA, a los representantes de diversos organismos y entidades de las Tierras del Ebro que han asistido a una jornada institucional que ha organizado el Instituto con el objetivo de acercar su búsqueda a los agentes del territorio.

El encuentro ha tenido lugar, primero, en el centro del IRTA en Amposta y, a continuación, en un campo experimental en Deltebre en que el IRTA ha sembrado varias líneas de variedades de arroz, de las que se espera obtener líneas tolerantes a la salinidad con un comportamiento agronómico óptimo y un nivel productivo elevado.

La bienvenida estuvo a cargo de José Miguel Campos, delegado del IRTA en las Tierras del Ebro, que ha destacado la importancia de encuentros como este, que «responden a la voluntad del IRTA de dar a conocer a la sociedad la investigación que desarrolla para que nuestro Delta y su sector productivo sean más resilientes». Por parte del IRTA, además de Campos y Català, también han asistido el director general, Josep Usall, y la directora de Relaciones institucionales y Transferencia, Rosa Cubel.

En el campo experimental del IRTA en Deltebre, los asistentes han podido pasear por el arrozal y han dado las explicaciones del especialista en arroz Mar Català, que les ha explicado, a grandes rasgos, en qué consiste el experimento y cuáles objetivos tiene. Este se enmarca en el proyecto «Mejora de la resistencia a estreses bióticos y abióticos en variedades de arroz para acero frente al cambio climático (RICRES)», de cuatro años de duración, ejecutado conjuntamente con el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. El objetivo del proyecto es generar nuevas variedades de arroz tolerantes a la salinidad y resistentes a enfermedades, un proyecto que pretende concluir una actividad iniciada en 2010.

Una solución sencilla y económica

En España, el tipo de arroz que se cultiva es el japonica, que está adaptado a los climas templados, y del que hay variedades con buenas cualidades agronómicas. Sin embargo, su cultivo es objeto de enfermedades y factores climatológicos adversos que lo ponen en riesgo, entre los que está la salinidad de los campos y las infecciones por hongos como el fallo del arroz. Las consecuencias del cambio climático en el Mediterráneo ya son evidentes: hay más periodos de sequía y la escasez de agua dulce conlleva un incremento en la salinidad de los campos, y está previsto que se agravará con la subida del nivel del mar y el riesgo de intrusión marina.

Desde 2009, los arrozales del Delta del Ebro han sido invadidos por el caracol manzana, que provoca daños muy importantes. El secado de los campos y de la semilla son algunas de las medidas más efectivas para controlar la plaga, pero, al mismo tiempo, agravan el problema de la salinización, al que cuesta hacer frente por la falta de agua dulce para lavar los campos. Con respecto al fallo del arroz, es una de las enfermedades que más arrasan los arrozales y controlarla es complejo debido a la elevada tasa de mutación del hongo. Actualmente, se hace frente de forma preventiva con fungicidas, pero su uso está restringido tanto en España como en la Unión Europea. «Es en este sentido que las variedades resistentes son cruciales», apunta Català, que añade que «se trata, además, de soluciones sencillas y relativamente económicas de controlar la enfermedad para los arroceros».

Los resultados que se espera obtener en este proyecto son nuevas variedades de arroz tolerantes a la salinidad con una resistencia de alto espectro al hongo que provoca el fallo del arroz.

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