El Instituto de políticas para la innovación, el Comercio, la sostenibilidad y la salud pública Competere - Policy for Sustainable Development, Agrifood Comunicación, en colaboración con el Centro de Estudio e Investigación sobre la Obesidad (CSRO) de la Universidad de Milán y la Universidad Politécnica de Madrid, celebraron el pasado 20 de mayo el simposio internacional “Malnutrición: un enfoque multidisciplinar”.
En el evento intervinieron científicos, investigadores y expertos de los campos de la medicina, economía, psicología, sociología y urbanismo de la talla de Michele Carruba, presidente del Centro de Estudio e Investigación de la Obesidad de la Universidad de Milán; Felipe Casanueva, profesor de medicina en la Universidad de Santiago de Compostela y responsable del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago; Gregorio Varela, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad San Pablo-CEU y Lidia Daimiel, investigadora principal del IMDEA Research Institute on Food and Health Sciences, entre otros.
La creciente prevalencia de esta enfermedad, que afecta a 159 millones de niños y adolescentes, y 879 millones de adultos, coincide con un descenso de la adherencia a la Dieta Mediterránea; el impacto significativo de las condiciones socioeconómicas; la influencia de la interacción entre genes y el entorno en la determinación de diferentes susceptibilidades individuales, fueron los principales ejes en los que se centró el simposio.
Ante esta situación, ¿qué nuevas estrategias pueden utilizar los gobiernos nacionales y las instituciones internacionales para combatir eficazmente el problema de la obesidad? Entre las principales conclusiones que se extrajeron se encuentran la de reconocer la obesidad como una enfermedad crónica y recurrente que, por su gravedad, requiere que la terapia (dietético-nutricional, psicológico-conductual, farmacológica, quirúrgica y de reacondicionamiento físico) se incluya entre los servicios esenciales que prestan los sistemas nacionales de salud.
Además, el diagnóstico del sobrepeso y la obesidad no debe limitarse a un simple cálculo del índice de masa corporal, sino que debe incluir un análisis en profundidad de la composición corporal, la localización de la grasa corporal, su estado inflamatorio y todos los parámetros metabólicos, clínicos, instrumentales y de laboratorio que puedan revelar sufrimiento o daño en otros órganos y sistemas.
Para ayudar a evitar la obesidad, los gobiernos deben promover la difusión de conocimientos que permitan a los individuos tomar decisiones informadas basadas en el pensamiento crítico, adoptar los principios de la Dieta Mediterránea (o un plan dietético similar como la Dieta Atlántica) como la herramienta más eficaz para un estilo de vida equilibrado. La Dieta Mediterránea, más que un régimen dietético, es un método para llevar una vida equilibrada, y sus principios pueden adoptarse incluso en otras zonas geográficas utilizando alimentos locales similares a los típicos del Mediterráneo.
La lucha contra la obesidad debe comenzar desde la infancia, con la introducción de programas obligatorios de educación física, motriz y nutricional -incluidas actividades experimentales- desde la educación infantil para fomentar la adquisición de un estilo de vida equilibrado.
Es muy importante, además, que los sectores público y privado se comprometan a combatir todas las formas de estigmatización y desaprobación social hacia las personas con obesidad, así como que las empresas de producción y distribución de alimentos, junto con las asociaciones del sector, colaboren para limitar las campañas promocionales durante franjas horarias y lugares protegidos.
Además, cabe destacar que las políticas actuales, incluidos los sistemas de etiquetado frontal como Nutriscore, no están reduciendo eficazmente la obesidad o las enfermedades no transmisibles y pueden tener consecuencias no deseadas.
Las conclusiones completas extraídas de este simposio pueden consultarse en el documento adjunto.