Euroganadería

Bruselas contraataca a Trump

RM

La Comisión Europea ha lanzado para este año 2017 una agenda bastante extensa y ofensiva para tratar de alcanzar acuerdos comerciales bilaterales o regionales con diferentes países terceros o bloques que, de llegar a buen puerto en el corto y medio plazo, tendrán, sin duda, repercusiones más o menos positivas o negativas, a favor o en contra, sobre determinados subsectores agrarios y agroalimentarios de la UE y sus mercados.

La victoria de Donald Trump en Estados Unidos, con su ideario comercial proteccionista y el bloqueo del TTIP y del TTP, por un lado, y la revisión del NAFTA (Acuerdo con México y Canadá), por otro;  la decisión del Reino Unido de salirse (“brexit”) de la UE antes de 2019 y el mantenimiento, al menos hasta finales de este año, del veto comercial de Rusia a varias producciones agroalimentarias comunitarias, son factores de peso que “animan” a esta política comercial ofensiva de la UE.

Sus resultados son, sin embargo, impredecibles por las enormes y crecientes dificultades no solo para su aprobación, sino también para su entrada en vigor en la UE, al tener que ser aprobados no solo por las instituciones comunitarias (Consejo y PE), sino también en muchos casos por los Parlamentos de cada uno de los 28 Estados miembros e incluso por parlamentos regionales.

En esta amplia agenda se incluyen:

-TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones) entre la UE y Estados Unidos. Tras desvanecerse la posibilidad de alcanzar siquiera un principio de acuerdo antes del final de la era Obama, con la elección de Trump  la negociación ha quedado algo más que congelada, a la espera de ver cuáles son las intenciones del nuevo presidente norteamericano. La UE está interesada en seguir este acuerdo, pero se ignora por el momento cuáles son las verdaderas intenciones de Estados Unidos, aunque tras lo conocido respecto al Acuerdo Transpacífico (TTP) no existe ni un ápice de optimismo.

En juego están los intercambios comerciales de la UE con su primer socio comercial. En el plano agroalimentario, las importaciones norteamericanas rozan en valor los 20.000 millones de euros, de las cuales, unos 1.500 corresponden a las realizadas por nuestro país. El temor del sector agroalimentario no es solo que no se avance en el acuerdo, sino que puedan producirse retrocesos en los protocolos comerciales en vigor entre Estados Unidos y la UE, que la parte norteamericana pueda introducir nuevas regulaciones tendentes hacia un mayor proteccionismo o mayores demandas de exportación hacia el mercado UE.

En cambio, no ayudan informaciones sobre que Estados Unidos podría volver a introducir medidas de represalia a ciertas importaciones comunitarias por la disputa sobre la prohibición comunitaria de importar carne de vacuno tratada con hormonas. Una polémica que la UE creía resuelta, pero que la Administración norteamericana ha abierto al considerar que la cuota de importación de carne de vacuno de carne de calidad, acordada como contraprestación, es pequeña y no compensa el mantener la prohibición sobre la carne hormonada.

-CETA (Acuerdo de Libre Comercio entre la UE y Canadá). El próximo 2 de febrero el Pleno del Parlamento Europeo deberá decidir si lo ratifica o no. En caso afirmativo, este acuerdo podrá aplicarse de forma provisional. Después deberán ratificarlo cada uno de los parlamentos nacionales o regionales de los Estados miembros de la UE. No se sabe qué puede pasar si alguno de estos últimos se opone al mismo, por lo que previsiblemente, al igual que se hizo con la región belga de Valonia, se negociará para evitar el bloqueo e intentar que en algún anexo del acuerdo se tengan en cuenta sus intereses.

Este acuerdo crea menos problemas que el norteamericano, aunque no está exento de ciertas reticencias para parte del sector agroalimentario europeo. El enfoque actual de la Comisión Europea es limitar la liberalización total de las importaciones de productos agrícolas sensibles en todas las negociaciones comerciales.

En el caso del Acuerdo con Canadá, la UE eliminará el 92,2% de sus aranceles agrícolas, cuando entre en vigor, para llegar al 93,8% al cabo de siete años. A nivel de cuotas, por ejemplo, el contingente arancelario acordado en este Acuerdo para la carne de vacuno asciende a unas 45.838 toneladas, que se aplicará progresivamente a lo largo de cinco años, y corresponde aproximadamente al 0,6% del consumo comunitario de este tipo de carne. Sin embargo, preocupan otros cambios unilaterales y sin causas justificadas por la parte canadiense, como los realizados en algunos protocolos de importación, que frenan los envíos, por ejemplo, de ciruelas, nectarinas o caquis.

-Ucrania. Se trata de un acuerdo muy político, con concesiones unilaterales, ya en vigor, por parte de la UE para contrarrestar la pérdida de su comercio con Rusia por parte de este país del Este, tras la anexión de Crimea y la presión sobre otras regiones ucranianas. Estas concesiones de la UE se dan en cereales, aunque también en otros productos, como la miel y el tomate transformado. Este acuerdo debe ser ratificado por el Parlamento Europeo, aunque no se prevén dificultades, porque la mayor parte de los Estados miembros quieren que Ucrania incorpore de forma paulatina el acervo comunitario.

-Mercosur. Hay mucho interés por parte de algunos de los países de este bloque regional sudamericano (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) de aprovechar el “parón” del TTIP con la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos para impulsar un acuerdo comercial ambicioso con la Unión Europea, a pesar de que las reticencias de algunos países comunitarios, sobre todo Francia, son importantes. De cualquier forma, las negociaciones siguen avanzando, aunque el capítulo agrícola será uno de los más controvertidos de negociar (sobre todo en vacuno de carne, azúcar, etanol, cereales, oleaginosas, zumo de naranja concentrado…, etc.).

Se trata de productos muy sensibles para el sector agrario de la UE, cuya liberalización arancelaria y contingentación deberá contar con amplios plazos de aplicación. España quiere un acuerdo comercial a toda costa y, aunque el Ministerio de Agricultura espera contar con generosos plazos de aplicación para los productos agrarios sensibles, la posición del Gobierno parece más proclive a ceder a nivel global si con ello se logran concluir las negociaciones. A su vez, la Comisión Europea argumenta que se tendrán en cuenta esos productos sensibles y recuerda que los países del bloque son una oportunidad para otros productos, como el aceite de oliva, vino, frutas y hortalizas y algunos lácteos.

-Sudáfrica. El pacto comercial alcanzado entre la Unión Europea y varias naciones de África del Sur, entre ellas Sudáfrica, preocupa al sector citrícola español, debido al aumento progresivo del cupo de importación y del calendario de importaciones, que suponen no solo problemas de competencia (en pleno mes de enero y de cosecha española, varias grandes superficies han seguido vendiendo naranjas sudafricanas a precio de saldo), sino también el temor a la entrada de plagas, como la “Black spot” (Mancha negra) a través de determinado puertos comunitarios, como el de Rotterdam o Edimburgo.

-Japón. En los últimos meses las negociaciones para llegar a un acuerdo de libre comercio con el país del sol naciente se han intensificado, pero aún quedan muchos flecos pendientes, entre ellos el del capítulo agrícola, para que puedan darse por consolidados algunos avances. Más que las barreras arancelarias, que podrían ir reduciéndose progresivamente, a la UE le preocuparan otras barreras no arancelarias y de acceso a este mercado. Probablemente, la “marcha atrás” de los EE.UU. de Trump sobre el Acuerdo Transpacífico (TPI), sirva para acelerar las negociaciones comerciales con la Unión Europea. Se espera alcanzar este acuerdo a lo largo del presente 2017, pero ya veremos.

-Ecuador, Colombia y Perú. Recientemente el Parlamento Europeo ratificó la incorporación de Ecuador al Tratado comercial que la UE mantiene ya con Colombia y Perú. Algunos sectores productivos, como el del plátano y las flores cortadas, estarían entre los más afectados, a pesar de las cautelas (contingentes y calendarios de entrada) acordadas por la Comisión Europea.

-Vietnam. El tratado comercial con este país asiático, así como con Corea del Sur es ya de aplicación provisional. La Comisión Europea ha adoptado también cautelas en relación con algunos productos agrarios sensibles, caso del arroz, cuyas importaciones solo se han liberalizado parcialmente, con contingentes arancelarios que representan aproximadamente el 8% de las importaciones totales de este cereal por la UE, dos tercios de las cuales se marcarán como arroz no producido en la UE o destinado a su transformación por la industria arrocera comunitaria.

-Túnez. La CE ha lanzado una consulta pública sobre los diferentes capítulos de negociación con el país norteafricano con la intención de concluir en una zona de libre comercio “profunda” y “completa”, en el marco del Acuerdo de Asociación de 1998. Se trata también de un acuerdo político, con el que la UE quiere dar un mensaje de apoyo a este país, donde se inició la maltrecha “primavera árabe”, para evitar que caiga en la inestabilidad social y económica. Este acuerdo ya prevé una liberalización de los intercambios agrícolas entre Túnez y la UE, por lo que se avanza en crear una zona de libre comercio, con el desmantelamiento de los derechos de aduana y con la mejora de los contingentes para los productos sensibles, periodos de transición para el país norteafricano, ajustes del régimen de precios de entrada, medidas no arancelarias, etcétera. Se trata del principal proveedor tercero de aceite de oliva al mercado comunitario, aunque sus importaciones en 2016, libres de aranceles, con un contingente de 35.000 t, que no habría sido utilizado nada más que en una tercera parte a finales de año. La base del acuerdo de libre comercio podría guiar a los previstos por la UE en el mismo sentido con Egipto, Jordania y Marruecos, tal y como aprobó el Consejo de la UE en diciembre de 2011.

-México. La UE quiere renovar y modernizar el actual acuerdo comercial con México, a raíz de la visita que realizó el comisario de Agricultura, Phil Hogan, a este país centroamericano. Y esto podría tener mucho más sentido, al igual que en el caso de Mercosur, por la orientación política proteccionista por la que parece haberse decantado Estados Unidos con Donald Trump. Tiene un gran potencial para los productos agroalimentarios, siendo el cuarto consumidor mundial de carne de porcino, y con grandes posibilidades para productos transformados, vino y aceite de oliva, aunque este país también es un actor importante en el sector hortofrutícola. Ante la existencia de bastantes barreras no arancelarias, la CE tiene abierta una consulta pública para recabar información de los problemas que existen para exportar hacia ese destino y encontrar posibles soluciones.

-Corea del Sur. Este país asiático se ha mostrado con un gran potencial de demanda y es un “salvavidas” para las exportaciones comunitarias de carne de porcino y productos lácteos de la UE. Bruselas quiere también actualizar el actual acuerdo comercial para fomentar aún más ciertas exportaciones, ante la existencia de problemas por barreras no arancelarias y de acceso a su mercado de frutas y hortalizas, sobre todo cítricos, cuya liberalización total se acordó que no llegase hasta 20 años después.

-Australia y Nueva Zelanda. Los países oceánicos son los últimos en llegar a la órbita de las negociaciones comerciales de la UE, que les considera de gran potencial de consumo para los productos europeos. El Consejo de la UE espera lanzar las negociaciones este mismo año. Al sector agroalimentario europeo les preocupa el gran potencial de competencia que tienen estos países, sobretodo Nueva Zelanda, en las producciones de ovino y vacuno de carne y lácteo, que son considerados muy sensibles para la parte europea. La UE es el segundo socio comercial de Nueva Zelanda, con intercambios que superan los 8.000 millones de euros al año. Bruselas señaló que en las discusiones preparatorias y en las negociaciones de los acuerdos de libre comercio con ambos países oceánicos se tendrá en cuenta el carácter sensible de los productos citados.

-Singapur. La UE y Singapur cerraron en 2014 las negociaciones para un acuerdo integral de libre comercio. Antes de su aprobación formal, la CE presentó ante el Tribunal de Justicia Europeo (TJUE) una impugnación de competencias frente a los Estados miembros, que consideran que los acuerdos comerciales deberían ser de competencia compartida y ser aprobados también por cada uno de los 28 Parlamentos nacionales y/o regionales antes de su entrada en vigor, y que no sirve solo con ser aprobados por las instituciones comunitarias.

Por su parte, la Comisión Europea quiere hacer valer que los nuevos acuerdos comerciales deberían ser exclusivos, es decir, que solo sería preciso que fueran aprobados por el Consejo y el Parlamento Europeos para entrar en vigor.

Tras una audiencia sobre esta cuestión a mediados de septiembre del pasado año, la abogada general del TJUE emitió su opinión particular (que suele tener en cuenta a menudo para su decisión final el Tribunal) en diciembre pasado, considerando que el Acuerdo de Libre Comercio con Singapur solo puede celebrarse entre la UE y los Estados miembros de forma conjunta, pues no todas las partes del acuerdo son competencia exclusiva de la UE, sino que otras deben ser compartidas con los Estados miembros, que deben también ratificar el acuerdo.

La decisión al respecto del TJUE, que se espera para este año, va más allá del ámbito del acuerdo de la UE con Singapur. El dictamen del máximo organismo judicial comunitario sobre este asunto no solo determinará si dicho acuerdo es competencia exclusiva o no de la UE, sino que podría suponer un precedente para futuros acuerdos comerciales. Si el Tribunal dice finalmente que hay que compartir competencias o que el acuerdo invade las que son de los Estados miembros, se pondría en cuestión toda el actual diseño de la política comercial de la Unión Europea.

-Instrumentos de defensa comercial. Una de las prioridades de la Comisión Europea para este año 2017 es concluir la reforma de los instrumentos de defensa comercial, con el fin de que la UE disponga de medidas para hacer frente a la actual situación del entorno internacional, respetando al mismo tiempo sus obligaciones en el marco jurídico de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Para Bruselas, la UE debe asegurarse que sus instrumentos de defensa comercial sigan siendo eficaces para hacer frente a las importantes distorsiones del mercado en determinados países.

Aunque la reforma de las medidas “antidumping” que prepara la Comisión es aplicable a los bienes industriales, se considera que los mismos parámetros deberían seguirse para los productos del sector agroalimentario, principalmente algunos como los hortofrutícolas, que tienen que hacer frente a una creciente competencia extracomunitaria, que provoca distorsiones y perturbaciones en el mercado de la UE, mientras que, a la vez, las exportaciones comunitarias tienen que vérselas con políticas muy proteccionistas en gran número de países terceros que impiden o limitan considerablemente, mediante barreras no arancelarias o de tipo técnico, el acceso de los productores europeos hacia esos mercados.

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