Ricardo Migueláñez. @Rmiguelanez
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En las últimas semanas, vengo detectando artículos sobre los malos resultados de las empresas que elaboran las mal llamadas, “hamburguesas veganas” o de proteína vegetal, que no podrían denominarse hamburguesas porque no proceden de carne, tal y como establece la ley. ¿Qué pasa? ¿Es una caída antes de despegar?
Hace unos meses, no había domingo que no desayunáramos con un artículo de un semanal nacional, contando lo bien que iban estas empresas y como conseguían una nueva ronda de financiación, que les permitía invertir en tal o cual patrocinio, incluso al Real Madrid. Pues ya no es así.
Sin embargo, esto ya no es así y parece que el flujo de información sobre estos productos ha parado en los últimos meses.
Cada uno puede leer los datos como considere, pero algunos dicen que que la proteína vegetal ha llegado a su tope en Europa y está cayendo el consumo, influenciado, sobre todo por el precio, pero también, porque los productos no cumplen con las expectativas de los consumidores.
También, desde mi apreciación, creo que hay muchos medios de comunicación que antes apoyaban a tope este tipo de productos que han dejado de apoyarlos. ¿Por qué? ¿Qué les pasa a los medios con los productos plant-based?
La transformación en la cobertura mediática puede atribuirse a varias razones. En primer lugar, el aumento en la disponibilidad de productos plant-based ha revelado una serie de problemas que antes no eran tan evidentes. Los informes recientes han señalado que muchos de estos productos son altamente procesados y contienen ingredientes artificiales, lo que ha llevado a cuestionar si realmente ofrecen los beneficios nutricionales y de salud que se promovían inicialmente.
Además, ha surgido una mayor conciencia sobre el impacto ambiental asociado con la producción de ciertos ingredientes vegetales. Aunque la idea de que los productos plant-based son siempre más ecológicos ha sido ampliamente aceptada, los estudios recientes sugieren que la producción de estos ingredientes puede tener una huella ambiental significativa, a veces incluso mayor que la de algunas prácticas ganaderas sostenibles.
Otro factor que ha influido en el cambio de opinión es la creciente opinión de que estos productos no siempre cumplen con las expectativas de salud y bienestar por su alto contenido de sodio, grasas saturadas y aditivos artificiales que pueden contrarrestar los beneficios percibidos.
Los medios de comunicación han comenzado a reflexionar sobre estos temas y a presentar una visión más matizada, mostrando tanto los aspectos positivos como las limitaciones de los productos plant-based. Este cambio refleja una mayor demanda de transparencia y rigor en la cobertura de temas de salud y sostenibilidad, y una disposición a cuestionar las narrativas que previamente se aceptaban sin reservas.
Por otro lado, también es posible pensar que las empresas han dejado de poner dinero en comunicación como antes hacían, porque las finanzas de estas empresas están complicadas, y éstos han dejado de apoyarlos. No lo sé, pero algo de esto también podría pasar.
Según los últimos datos disponibles, el consumo general de estos productos está a la baja, aunque “los productos similares a lácteos” se mantienen, lo cual puede sugerir que no es una crisis completa del movimiento plant-based. Mientras que las bebidas vegetales mantienen un buen ritmo de venta, los productos que se atascan suelen ser los de alternativas a la carne o al pescado.
En definitiva, la eterna pregunta. ¿Estos productos son una moda o una tendencia? Pues no lo sé, pero el consumo no tira y eso será por algo.