Desde el inicio de la crisis sanitaria global por la presencia del COVID 19, la mayoría de los países, conscientes que para garantizar el triunfo frente a esta pandemia el abastecimiento alimentario es fundamental, han otorgado consideración especial al sector agroalimentario.
Venezuela, la del Socialismo del Siglo XXI, es la excepción a esa regla. Contrariamente a la lógica universal, Nicolás Maduro continúa aplicando medidas regresivas que nos limitan de manera significativa el goce del derecho a la alimentación. Insiste, en medio de esta pandemia mundial, en su política de destrucción del aparato agroproductor nacional.
Esta crisis sanitaria nos acorrala ocupando el primer lugar dentro del continente, en vulnerabilidad alimentaria (IICA). Nuestro sector agrario está en evidente recesión, con insuficiente producción para alimentar a la población en el corto plazo, sino ocurre un inmediato cambio de rumbo en la conducción política, económica y agrícola nacional.
No obstante, el productor agropecuario venezolano continúa mostrando resiliencia, consciente que ha llegado el momento de los verdaderos valientes. A diferencia de quienes nos desgobiernan, nuestros agricultores y ganaderos saben que sobre sus hombros recae la responsabilidad de mantenerse de pie para lograr, aunque sea parcialmente, el mitigar el hambre del pueblo, conseguir el sustento de sus familias y mantener medianamente funcionando las economías de la ruralidad venezolana.
El mundo entero camina por caminos distintos a los trazados por el Chavismo – Madurismo en nuestra mal trecha Venezuela. Los agricultores estadounidenses por orden del presidente Donald Trump, recibirán asistencia por 16.0 millardos de dólares con el propósito de asegurar que “el suministro de alimentos sea estable, fuerte y seguro”. En Colombia, el presidente Iván Duque ha colocado a disposición del sector agropecuario colombiano créditos por 1 billón de pesos (253.0 millones de dólares) con bajas tasas de interés y plazos hasta de 5 años para “garantizar la productividad rural frente al coronavirus”.
El gobierno de Honduras, a través de decreto del Presidente Juan Hernández, declaró “prioridad nacional el apoyo al sector productor de alimentos y a la agroindustria alimentaria”. Los ministros de agricultura de la Unión Europea suscribieron declaración conjunta para ayudar al campo.
En Venezuela es evidente la inercia de los seis ministerios y más de 40 organismos con competencia en el área agroalimentaria, bajo control del Ministro de defensa, el general Vladimir Padrino López, en su condición de responsable de la Gran Misión Abastecimiento Soberano. Hasta el momento, no se ha anunciado, cómo se piensa abordar la difícil situación que padece nuestro sistema agroalimentario por la escasez de combustibles, agroinsumos y financiamiento.
En consideración de FEDEAGRO ya “es un hecho la pérdida del ciclo de invierno de este año. Los agricultores deberían haber empezado la preparación de las tierras en los llanos occidentales y están sin combustibles, semillas, fertilizantes, sin créditos de la banca, sin nada”.
El Ministro del poder popular para la agricultura productiva y tierras Wilmar Castro Soteldo, anunció el 6 de abril “la agricultura no se detiene y con ella la producción” ignorando los reclamos de los productores por no disponer de combustible, o los documentos públicos, como el presentado por FUMPLAVEN, en el cual alertan sobre las inundaciones que ya amenazan cerca de 10.000 hectáreas de plátanos en el Sur del lago de Maracaibo por no tener combustible para las bombas de achique.
Lejos de buscar soluciones que permitan finalizar y trasladar la cosecha del ciclo norte verano 2019, y viabilizar el ciclo de siembra 2020, Castro Soteldo llama a “estar alertas ante posibles ensayos de países enemigos para intentar contaminar nuestras tierras, nuestras cosechas”. Una de las soluciones planteadas por la Almiranta Carmen Meléndez, gobernadora del estado Lara es “vamos a poner los carros de nuestras fuerzas armadas para buscar los productos del campo y traerlos a la ciudad”.
Dante Rivas, Ministro del poder popular de pesca y acuicultura, y “Protector” de Nueva Esparta deja en evidencia la incapacidad del gobierno de satisfacer las necesidades alimenticias del pueblo al indicar que las cajas CLAP deben durar tres meses “eso hay que estirarlo y comer lo necesario para que rinda hasta que llegue la otra caja.”.
Definitivamente nuestra casta militar y política nos demuestra que su ignorancia y menosprecio sobre el quehacer del campo y del sistema agroalimentario, y la emergencia compleja que viven nuestras ya desgastadas familias, no tiene límites. Venezuela, se les ha desmoronado en sus manos.
Luego de veinte años de destrucción, mientras en los paraísos fiscales sus socios de la hipócrita izquierda internacional disfrutan las inmensas fortunas acumuladas gracias a la desgracia del pueblo venezolano, nuestros agricultores y ganaderos están decididos a no entregar su voz frente a la incapacidad e improvisación, no ceden en su beligerancia ante el abuso. Se niegan a aceptar la posibilidad de presenciar el funeral de nuestro sistema agroalimentario. Se saben solos, sin apoyo del gobierno, pero insisten en su lucha, en cumplir su sagrado deber de producir alimentos, acompañados por su pueblo. Dios los bendiga por ello. Sí se puede.