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Situación agónica de la apicultura profesional

Angel Marco Torrubia. Responsable del sector apícola de ASAJA

Si tuviéramos que definir la situación por la que está atravesando la apicultura profesional española, la más importante de Europa, ésta sería de estado límite y agónico. Desde hace varias campañas,  las cosechas no son buenas y los precios de la miel son bajos, pero es precisamente en esta campaña cuando se dan todas las circunstancias para terminar de poner a la mayoría de las explotaciones apícolas profesionales al borde del cierre.

Para empezar la campaña 2022 es una de las más bajas en cuanto a  producción de los últimos 30 años. Desde ASAJA estimamos unas pérdidas de al menos el 50% en las mieles de primavera y del 70% en las mieles de verano-otoño.

La falta de precipitaciones y las elevadas temperaturas han sido sin duda las causas fundamentales de ésta debacle en la producción. La sequía ha propiciado que se encadenen una serie de situaciones que han afectado muy negativamente a la actividad de las colmenas.

La primera de ellas ha sido la baja o nula floración de algunas especies como azahar, romero o tomillo lo que ha provocado falta de alimento y el debilitamiento de las colmenas, condiciones idóneas para que, además de no producir miel, la varroa ataque con más virulencia si cabe que en otras campañas.

Recordar que los apicultores cada vez tenemos menos herramientas para controlar este ácaro, que se ha convertido sin duda uno de los principales problemas de la apicultura española. La falta de rotación en el tratamiento, como consecuencia de la ausencia de alternativas registradas y autorizadas, está favoreciendo la selección de parásitos resistentes. Este proceso de selección se está acelerando y está provocando que los resultados al tratamiento sean cada vez peores y más caros.

Otra de las consecuencias de la sequía ha sido la falta de alimento para el abejaruco, que ha provocado una presión de este depredador sobre las colmenas como nunca se había visto. La masiva presencia en los colmenares de este ave protegida provoca, bien por la depredación directa de las abejas bien por no salir éstas de las colmenas, la muerte de colmenas por colapso.

Además la apicultura ha sido una de las actividades más afectadas por los incendios forestales de este verano, no solo por la pérdida de superficie para esta actividad ganadera, sino también por las pérdidas de los propios colmenares en estos incendios.

A toda esta situación, que ha provocado una importante reducción de cosecha, hay que sumarle el brutal incremento de los costes de producción. La trashumancia de esta campaña ha sido sin duda la más cara de la historia, por el incremento de los precios del combustible. Además, ante la escasez de comida, los apicultores nos hemos visto obligados a incrementar las aportaciones de suplementos como azúcar, pienso con proteína…etc., a unos precios de compra desorbitados.

Y a este desolador panorama hay que sumarle la imposibilidad de repercutir en el precio de la miel el incremento de los costes de producción. Posiblemente este sea el sector agropecuario donde menos se ha aumentado el precio en origen, siempre condicionado a los precios de importación.

Según datos oficiales en el primer semestre de 2022 España importó más de 20.000 toneladas de miel, la cifra más alta de la serie, buena parte con origen chino (oficialmente 5.000 toneladas pero en el sector somos conocedores de la entrada de miel china por terceros países) a un precio medio oficial de 1,42 €/Kg.

Ante la situación de este sector ganadero, ASAJA lamenta que el Ministerio de Agricultura  no nos haya seleccionado para incluirnos  en las ayudas directas arbitradas para compensar los efectos de la guerra de Ucrania, ya que entendemos que los cuatro millones de euros para incrementar las ayudas de la mejora y comercialización de la miel no llegarán al sector. Es muy improbable que en un sector que lleva acumulando pérdidas las últimas tres campañas pueda acometer nuevas inversiones para poder recibir estas ayudas.

Desde ASAJA entendemos que ante una situación excepcional que pone al límite a buena parte de la cabaña apícola española, las administraciones públicas tienen que tomar decisiones excepcionales y rápidas en el tiempo. La única medida que puede ayudar a que los apicultores profesionales no abandonen el sector, con todo lo que ello conlleva, es articular una ayuda directa. El sector apícola cumple todos los requisitos necesarios para beneficiarse de ese 5% de los fondos FEADER destinados a los programas de desarrollo rural y que pueden destinarse a cubrir este tipo de CRISIS.

Tampoco hay que olvidar temas pendientes que no terminan de ser abordados por las administraciones de manera contundente como el etiquetado de la miel, la expansión de la vespa velutina, los ataques de animales salvajes, la mejora de las condiciones de trashumancia, la falta de cobertura por parte del sistema de seguros agrarios, etc.

En resumen que una actividad como la apicultura, vital para el medio ambiente, que desempeñan un papel clave tanto en los sistemas alimentarios como en el mantenimiento de la biodiversidad y los paisajes, está malherida y requiere un planteamiento y puesta en marcha de medidas urgentes.

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