El pasado 15 de febrero de 2019, Meeting Point Agrifood acogió el debate 'Impuestos, trabas, nuevas regulaciones… y luego qué', amparado por las reglas de la Chatham House de Londres, en el que se abordaron diferentes cuestiones de actualidad e interés para el funcionamiento del sistema alimentario español, y se planteó cómo puede actuar la cadena alimentaria ante estas restricciones e imposiciones de la Administración Pública.
En general, para la mayoría de los componentes del grupo de trabajo, los sectores deben debatir sobre su sistema y sus problemas, así como buscar soluciones y no han de esperar mucho de las Administraciones Públicas ni de nadie para que se los resuelva. Todos coincidieron en lo apropiado de este foro de trabajo y este formato “secreto”, ya que les puede ayudar a identificar problemas y proponer posibles soluciones, desde un punto de vista de cadena, yendo todos juntos, lo que acrecienta el sentimiento de unidad.
Fruto de esta reunión se ha elaborado un documento, que se remite al final de esta información en formato pdf, que se va a remitir a las distintas Administraciones Públicas y partidos políticos para su reflexión y por si les sirven para el desarrollo de futuras normativas o de sus programas electorales.
Panorama político y administración pública: un vacío de autoridad
Si las administraciones no se implican en hacer valer su autoridad y sus competencias para desmentir las informaciones sesgadas, en muchas ocasiones falsas, sobre la alimentación y las prácticas del sector, la cadena alimentaria tendría que unirse y, sin su ayuda, actuar para defenderse de estos ataques. No obstante, la industria no debe dirigirse a la administración pública solamente para hacerles llegar sus quejas y peticiones, sino para plantear soluciones, ya que son quienes tienen el conocimiento más profundo sobre el funcionamiento del sector y pueden hacerlo de manera más clara y eficaz.
Impacto medioambiental: colaborar más allá de la legislación
La cadena alimentaria tiene dos caminos posibles, luchar contra las corrientes negativas (fake news) o abrazar aquellas que sean razonables, con recorrido y trabajar en una línea positivista con las organizaciones correspondientes (nutricionistas, medioambientalistas, animalistas y otros) para mejorar en aquello que se pueda en la producción de alimentos. En este sentido, los asistentes remarcaron que aquí lo importante es buscar un equilibrio entre la mejora sostenible y continuar siendo rentables económicamente y competitivos en los mercados. Este es el reto.
Educación de los consumidores: elevar el conocimiento, no los impuestos
Las generaciones que conocieron el hambre y la escasez, los abuelos que en muchos casos crían a nuestros hijos, hacen mucho hincapié en comer mucha cantidad, aunque en la actualidad ya no sea necesario. En este sentido, el final de la cadena, formado por restaurantes y bares, debe interiorizar la necesidad de servir raciones más pequeñas, en las que el disfrute se encuentre en la calidad y las características del producto, en lugar de la cantidad.
Comunicación y fake news: conocer el nuevo escenario y dominar el discurso
Ya no basta con rebatir una información con argumentos técnicos, jurídicos o científicos, es necesario llegar a los consumidores a través de nuevos medios y mensajes, lo cual debería de trabajar toda la cadena alimentaria en su conjunto. Asimismo, debe utilizarse una perspectiva de espejo y actuar sobre la forma en la que los demás ven a la cadena alimentaria.
Publicidad: abandonar los escenarios ideales en favor de la realidad
Hay que hacer bien las cosas y solucionar los problemas que puedan existir. El sector productor, transformador y la distribución han de cumplir las demandas de la sociedad en materia de sostenibilidad, entendida esta palabra como hacer mejor las cosas en todos los ámbitos que implica el proceso productivo, y luego contarlo y hacerlo bien.
La comida como cultura: maltratada como industria, venerada como tradición
Conocer los alimentos, sus principales valores nutricionales y cómo prepararlos también es una cuestión de cultura. Si desconocemos esto, continuaremos alejándonos de la dieta mediterránea y acercándonos a corrientes extremistas o poco saludables, creyendo que son más sanas o más respetuosas con el medio ambiente.
Como conclusión, la cadena alimentaria tiene que trabajar para que las Administraciones Públicas no legislen sin consultar a los operadores; los científicos deben asesorar a aquellos que hacen las leyes; diversificar las instituciones interlocutoras de la industria; promover la sostenibilidad y el bienestar animal en los planes universitarios; comunicar de forma realista los procesos de producción de alimentos; y abandonar la falacia de dar al consumidor lo que pide. Si el consumidor está equivocado, no debe dársele la razón por sistema.