Ricardo Migueláñez. @Rmiguelanez
La inversión en el sector “Agrobusiness” está ganando cada vez más protagonismo en la comunidad inversora, según destacó recientemente en un breve informe la consultora CBRE. En este complicado año que ya termina, a pesar de los malos resultados agroclimáticos en muchas de las producciones agrícolas, la inversión en el sector agrario y agroalimentario se duplicará respecto al anterior, hasta llegar a los 2.000 millones de euros, siendo el segundo ejercicio de subida, tras los años 2021 y 2022, en los que creció un 20%, destaca la firma de consultoría.
A nivel mundial, más de 900 fondos de inversión están especializados en la actualidad en el sector agroalimentario, mientras que hace tan solo 15 años superaba apenas un centenar. Aunque Norteamérica concentra más del 50% de las inversiones de estos fondos, Europa viene creciendo su cuota de actividad, a medida que tanto inversores, como gestores exploran las oportunidades que presenta cada entorno de su geografía, según señala CBRE.
En concreto, añade esta consultora, la Península Ibérica juega un papel muy importante en este tipo de inversiones tanto por su clima, como por la variedad de cultivos, la calidad de sus tierras, por su eficiencia en sistemas de regadío y también por el tamaño o dimensión de sus fincas.
No obstante, habría que decir aquí que en toda inversión es obligado una selección y que reunir todas o, al menos, la mayoría de esas características que se piden a una explotación o finca agraria no resulta nada fácil, a pesar de que existen oportunidades.
CBRE destaca con razón que en los últimos años el sector agrícola se ha profesionalizado y ha evolucionado enormemente, convirtiéndose en una oportunidad real y atractiva para inversores más sofisticados.
De este modo, añade, la inversión institucional en Agribusiness en España continúa instalada en una tendencia positiva, habiendo aumentado en un 20% en 2022 y con previsiones de superar los 2.000 millones de euros durante el presente año que está a punto de acabar.
Durante el actual 2023, según CBRE, las inversiones que se vienen llevando a cabo se distribuyen de forma más o menos equitativa entre las operaciones de compraventa de tierras y en aquellas otras que tienen que ver con la industria de transformación y distribución de alimentos y productos agrícolas.
Dentro de lo que se denomina Agribusiness se incluyen diversos tipos de activos. Por un lado, aquellos activos que son fincas rústicas o tipos de negocios con una producción agrícola, como cultivos leñosos (olivares, almendros, aguacates o pistachos) u hortícolas al aire libre o de invernadero, junto con toda la industria auxiliar que les ofrece servicios.
De hecho, la firma de consultoría ha venido participando en operaciones a lo largo de toda la cadena agroalimentaria, especializándose en la compraventa/arrendamiento de fincas rústicas, sobre todo en una de las operaciones más reiteradas, como es la de “sales&leaseback” (compra de tierras con contrato de arrendamiento posterior al propietario que las vende), que vienen ofreciendo rentabilidades que parten desde el 5% hasta superar en algunos casos retornos del 15% o más. Esto último se da principalmente en las inversiones que realizan los fondos de “private equity”, de participación en empresas que operan en el sector agrícola.
La rentabilidad es menor si se alquila la tierra que si se contrata a un productor, asumiendo en este caso el riesgo asociado a las cosechas, añade CBRE, que también entre sus servicios ofrece asesoramiento para operadores y empresas de este sector.
“Sales&back” de muy bajo riesgo
Más en concreto, la operación de “sales&back”, donde se compran tierras con acceso al agua para luego alquilárselas o arrendárselas a un productor, es de muy bajo riesgo, según la firma consultora, pues ofrece dos retornos a la inversión que se realiza. Uno, a través del flujo del alquiler y, otro, el que ofrece la propia revalorización a apreciación del valor de la tierra de cultivo adquirida, con subidas a doble dígito anual en los últimos años.
CBRE espera que el interés inversor continúe al alza en nuestro país, debido a las “atractivas rentabilidades” que ofrece este tipo de inversiones inmobiliarias por el incremento de precios de la tierra productiva con agua y también por la posibilidad que brinda desarrollar portfolios diversificados (minimizando la volatilidad y reduciendo el riesgo).
En la actualidad, según la firma, los precios de estas tierras de cultivo pueden oscilar entre 30.000 y 100.000 euros por hectárea. Las que cuentan con derechos de uso de agua sin nada plantado pueden llegar a transaccionarse a entre 30.000 y 50.000 euros/hectárea, pero también alcanzar o incluso superar los 100.000 euros por hectárea en algunas plantaciones intensivas, por ejemplo, las dedicadas a cultivos subtropicales (mango, aguacate, chirimoya…etc.), añade la consultora.
Las operaciones de inversión en las tierras de cultivo se concentran en este momento, según CBRE, en aquellas que cuentan con acceso a regadío, mientras que las de secano destinadas a la producción agrícola únicamente se transaccionan entre inversores locales.
Según recientes declaraciones a “El Periódico de España” de Manuel Valadas de Albuquerque, responsable del departamento de CBRE para el Sur de Europa, “los fondos de inversión solo invierten ahora donde hay agua. Por ejemplo, en Alqueva, en Portugal, o en otras zonas de Andalucía o de la provincia de Badajoz. Además, prefieren terrenos de latifundio, con cultivos leñosos (frutos secos, aguacates, cítricos, frutos subtropicales, frutos rojos u olivos), aunque sin descartar plantaciones hortícolas.”
Al respecto, el director de Agribusiness de la firma consultora destaca cuatro perfiles de inversores en el sector agroalimentario español: por un lado, aquellos ciudadanos locales que compran tierras en su zona; por otro, las “family office” o vehículos privados de inversión que dedican parte de su cartera a invertir en el campo; en tercer lugar, empresas industriales y, por último, fondos de inversión con un perfil de “private equity” (capital privado). Cada uno de ellos participa en una parte de la cadena de valor agroalimentaria y, por ejemplo, los “prívate equity” no compran tierras, sino que únicamente invierten en la parte industrial, en genética o en tecnología.”
Transición sostenible
En los últimos seis años, según el estudio de la consultora, de media se han transaccionado más de 400.000 fincas rústicas al año. En la primera mitad de 2023, el número de compraventas en estos bienes inmobiliarios alcanzaron las 234.000, de las cuales un 43% tuvieron lugar solo en tres CC.AA., en Castilla y León, Andalucía y Castilla-La Mancha.
La relevancia del Agribusiness en nuestro país se refleja en la proporción de Superficie Agrícola Utilizada (SAU), de las que 17 millones de hectáreas son de cultivo (76% en secano y 24% en regadío). España ocupa el segundo lugar en extensión agraria de la Unión Europea y dentro de los cultivos más importantes en valor está el del olivar, el almendro y los cítricos.
La firma de consultoría destaca, que el cambio climático tiene un efecto directo en la agricultura y va a ser un factor determinante a futuro. Ante la alarmante situación de escasas precipitaciones, las tierras de regadío con acceso a agua se han revalorizado y el riego localizado, mucho más eficiente que el tradicional, se ha extendido.
Además, no hay que dejar de mencionar los efectos que traerá consigo la aplicación de la nueva Política Agraria Común (PAC) en el medio plazo. Una PAC que supone un hito en la transición hacia un sector agrario sostenible, que promete proteger los recursos naturales y su biodiversidad, priorizando para ello las zonas rurales.
En este sentido, añade la consultora inmobiliaria, todo apunta a que en los próximos años el Agribusiness se consolidará como un sector estratégico y con un papel fundamental en la economía española, con la sostenibilidad y la innovación tecnológica como los dos pilares fundamentales que deberán formar parte de la “hoja de ruta” de todos los actores de este importante mercado.