José Manuel Álvarez. Secretario General Asociación de Legumbristas de España
Entre los múltiples impactos negativos que la pandemia provocada por la Covid-19 está dejando a su paso, también se pueden destacar algunos aspectos positivos. Entre ellos, la oportunidad de poder contar con un mayor número de horas para dedicar a nuestra planificación alimentaria, proporcionando una mayor importancia a la variedad, saludabilidad, y no menos importante, al precio.
Las legumbres forman parte de una alimentación sostenible y económica, siendo un alimento que posee un gran potencial nutricional, tanto, que se encuentran situadas en la base de nuestra dieta gracias a su elevada capacidad para combatir numerosos problemas alimentarios. Medio kilo de ellas, tiene la capacidad de alimentar entre 6 a 8 personas, lo que las sitúa muy por encima en una comparativa con productos de origen animal. Por otro lado, son muy fáciles de almacenar ya que en ningún momento pierden sus características nutricionales en cualquiera de sus formas, tanto secas como pre-cocidas o congeladas una vez ya cocinadas. Su genuina característica como alimento saciante las convierte en el mejor aliado en tiempos de pandemia donde prevalecen el estrés y la ansiedad.
Según numerosos informes de la FAO, el consumo regular de este alimento proporciona elevados beneficios a un bajo coste. Como ejemplo de ello, aquellos que optan por una dieta vegetariana, o sufren de intolerancia al gluten pueden disfrutar de la ingesta de una ración de legumbres, como pueden ser las lentejas, que aportan proteínas, y arroz como cereal, con una gran cantidad de fibra, la cual ayuda a mejorar la digestión. La unión de ambas semillas actúa como reguladora del colesterol, contribuyendo al mismo tiempo a la estabilización de los niveles de azúcar en sangre.
Otro aspecto a considerar y que con seguridad ha marcado la hora de elaboración de la comida durante los confinamientos es la enorme versatilidad y capacidad combinatoria de las legumbres, que las convierten en las compañeras ideales para cualquier plato ya sea frío o caliente. Su fácil preparación y sus innumerables formas de presentación seguro que hacen las delicias de cualquier ‘pequeño ayudante’ en las cocinas. Excelente manera de entretener y, al mismo tiempo, enseñar valores y conocimientos cruciales para crear las pautas de sus futuros hábitos nutricionales.
Esta vertiente se ha visto reflejada en los índices de consumo. Si en el período enero-junio de 2019 se consumieron en nuestro país, según datos del MAPA, 78.793 t de legumbres, en 2020 hemos experimentado un crecimiento superior al 25%, alcanzando las 98.785,16 t. Si bien es cierto que parte de este incremento es consecuencia del lógico acaparamiento ante la incertidumbre de los primeros días de confinamiento, también viene a confirmar la tendencia iniciada hace algunos años de un repunte continuo y constante de su utilización en los hogares españoles.
A pesar de ello, una fracción de la sociedad parece seguir dándoles la espalda. El potente marketing de productos altamente procesados o de la comida rápida, se ha convertido en el enemigo alimenticio número uno del intento de establecer los parámetros de una nutrición saludable, natural y más económica. Durante gran parte de 2020 este proceso se interrumpió, gracias a la pandemia de Covid-19.
La parada obligatoria de parte de la cadena de producción y distribución alimentaria seguida la crisis económica causada aislamiento individual en gran parte del mundo, nos obliga a fomentar una dieta más sostenible y arraigada en la identidad alimentaria de cada localidad. No olvidemos que la comida es un factor crucial a la hora de expresar nuestra cultura, y las legumbres son el mejor ejemplo de ello, ya que forman parte de nuestro pasado, presente y dando a conocer sus virtudes, no dejarán de formar parte de nuestro futuro.