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Posverdad, Resiliencia y Big Data. Nuevos Tiempos

En la modernidad, en los tiempos nuevos, la noticia es flor de un día, y la batalla de los tractores será una efímera victoria en la larga guerra que por su supervivencia libran los agricultores y los ganaderos; si de una u otra forma no consiguen mantener una presencia mediática, todo acabara en un rápido olvido, máxime si no dominamos la sutil terminología, al uso en estos casos, en las que parece que se dice lo que realmente no se dice, y asumimos como victoria lo que en realidad no lo es.

Así por ejemplo debemos dominar la posverdad, para que no nos engañen y encima demos las gracias. La posverdad, es un palabro que hasta hace poco no recogía la RAE, pero que finalmente lo ha definido, como: “distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Pues bien, agricultores, ganaderos, pescadores, aprendamos esto de la posverdad, que es una manera, tan sutil como perversa, de llamar a la mentira, porque es el lenguaje de nuestros días.

Así, si os dicen los políticos encargados de lo agrario, bien de Madrid o en Bruselas que han encarrilado la modificación de las BCAM 1,5,6,7,8,9, consiguiendo unos niveles de condicionalidad aceptables, flexibilizándose las labores imposibles, en línea con lo que el sector agrario demanda y que finalmente han sido aprobadas en el parlamento europeo, alegrémonos por lo conseguido, pero leámoslo con atención para que no nos vendan humo. Otro tanto ocurre con la problemática que se plantea con el comercio con terceros países, que se deja para la próxima legislatura comunitaria con la incertidumbre que ello representa.

Si se pondera y alaba lo resilientes que son los agricultores, los ganaderos, los pescadores, poneros en guardia, porque puede ser un halago envenenado, volviendo al Diccionario de la RAE, que dice : “es la capacidad de adaptarse o recuperarse ante situaciones adversas o perturbadoras”, pues la verdad, contando los que éramos y los que quedamos, tan resilientes no somos, cuanta lagrima de cocodrilo con esto de la España vaciada, y lo que es más, no queremos serlo, porque a fuerza de resiliencia acabaremos en la extinción.

Es una obviedad, que la rápida evolución tecnológica de nuestros días está obligando a cambios drásticos en la empresa agraria, esto no es nuevo, baste recordar lo que supuso la aparición del tractor en la primera mitad del siglo XX. Los procesos de digitalización, unidos a los avances continuos de las materias estrictamente agronómicas y la propia utilización de estos conocimientos, que permiten tanto el acceso a los datos de una explotación en particular, como a millones de explotaciones en su conjunto, conducen a un tipo de empresa agraria nueva con mucha información que no siempre será fácil de digerir.

En la nueva PAC los mecanismos de intervención ya están previstos y exigiéndose, lo restante lleva ya en marcha algún tiempo, y a los conceptos de posverdad y resiliencia, añadamos uno nuevo el de big data, que puede definirse como: “el análisis, captura, autentificación de datos, su almacenamiento, transferencia y utilización “, siempre hablamos de millones de datos. Lógicamente de su aplicación pueden y deben derivarse pautas de actuación de la empresa agraria que mejoren su eficacia económica y social, y también, como no, su tamaño. No hay que ser profeta, para prever una drástica disminución de las de menor dimensión económica a favor de las de mayor dimensión y una ampliación, cada vez mayor y más necesaria de las empresas de servicios agrarios, que realizaran muchas de las labores que actualmente hacen directamente los agricultores y ganaderos

Solo podemos avanzar sobre el futuro cuando este ya es presente, y no olvidar aquello que pudimos hacer y no hicimos, para evitar nuevos errores. Y a este respecto conviene recordar como hace algunas décadas el sector agrario perdió, por falta de suficiente empuje del movimiento cooperativo, la presencia significativa en la distribución de alimentos. Como no añorar, aquel primer intento de crear una televisión propia en la Ciudad de la Imagen de Madrid por el movimiento cooperativo hoy es más necesario que nunca, desempolvar los viejos proyectos, no para hacer lo mismo, porque los tiempos son muy diferentes, sino para conseguir las alianzas necesarias que nos permitan tener una voz propia e independiente.

El primer aliado del sector agrario debe ser la industria agraria, porque debemos ir matizando lo agrario y creo que lo pesquero, para irlo sustituyendo por lo alimentario.  Nuestros medios de comunicación no pueden ni deben estar dirigidos exclusivamente a agricultores, ganaderos o pescadores, sino a toda la sociedad “que come todos los días” y si lo hacemos bien, tendremos un espacio que, aunque no supere al de los deportes, si superara al menos al de la moda. Son muy pocos los espacios que los grandes medios de comunicación dedican al mundo agrario y normalmente en horas de muy baja audiencia, siendo sin embargo mucho más significativos los destinados a la alimentación, indicándonos claramente el camino a seguir.

Las organizaciones profesionales agrarias, pueden y deber contribuir a posibilitar una evolución lo menos traumática posible al sector agrario, pero son las cooperativas las obligadas a gestionar este cambio. Sin duda que no es una tarea fácil, pero tampoco cabe duda de lo apasionante que es. Al mundo transversal e independiente del cooperativismo al que corresponde, de manera destacada, viabilizar el paso de lo agrario a lo agroalimentario.

¡Nunca es tarde si la dicha es buena¡

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