La reunión que mantuvo todo el sector oleícola con responsables del Ministerio de Agricultura el pasado 5 de junio, aunque sin resultados tangibles, fue bastante clarificadora de la situación de nuestra producción de aceite de oliva en la actual campaña 2018/19 y de los caminos que se abren para ver qué posibilidades existen para la puesta en marcha de un proceso de autorregulación de la oferta de mercado.
El MAPA hizo un brevísimo esbozo del actual “statu quo” o, en otros términos, del porqué hemos llegado hasta aquí y del porqué estamos como estamos, recalcando que su actitud, en contra de lo que pudiera parecer, no es pasiva, sino que se basa en “un seguimiento exhaustivo de la evolución de los principales parámetros que condicionan el comportamiento negativo de los precios percibidos por los olivicultores durante la presente campaña.”
Comenzó señalando lo que ya todo el mundo sabe: la fuerte expansión del cultivo de olivar de almazara en España, con un incremento de más de 100.000 hectáreas en los últimos cinco años, pero con una subida sostenida que se inicia mucho antes, en los años 90 del siglo pasado, hasta llegar hasta las 2,7 millones de hectáreas de hoy en día.
Además, los aumentos más recientes, en gran parte con olivares intensivos o superintensivos, en formación de seto, totalmente mecanizados y con riego localizado, han supuesto elevar los rendimientos productivos muy por encima de los del olivar tradicional de secano.
Incluso en estos últimos, donde ha sido posible, se ha instalado el regadío para mejorar su productividad e intentar reducir la vecería (el descanso productivo del olivo) de un año para otro. Mientras que desde 2004 la superficie de olivar de secano ha bajado casi un 6%, la de regadío se ha incrementado un 73,5%, según el MAPA.
Este crecimiento del potencial productivo del sector productor de aceite de oliva, ¿es causa (de los actuales problemas de oferta disponible) o consecuencia? Parece más consecuencia que causa. Consecuencia de la mejora de la comercialización de este producto, principalmente en los mercados exteriores. Si no se hubiese producido ese aumento tan importante de la comercialización, es posible que tampoco se hubiese llevado a cabo ese incremento tan considerable del potencial productivo.
Lo dijo el Ministerio en esa reunión: “si bien las exportaciones se incrementan de manera muy notable en los últimos años, este desarrollo no resulta suficiente para absorber el incremento de la oferta, de manera que los precios resulten remuneradores para todos los productores.”
Es muy gráfico conocer que la media de exportaciones entre los años 1991-2000, periodo en el que se inició la recta ascendente de las plantaciones de olivar, era de apenas 296.000 toneladas. De ahí se pasó entre 2001 y 2010 a una comercialización exterior de 632.000 tn, y ya en esta última década, entre 2011 y 2017, alcanzó las 883.000 toneladas.
Es bastante probable que la actual campaña termine con unas ventas récord en el mercado foráneo próximas a 1,2 millones de toneladas. En esta consideración no hay que perder de vista que Italia ha obtenido también un récord de producción, pero a la baja, con menos de 175.000 tn, algo inaudito para este país y para el “made in Italy” que caracterizó al aceite de oliva a nivel mundial en el siglo pasado.
Más demanda, pero más oferta aún
En conclusión, en esta carrera del sector es evidente que el aumento de la producción nacional del aceite de oliva, debido al incremento de la superficie y a los muy notables cambios en la gestión del cultivo, ha ido mucho más deprisa que el importante auge de la comercialización, sobre todo exterior, porque la demanda interna de consumo sigue en niveles parecidos o incluso inferiores a los de décadas precedentes.
El resultado es el que vemos ahora y el que confirmó el MAPA: “un registro récord de producción, en torno a 1,8 millones de toneladas, muy concentrada en pocos meses, que ha contribuido a que los precios a los que las almazaras venden el aceite de oliva, se haya deteriorado a lo largo de la campaña.”
El descenso medio del precio del aceite de oliva desde el inicio de campaña es de más del 13% y en relación a las dos últimas campañas del 47,5%, con cotizaciones en origen que apenas superan los 2,2 €/kilo para el AOVE de media, rondan los 2 €/kg para el virgen y están claramente por debajo de 1,9 €/kg para el lampante.
Sin que sirva de consuelo para el sector, los precios están aún por encima de los precios de referencia establecidos a nivel comunitario para que se active la medida de ayudas al almacenamiento privado, que son de 1.779 €/tn para el virgen extra; de 1.710 €/tn para el virgen y de 1,524 €/tn para el lampante (B 1º), con recorte adicional de 36,7 €/tn por cada grado de acidez libre superior a 2 grados. Todo eso frente a unos costes medios de producción que, según el propio MAPA, van de 2.400 euros a 2.600 euros por tonelada.
Opciones sobre la mesa
En la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva Español conviven, bajo un mismo producto, distintos y hasta divergentes intereses económicos que, según qué asuntos se aborden, son fáciles o muy difíciles de conciliar. Si se trata de hacer extensión de norma que obligue a pagar una tasa o cuota económica al conjunto del sector para realizar promociones, presentaciones, estudios, análisis de mercado, I+D+i…etc., no hay problema y todos están, más o menos, en la misma onda.
Pero si lo que se pretende es aprobar una extensión de norma para obligar a retirar aceite del mercado y que los precios en origen suban a niveles más acordes con los costes de producción, la cosa cambia. Las dudas y las diferencias surgen ahí: cuando se trata de tocar la cartera de uno para que se beneficie otro, y no sabemos si serán irresolubles e irreconciliables por los intereses económicos en juego.
El único acuerdo, unánime, que alcanzó la interprofesional oleícola el mes pasado fue pedir al MAPA, y así éste se ha comprometido con el sector, para que realice una consulta a la Comisión Europea sobre la viabilidad legal de aplicar, mediante extensión de norma, un acuerdo de adaptación de oferta y demanda de mercado que obligue a todo el sector.
Junto a esta decisión, que no entra a discernir las actuaciones que se llevarían a cabo de alcanzarse ese acuerdo, la directora general de Producciones y Mercados Agrarios del MAPA, Esperanza Orellana, puso sobre la mesa las cuatro opciones que legalmente existen ahora mismo de autorregulación de la oferta de aceite de oliva para que la interprofesional escoja la que mejor pueda adaptarse a los intereses del conjunto del sector.
La primera opción: autorregulación por retirada de aceite de oliva con aplicación de extensión de norma de la interprofesional, que obligaría a retirar producto a todos los operadores (base normativa: artículos 162, 210 y 164 de la vigente Organización Común de Mercados Agrícolas (OCMA) de la PAC. Sería necesario consultar a los servicios de la CE esta posibilidad y luego notificar el acuerdo, en caso de que se llegase al mismo, tanto a la Comisión Europea, como a las autoridades nacionales de Competencia (CNMC) para obtener su conformidad previa.
La segunda opción: autorregulación mediante norma de calidad más estricta a realizar por la interprofesional oleícola, con aplicación de una extensión de norma (base normativa: articulo 164 de la OCMA). Supondría un menor volumen disponible de aceite de oliva en el mercado y el acuerdo se tendría que notificar a la CE y a la CNMC para obtener su conformidad previa.
La tercera opción: autorregulación mediante retirada de producto por parte de la interprofesional oleícola, con acuerdo voluntario (base normativa: artículos 162 y y 210 de la OCMA). Habría que obtener conformidad previa de la CE y notificarles el posible acuerdo, así como a las autoridades nacionales de Competencia para que dieran su visto.
La cuarta opción: autorregulación mediante retirada de producto por acuerdo voluntario de las organizaciones de productores del sector del aceite de oliva (base normativa: artículo 209 de la OCMA). Tendría que solicitarse a la Comisión que confirmara que es posible aplicar un acuerdo de esta índole por parte de las cooperativas, aunque éstas no hayan sido formalmente reconocidas en nuestro país como OPs. En otros términos, asimilar el papel de las cooperativas al de las OPs, ya que éstas no se han creado, ni desarrollado en el sector oleícola español. Y también obligaría a notificar el acuerdo a la CE y a la CNMC para que diesen su conformidad.
Norma de comercialización
Junto a estas cuatro opciones, en la reunión MAPA/OIA del pasado 6 junio se debatieron otras medidas más a medio/largo plazo, como establecer normas de comercialización para regular la oferta a través de la interprofesional, que ahora mismo no están reguladas para el sector de aceite de oliva, sino solo para el vino (que no las ha aplicado nunca), aunque lo estarán seguramente en la futura PAC.
Por parte del sector se volvió a insistir en la necesidad de actualizar los umbrales o precios de referencia del aceite de oliva, a partir de los cuales se desencadena el mecanismo de ayudas al almacenamiento privado, para que reflejen la situación real del mercado.
Se trata de un “viejo” asunto, controvertido (otros sectores en dificultades en los que se planteó tampoco lo lograron, como el lácteo,) que ya se demandó, sin éxito, a la Comisión Europea en la reforma de la PAC de 2013. De nada sirvió que España cuente con peso suficiente y sea el líder mundial en este sector. El MAPA se comprometió a seguir insistiendo en esa revisión en la reforma de la PAC en ciernes, pero sin garantizar nada de antemano.
En el fondo, lo que algunos piensan y esperan de verdad es que sea el mercado el que ponga las cosas en su sitio y resuelva esta anómala situación de bajos precios. Para esto, primero hace falta que se reactive una demanda, que se espera sobre todo por parte de Italia, al carecer casi de aceite propio en la campaña actual, o que la oferta disponible baje en la próxima campaña.
Desde principios de junio parece que el descenso de precios se ha frenado y que la situación es más estable. Incluso se han producido subidas porcentualmente significativas en algunas lonjas en esta última semana. ¿Significa esto un cambio de tendencia? Habrá que esperar a ver si se consolidan estas alzas en las siguientes semanas para “arreglar” un poco la campaña y mientras llega la respuesta de Bruselas a la demanda del sector. Sea lo que fuere, haría bien el sector en seguir avanzando en la posibilidad real de autorregulación, en dejarla bien preparada y acotada legalmente, por si acaso y aunque ésta no se aplique aún al final de la presente campaña o al inicio de la próxima. Nunca se sabe.