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Nada sin Europa

Francisco Martínez Arroyo. Consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha

Blog Rural Siglo 21

Hoy es el día de Europa. Para los que hemos crecido con España dentro de la Comunidad Económica Europea (CEE), hoy Union Europea (UE), los que hemos tenido la suerte de hacer un erasmus o conocer el funcionamiento de las instituciones comunitarias, o respirar el entorno, siempre apasionante y moderno, de la multiculturalidad de Bruselas, esta celebración se conoce, informalmente, como “San Schumann”, una especie de santo laico, al que debemos mucho en el proyecto europeo.

Tal día como hoy, en 1950, Schumann, ministro de Asuntos Exteriores francés pronunció una Declaración para crear una Comunidad Europea del Carbón y del Acero, germen de lo que hoy conocemos como UE. Es un día para recordar la propuesta visionaria de los que se conocen como padres del proyecto europeo, el propio Schumann, Adenauer, De Gasperi y Monet. Y de todos los que han hecho que creciera por el camino.

Todavía no es una fiesta oficial como tal, en nuestro calendario. Lo será. Pronto. Porque nuestro futuro está ligado, indefectiblemente, al proyecto de construcción europeo. Después de la Segunda Guerra Mundial, la creación de este proyecto colectivo es uno de los acontecimientos relevantes, si no el que más, acaecidos en el viejo continente. Hoy, la UE, a pesar de grandes obstáculos, el último de ellos la salida del Reino Unido tras décadas de difícil relación, es el único proyecto supranacional en el mundo, en el que los socios han delegado competencias legislativas, de gestión o de control, constituyendo un verdadero mercado único, con libertad de movimientos para personas, mercancías y capitales, o con una moneda común en la mayor parte de los Estados Miembros (EEMM).

La difícil situación sanitaria vinculada a la pandemia del covid-19, en particular la política de compra de vacunas para todos los EEMM, ha puesto de manifiesto las deficiencias de una administración alejada de la gestión y desconocedora de los mecanismos de contratación y negociación. Pero también ha servido para comprender hasta qué punto, dependemos de una estructura supranacional, como la UE, para defender nuestros intereses en el mundo.

Y para ello, es necesaria, urgente diría, una modernización de la administración comunitaria, profundizando en un funcionamiento más democrático, similar al de los EEMM con sistemas más garantistas, más transparentes y con menos burocracia. Y también, la clarificación de las competencias entre las distintas instituciones -mas aun, si cabe, tras el desafortunado incidente machista en la visita de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a Turquía, recientemente-, reforzar el peso político de sus representantes y la cesión real de competencias en política exterior, inmigración o defensa, en las que una organización como la UE es más útil que 27 pequeñas políticas de los estados en un mundo complejo y extraordinariamente global.

Una de las políticas comunes más importantes de la UE desde su creación, en 1957, es la Política Agraria Común (PAC). La que a principios de la década de los 60 del siglo pasado, nació como una estrategia necesaria para garantizar el abastecimiento alimentario en el continente europeo, se ha convertido en una política de apoyo a la rentabilidad de las explotaciones agrarias, el desarrollo del medio rural, y la protección del medio ambiente ligado a la agricultura y a la ganadería. Se benefician de ella, de manera directa, 7 millones de europeos, nuestros agricultores y ganaderos. Y, de forma, indirecta, a través del acceso a la mejor seguridad alimentaria del mundo, la protección del medio ambiente o el mantenimiento de la actividad y el desarrollo económico del medio rural europeo, los 450 millones de habitantes de la UE.

La PAC es, probablemente, la política europea más común. Y es absolutamente imprescindible. Ha permitido, permite , y lo hará en el futuro, consolidar una agricultura y ganadería de pequeñas y medianas explotaciones, rentables gracias a las ayudas, pero también, gracias a la normativa que emana de la misma, que garantiza reglas comunes y un mercado único. La PAC demuestra que es posible seguir avanzando en el proyecto de construcción europeo, ampliando las políticas comunes en aquellos ámbitos en los que la UE puede ser útil a los EEMM. Hay todavía mucho margen de mejora.

Así pues, hoy es un verdadero día de celebración, en el que reforzar nuestro compromiso con la UE. Nuestro futuro está indudablemente ligado a este proyecto supranacional que, décadas después de su creación, ha demostrado sobradamente su utilidad para todos los europeos. De manera particular, para España. Treinta y cinco años después de nuestra adhesión a la CEE, hoy nuestra presencia en Europa está consolidada, y somos parte del corazón del proyecto, que es ya siempre el nuestro. En un país como España, en el que la democracia ha sido la excepción a la regla durante el siglo pasado, la UE aporta, además, una garantía, ya para siempre, en el respeto a los derechos y libertades, a la igualdad entre todos los hombres y mujeres y a la separación de poderes, entre tantas cuestiones en las que Europa es para nosotros una senda por la que continuar. Sigamos haciéndolo.

¡Feliz día de Europa!

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