El medio rural abarca aproximadamente el 90% de la superficie de la Península Ibérica. Según datos de 2021, la población empadronada en municipios rurales era de cerca de un 16% del total de la población española. Pocos, pero trascendentales, ya que tradicionalmente sostienen la economía de los pueblos con actividades ligadas a la generación de alimentos, y entre ellas, las explotaciones ganaderas donde se elabora el foie gras y los derivados del pato. Y es que es un hecho indudable que este alimento está íntimamente ligado al campo español.
Por empezar por el principio, miles de familias en España viven de su producción, ya sea de forma directa o indirecta, en zonas rurales del norte y centro de la península. Así, la producción de foie gras se encuentra principalmente en las zonas de Castilla y León, Navarra, País Vasco, Cataluña y Aragón, siendo una actividad que contribuye a fijar la población y dinamizar la economía, donde se localizan todas las granjas autorizadas para la cría de pato.
De esta manera, la producción de foie gras y derivados del pato desarrolla un papel muy importante en estos lugares, ya que contribuye a frenar el abandono de las zonas donde dichas granjas se encuentran ubicadas. Pero, además, el sector supone una importante actividad económica que ayuda a mantener a muchas familias de la España vacía.
Los datos no engañan y el trabajo de los profesionales del sector de estos lugares se refleja en la relevancia del sector dentro y fuera de nuestras fronteras. España es el cuarto productor europeo de foie gras, por detrás de Francia, Bulgaria y Hungría, y el segundo consumidor a nivel mundial. Nuestro país ha criado a 577.559 patos en 2022 y ha producido 1.058.585 kilos de foie gras de pato transformado en 2022.
Además, se comercializa el resto de los productos derivados del pato tanto en el mercado nacional como internacional, donde son muy apreciados, tal y como reflejan las ventas en España, que alcanzaron los 51.988.606 euros en 2022, mientras que a nivel europeo las ventas exteriores llegaron a los 2.653.487 euros, y fuera de la UE se situaron en los 1.002.928 euros, un 0,7% más que en 2021.
Por ello, y sin dudarlo, puede decirse que la industria del foie gras es un aliado del mundo rural, comprometida con la calidad y el bienestar animal.
Compromiso con el bienestar animal
El sector del foie gras no solamente es reconocido por la calidad de sus productos a nivel nacional e internacional, sino también por el compromiso que sus profesionales mantienen con el bienestar animal de las granjas de producción las zonas rurales en las que se encuentran en toda España. Y es que, en la actualidad el bienestar animal es uno de los aspectos más valorado por los consumidores y por los grupos de opinión que esperan que los alimentos se produzcan en condiciones que respeten el bienestar de los animales, los principios éticos, cuidando el medio ambiente y con una higiene y una seguridad alimentaria máxima.
Por ello, la Asociación Interprofesional de las Palmípedas Grasas (Interpalm) llevó a cabo en 2020 la elaboración de su “Código de Buenas Prácticas de Bienestar Animal para la producción de Foie Gras y productos derivados del pato”, mucho antes de los recientes dictámenes científicos emitidos este mes de mayo desde la EFSA con relación a los sistemas de alojamiento y el bienestar animal.
Una valiosa herramienta de control y evaluación del bienestar en todas las fases del ciclo de las palmípedas grasas, mediante el establecimiento de indicadores, cuya valoración, proporciona al operador datos individualizados que le permiten conocer e implementar aquellas medidas necesarias para la mejora continua del bienestar en sus animales, desde la cría hasta su sacrificio.