No ha sido un buen año en líneas generales para el conjunto de los subsectores ganaderos. Si nos atenemos a las cifras manejadas por la Administración en su primer avance sobre el comportamiento de la renta en 2015, a pesar de haberse registrado un aumento de la producción en sectores claves como el porcino vacuno o la leche, el valor de la misma experimentó una reducción de casi 400 millones de euros sobre el año anterior para situarse solamente en poco más de 16.000 millones de euros. Si tenemos en cuenta las posiciones del sector, el año ha sido malo, mucho peor de lo que se refleja en las estadísticas que, en su opinión, se hallan alejadas de la realidad.
Esta situación de las producciones ganaderas obedecería principalmente a dos razones. Una, por el mal funcionamiento de los mercados por falta de los necesarios mecanismos de regulación cuando existe un ligero incremento de la oferta. Dos, por el peso dominante de la gran distribución imponiendo precios en origen para mantener sus ventas al margen de los costes de los ganaderos.
En la parte positiva, los sectores han reducido pérdidas al beneficiarse de la estabilidad o bajada de los precios de algunas materias primas para la alimentación animal como los cereales consecuencia de las importaciones.
Leche, la crisis más larga
La leche ha sido el conflicto estrella consecuencia de los bajos precios percibidos por los ganaderos. Tras unas buenas cotizaciones medias por encima de los 0,32 euros en los primeros meses del año, con la desaparición de las cuotas se produjo un exceso de oferta en todos los países comunitarios, situación que se agravó por una demanda mundial por debajo de las previsiones. En el caso concreto de España, esa situación se sumó a la existencia de una industria cuya actividad principal es la venta de leche, con escaso desarrollo en la elaboración de otros productos de mayor valor añadido y su escasa presencia, salvo excepciones como Reny Picot en los mercados exteriores. Todo ello dio lugar a precios por debajo de los 0,20 euros en las zonas de mayor producción como Galicia, en toda la cornisa cantábrica y norte de Castilla y León.
Frente a esta situación, Agricultura puso en marcha una batería de medidas para incentivar la demanda, apoyos para la concesión de créditos y, sobre todo, la disposición de 20 millones de ayudas directas nacionales, junto a otros 25,5 millones procedentes de Bruselas para compensar los bajos ingresos de los ganaderos. A estas ayudas se sumó el acuerdo para la sostenibilidad del sector impulsado por Agricultura y suscrito por industriales y la gran distribución en medio de las movilizaciones de los ganaderos, por el que se contemplaba una mayor valorización de la leche, eliminar las ventas de oferta y, en la práctica, un acuerdo tácito para que el precio de la leche subiera unos tres céntimos de media y que esa cifra se repercutiera hasta el final de la cadena en el campo.
Los precios de la leche subieron discretamente en destino, pero el incremento percibido por los ganaderos hasta el mes de diciembre se hallaba solamente entre uno y dos céntimos de media, lo que supuso la continuidad de las protestas finiquitadas solamente vía acuerdos logrados directamente por los ganaderos y la gran distribución con los tractores en la calle.
Con esos compromisos se pueden haber parado las protestas, pero no solventado una crisis que se habría cerrado en falso mientras no se ponga sobre la mesa toda la problemática del sector desde el modelo de explotación, sus problemas de endeudamiento, el papel de una industria que debe reordenarse y de una distribución en pie de igualdad con toda la cadena.
Porcino, mercados saturados
El porcino tampoco escapó de la crisis en una situación derivada, en parte por un aumento de la producción y la continuación del cierre de la frontera rusa. Con poco más de 86.000 explotaciones frente a las 200.000 granjas familiares que hubo en el pasado, es el sector ganadero de mayor crédito, no solo por el mantenimiento de las cabañas en más de 26 millones de animales y el sacrificio de más de 40 millones de cerdos al año, sino por su capacidad para la búsqueda de nuevos mercados para carnes, despojos y para los productos derivados con ventas por más de 3.000 millones de euros, lo que le supone el primer lugar en las ventas alimentarias en el exterior. En poco más de una década, ha pasado de 2,5 a 3,7 millones de toneladas, de las que más del 40% se colocan de una u otra forma en todo el mundo donde, por su volumen, destacan el resto de los países comunitarios. El pasado año, con motivo del cierre de las fronteras rusas, fue uno de los sectores que hicieron mejor frente a la crisis que suponía la decisión de Moscú abriendo nuevos mercados fundamentalmente en Asia, en competencia con las exportaciones de terceros países. Esa es una de las razones por las que el porcino es uno de los buques insignia y ejemplo del sector agroalimentario para la administración española.
Actualmente, a consecuencia de esas buenas posibilidades de vender en el exterior, principalmente Asia, pero también en otros países comunitarios como Francia, donde temen la mayor capacidad de competir del sector español, la producción de porcino en España ha registrado un crecimiento en el último año según el propio sector de entre un 6,5 y un 7% hasta acercarse a los 3,7 millones de toneladas, una vez que los ganaderos han superado los problemas y las inversiones provocadas por la aplicación de las normas sobre bienestar animal.
Frente a la cotización de 2014 que llegó a 1,5 euros kilo. Los precios altos se mantuvieron durante la mayor parte del primer semestre del año para caer a menos de un euro frente a unos costes de producción medios de entre 1,12 y 1,15 euros kilo, lo que supuso pérdidas de unos 14 euros por animal sacrificado. Al final, el almacenamiento será la respuesta tardía.
Conejos de oferta
Los productores de conejos, con algo más de 3.000 granjas frente a las más de 5.000 explotaciones de hace solo siete años, han denunciado en los últimos meses la existencia de unos precios en torno a 1,50 euros kilo vivo frente a unos costes medios de producción por encima de los 1,80 euros, lo que supone estar produciendo en una situación de pérdidas. Esta circunstancia se mantiene en los últimos años y ha supuesto una caída de la oferta de unas 100.000 toneladas a solamente unas 60.000 toneladas.
El sector de la producción de la carne de conejo acusa a la gran distribución de estar por detrás de esa permanente caída de los precios al tener a esta como un producto de oferta, promoviendo además una imagen negativa de la misma frente a los consumidores, cuando tiene importantes ventajas nutricionales en relación con otras más caras. Al margen de ser víctima de la estrategia comercial de la gran distribución, la carne de conejo se enfrenta también a una menor demanda por parte de los nuevos hogares y, sobre todo de la población más joven, menos acostumbrada a cocinar este tipo de producto.
El pollo de reclamo
Con la gran distribución como blanco de las denuncias de los productores, el pollo ha pasado meses de crisis. Con 1,2 millones de toneladas, se trata igualmente de una carne utilizada frecuentemente como un producto barato de oferta, reclamo de la cesta de la compra. Esta circunstancia hace que los precios medios de venta para una unidad se hayan mantenido en una media de 2,18 euros kilo, mientras algunos de esos grandes grupos de la distribución, con establecimientos en países vecinos, como Francia, lo comercializan a 3,50 euros kilo, sin que haya diferencias en materia de calidad o costes de producción. En España, la batalla entre esos grandes grupos de la distribución llevó a poner el precio del pollo hasta a 2,08 euros kilo, cifra que se traduce en una caída de los precios a lo largo de toda la cadena hasta el granjero con un descenso en el número de explotaciones desde las 7.000 que había en 2008 a las menos de 5.000 de este año.
El ovino, espejismo oficial
En este escenario de subsectores ganaderos en horas bajas, finalmente cabe señalar el deterioro permanente del sector del ovino, clave en el mantenimiento del medio rural con caída permanente de censos hasta solo unos 13 millones de cabezas. De forma sorprendente para el sector, las cifras oficiales hablan de un sector que en 2015 tuvo un incremento de la producción de casi el 2% y una subida de los precios del 19%, datos que no se cree Paco Marcén, responsable de la Cooperativa Pastores, una de las entidades de referencia en el sector. En su opinión, a los buenos precios percibidos por los ganaderos en los primeros meses del año, siguió una caída de las cotizaciones el resto del ejercicio.