Máximo Torero, economista jefe, FAO
Transformar los sistemas alimentarios para que sean más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles y mejorar la producción a nivel mundial, la nutrición, la calidad del medio ambiente y, en suma, la calidad de vida para todos, es el objeto del nuevo el informe de FAO, sobre “El estado mundial de la agricultura y la alimentación (SOFA) 2021: Lograr que los sistemas agroalimentarios sean más resistentes a las perturbaciones y tensiones”.
Un sistema agroalimentario sostenible es aquel en el que se dispone de una variedad de alimentos suficientes, nutritivos y seguros a un precio asequible para todos, sin dañar el medio ambiente y nadie tiene hambre ni sufre de ninguna forma de desnutrición.
Estos sistemas incluyen la producción primaria, las cadenas de suministro de alimentos, las redes de transporte nacional y los hogares, e involucran a muchos actores interrelacionados a lo largo de toda la cadena. Un fallo en cualquier componente puede extenderse rápidamente a través de todo el sistema, desde el productor hasta el consumidor.
De esta manera, la fragilidad de los sistemas agroalimentarios puede afectar en cualquier momento a un gran número de personas, en un contexto en el que 3000 millones de personas ya no pueden permitirse una dieta saludable. Otros mil millones de seres humanos se unirían a sus filas si un desastre natural, una crisis económica o los efectos de una pandemia, por ejemplo, redujera sus ingresos económicos en un tercio.
Las medidas para contener la pandemia en 2020 interrumpieron las cadenas de suministro mundiales y nacionales y provocaron trastornos económicos en muchos países. La pérdida de poder adquisitivo dañó la seguridad alimentaria y la nutrición de miles de millones de personas, especialmente en los países de bajos ingresos y entre los más pobres en los países avanzados.
Asimismo, los costes de los alimentos podrían aumentar hasta para 845 millones de personas si ocurriera una interrupción en los enlaces de transporte críticos, cuando hoy día estamos ya asistiendo a una subida de los precios: según el índice de precios de FAO, tras subir por cuatro meses consecutivos, en noviembre de 2021 el índice se ubicó en su nivel más elevado desde julio de 2011. Más aún la alta concentración de las exportaciones de cereales en pocos países del mundo hace la situación mundial aún más vulnerable si en cualquiera de estos países los enlaces de transporte dejan de funcionar apropiadamente.
Se requiere por tanto una transformación sostenible de los sistemas agroalimentarios del mundo para que toda la población pueda tener un acceso seguro a alimentos suficientes y nutritivos y seguros. Para ello, la FAO ha desarrollado un conjunto de indicadores de resiliencia, entendida como la capacidad de los sistemas agroalimentarios a lo largo del tiempo, frente a cualquier alteración, de garantizar de forma sostenible la disponibilidad de alimentos suficientes, inocuos y nutritivos, y el acceso a ellos, para todos, así como de sustentar los medios de vida de los actores de los sistemas agroalimentarios.
Los indicadores miden la solidez de la producción primaria y la disponibilidad de alimentos, así como el acceso físico y económico a los mercados y a los productos. Por lo tanto, pueden ayudar a evaluar la capacidad de los sistemas agroalimentarios nacionales para absorber las perturbaciones y las tensiones, un aspecto clave de la resiliencia.
Estos están diseñados para medir la solidez de la producción primaria, el grado de disponibilidad de alimentos y el grado de acceso físico y económico de las personas a una alimentación adecuada en países de todo el mundo. Ayudan a investigar y evaluar la capacidad de los sistemas agroalimentarios nacionales para absorber el impacto de cualquier shock, un aspecto clave de la resiliencia.
Cabe destacar que a nivel internacional, ya estamos ante un consenso en torno a la idea de que la transformación de los sistemas agroalimentarios hacia una mayor eficiencia, resiliencia, inclusión y sostenibilidad es una condición esencial para hacer realidad la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
El impulso para el cambio condujo a la primera Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas en septiembre de 2021, que acordó soluciones y estrategias innovadoras para transformar los sistemas agroalimentarios y aprovechar esos cambios para lograr avances en todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por mandato de las Naciones Unidas (ODS). Más de 150 países se comprometieron a transformar sus sistemas alimentarios, prometiendo una mayor participación y equidad entre los agricultores, las mujeres, los jóvenes y los grupos indígenas.
Por su parte, la pandemia de COVID-19 además de dejar patentes las fragilidades de los estratos más débiles de nuestras sociedades, puso y sigue poniendo de manifiesto las fortalezas así como las debilidades de los sistemas agroalimentarios nacionales, que emplean a 4.000 millones de personas directa o indirectamente en todo el mundo. Asimismo, el sector agroalimentario, incluidos la silvicultura, la pesca y la acuicultura, representa el 26% de las emisiones antropógenas de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, ocupando al mismo tiempo el 37% de la superficie terrestre de la Tierra. El sistema agroalimentario, por lo tanto, juega un papel esencial en la realización de otros ODS relacionados con la pobreza, la eficiencia energética y de recursos, economías más limpias y ecosistemas acuáticos y terrestres saludables.
Por todo ello y sobre la base de los datos empíricos del informe, la FAO recomienda que los gobiernos hagan de la resiliencia en los sistemas agroalimentarios una parte estratégica de sus respuestas a los desafíos actuales y futuros, porque, ante todo, necesitamos sistemas agroalimentarios sostenibles que sean capaces de alimentar a 10.000 millones de personas en 2050.