Muchas veces se buscan indicios del cambio climático en temperaturas extremas y desastres naturales, pero algunos de los indicadores más fiables están en detalles poco evidentes, caso de los cultivos que sufren sobremanera como consecuencia del calor sostenido o la escasez de precipitaciones.
En este sentido, uno de los cultivos que peor se defiende frente al calentamiento global es el del brócoli. Según indican fuentes de la asociación sin ánimo de lucro +Brócoli, en lo que va de verano hay un déficit grande de producción de brócoli en toda Europa por razones climatológicas. Algunas regiones no pudieron plantar en abril y mayo por exceso de lluvias y otras están viendo mermadas sus cosechas por los picos de calor.
La asociación –dedicada a promover el consumo de esta verdura en España– explica que durante el verano se suele producir brócoli en zonas altas por encima de los 1.000 metros: algún rincón de la provincia de Murcia, zonas altas de la provincia de Albacete, campos en Almería, en Granada o en La Rioja. La idea es ampliar el mapa de cultivos estivales en años venideros, pero desde la entidad se preguntan: ¿dónde? “Las condiciones climáticas son cada vez más difíciles y menos permisivas con el brócoli”, indican.
Lo son, en buena medida, porque esta verdura es especialmente sensible al calor, al ser una especie de otoño-invierno. Muchos vegetales sufren en verano, pero el brócoli, a pesar de que se buscan variedades más resistentes al estrés de la temperatura, es un cultivo que acusa especialmente el calentamiento global. Eso se traduce en un descenso brusco de la producción estival y, consecuentemente, en un aumento del precio registrado en toda Europa.