Francisco Martínez Arroyo. Consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha
¡Qué importante es confiar en el conocimiento! Valorar a nuestros científicos, especialistas o expertos en, pongamos por ejemplo, sanidad, derecho, periodismo, agricultura o medio ambiente… mejora la gestión de la sanidad, el derecho, el periodismo, la agricultura o el medio ambiente. Y así, en todos los campos de la economía, las ciencias o el conocimiento.
Parece que ahora lo estamos descubriendo. Siempre he considerado muy importante la política, las diferencias ideológicas y los planteamientos distintos, en función de lo que deciden las sociedades democráticas a través de las elecciones. Y sigo pensándolo. Necesitamos políticos capacitados, con experiencia y conocimiento de la materia pero, también, personas preparadas y con conocimiento en los escalones intermedios de la Administración. Ayer mismo el filósofo Emilio Lledó, en una magnífica entrevista en elpais.com/cultura/2020-03-28/emilio-lledo-ojala-el-virus-nos-haga-salir-la-caverna-la-oscuridad-y-las-sombras.html, nos avisa: “…la experiencia es la esencia del conocimiento”.
Vivimos momentos muy difíciles. Y no puede ser que personas sin ningún conocimiento sobre medicina, epidemiología o gestión de crisis, en muchos casos a posteriori, aprovechen el mejor vehículo de transmisión de información de nuestra época, las redes sociales, para criticar, generar confusión, desinformar o incluso mentir. Como ejemplo de todo ello, es inaudito ver como hay personas que intentan desacreditar, intentando sentar cátedra, los esfuerzos que, con el objetivo de parar la pandemia, hacen los científicos expertos que ejercen la responsabilidad de autoridades sanitarias en esta crisis.
Ellos son un ejemplo para todos aquellos profesionales, cada uno en su campo, que nos están ayudando a salir adelante. Entre ellos están los agricultores y ganaderos, trabajadores del campo, industria agroalimentaria, cooperativas, transportistas, distribución, panaderos, quiosqueros, periodistas, servicios de limpieza, fuerzas y cuerpos de seguridad, bomberos, responsables públicos, etc, que siguen trabajando para que la mayor parte de la población pueda quedarse en casa.
En el ámbito de la sanidad o la salud pública, los responsables son las autoridades sanitarias. Nadie mas. Y a ellos tenemos que respetar y hacer caso. Pueden equivocarse. Y seguro que lo han hecho. De buena fe, por supuesto. Como nos sucede a todos en nuestras responsabilidades. Y no es tolerable, al menos así lo entiendo, que se critiquen las decisiones que el gobierno central o los gobiernos autonómicos están tomando en el ámbito de la lucha contra la pandemia. Aquí solo cabe ir juntos, todos a una, apoyando las decisiones de las autoridades sanitarias y científicas que, en situación de mucha tensión, están intentando acertar. Eso significa respaldar con sentido de estado las decisiones del gobierno central y de las Comunidades Autónomas. Aunque se esté en la oposición o no se comulgue ideológicamente con quien esté gobernando.
Hay que escuchar a los que saben, olvidar el ruido de tantos que nada aportan al conjunto de la sociedad y anteponen intereses personales o políticos, desde la mediocridad y la falta absoluta de conocimiento. En momentos como los que estamos viviendo se echa en falta una sociedad ávida por conocer y adquirir el saber a través de la lectura, el estudio y la formación; libre, con espíritu crítico y a la vez, responsable, que no se deja engañar por profetas de la nada o atrapar en debates inútiles.
Ahora solo hay una prioridad.
Y cuando esta situación pase; que pasará, llegará el momento de las opiniones y de la crítica -que deberá o, siendo realistas, debería, producirse con conocimiento de causa-. También por parte de los partidos políticos. No es ahora la ocasión de entrar en este debate, pero si debemos acordarnos de tenerlo luego, con calma.
Y tendremos que hablar de si apostamos o no por la sanidad pública, recaudando impuestos en función de la renta de las personas físicas o de la facturación de las empresas, redistribuyendo de verdad la riqueza a través de la salud, de los servicios sociales o de la educación pública, por ejemplo. Sin matices. O si queremos apostar por otro modelo.
Yo lo tengo claro. Nuevamente comparto la reflexión de Lledó, “….la polis en la antigua Grecia tiene que tener un solo fin, el bien común. Sucede con la sanidad y con la educación, que tienen que ser una y la misma para todos, y no deben estar marcadas por clases económicas”.
Aquí es donde debe haber opiniones, debate e ideología. Claro que sí. Porque la ideología puede transformar el mundo. Y que cuando volvamos a sufrir un azote como éste, estemos preparados para responder.
Y mientras, a ayudar, desde la calma, la responsabilidad y el compromiso con una sociedad que, hoy más que nunca, representa los mejores valores de nuestro país.