El pasado 6 de septiembre la Comisión Europea presentó la Declaración Cork 2.0 Por una vida mejor en las zonas rurales, que renueva la original Declaración de Cork de hace 20 años y el compromiso del mundo rural con las políticas de desarrollo rural ante los nuevos retos del siglo XXI.
El evento fue impulsado por el comisario de Agricultura, Phil Hogan, y organizado por la Red Rural Europea. Reunió a más de 300 representantes del sector productor e industrial agroalimentario, ONG medioambientalistas, representantes de las redes rurales, instituciones de la UE y de los Estados miembros. Los presentes compartieron y debatieron sobre sus posturas en torno a la PAC y la mejor manera de enfocar el futuro de las políticas comunitarias para conseguir un mundo rural sostenible e inclusivo.
Si leemos con detenimiento la declaración, y la comparamos con la de hace 20 años, no nos debería sorprender la similitud en los retos identificados. Ambas declaraciones hacen referencia a la sostenibilidad en sus tres vertientes, económica, medioambiental y social, la innovación, la subsidiariedad, la simplificación, la necesidad de comprender que el mundo rural es algo más que la producción agrícola etc... Sin embargo, ni el entorno ni las perspectivas de los futuros debates en la UE son los mismos, y este último documento debería percibirse como un movimiento estratégico del mundo rural que el comisario debería utilizar.
Cualquiera que lea las orientaciones se dará cuenta de sus escasas aportaciones o aspectos novedosos, recoge todas las inquietudes de las diferentes familias presentes en el encuentro, donde todos podemos tirar de alguna percha de las diez orientaciones políticas para reforzar nuestra sensibilidad agrícola, medioambiental o rural. No, el debate entre agraristas, medioambientalistas y ruralistas sigue siendo enconado en cómo definir la PAC, el desarrollo rural y, sobre todo, en el diseño de instrumentos y el uso del presupuesto. Sin embargo, en Cork observé una especie de tregua, lo que está en juego ya no son los instrumentos sino el futuro de la propia PAC, la única política totalmente integrada de la UE y que ninguno de los ahí presentes parecía con intención de eliminar, más bien atraerla a su propia sensibilidad.
El comisario cuenta con un documento lleno de contenido para poder defender la relevancia de la PAC y del mundo rural ante sus colegas del Colegio de Comisarios y un decálogo de prioridades del presidente Juncker donde la PAC y sus retos no están recogidos. Y la cuestión no es baladí; estamos ante unos momentos en la UE apasionantes y de riesgo para el proyecto comunitario. La eterna crisis económica, el Brexit, la crisis de los refugiados, el auge de movimientos nacionalistas, movimientos ultra, etc., están desviando el foco de atención, simplificando el debate y, lo que es peor, llevándonos a una deriva donde la pregunta ya no es a dónde vamos, sino qué Unión queremos.
Y en este entorno el mundo rural debe levantar la voz antes de iniciar un debate y la disputa por los instrumentos y el presupuesto. Sin una PAC fuerte y un presupuesto adecuado, la competitividad del sector, la gestión medioambiental y el desafío al cambio climático o la prosperidad del mundo rural pasarán a ser meros apéndices de políticas horizontales, menos europeas y de mera cooperación. Estaremos dando pasos hacia atrás, cuando la realidad y los hechos nos indican que debemos ir hacia una mayor integración y cooperación entre todos para dar una respuesta adecuada a los objetivos de la ruralidad europea en su más amplia acepción, consiguiendo un sector agrícola competitivo y organizado en el marco de una cadena equilibrada, respetuoso con el medioambiente, adaptado a los restos del cambio climático y que genere un entorno de prosperidad en las zonas rurales.
Pensar que estos objetivos trasnacionales y europeos se pueden alcanzar con instrumentos aislados y descoordinados en base a intereses locales exclusivamente es acudir a la falsa seguridad que ofrecen las posiciones defensivas de los localismos y las estrategias del corto plazo. El comisario ya tiene el apoyo de todos nosotros y un instrumento político con el que trabajar, él debe ser nuestro aliado en la Comisión y Cork 2.0 nuestro decálogo para defender más Europa.