Euroganadería

¿Hasta dónde subirán los precios del aceite de oliva?

Quién lo iba a decir. Hace apenas un par de campañas, el problema del sector oleícola eran los excedentes y el bajo precio del aceite de oliva, a pesar de marcar récord en exportación de más de un millón de toneladas e incrementar la demanda interna por encima del medio millón. Los productores pedían entonces ayudas para el almacenamiento privado y para poder retirar oferta de manera que los precios no siguieran hundiéndose por debajo de los costes de producción.

Hoy, por el contrario, con datos avanzados hasta finales de abril de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) la situación es muy distinta. No hay oferta suficiente en el mercado, debido a una escasa producción de poco más de 681.000 toneladas, cuando la media de las últimas cuatro campañas (2018-19 a 2021-22) fue de 1,45 millones de toneladas, es decir, más del doble que la de ahora, y cuando tampoco en el exterior, ni en el resto de países productores de la UE, ni en el resto del mundo hay demasiadas existencias.

Debido a la meteorología, la producción mundial en la actual campaña 2022/23 será un 26% inferior a la de la anterior, pasando de casi 3,4 millones a poco más de 2,5 millones de toneladas, y estará también un 23% por debajo de la media del último lustro (2017/18 a 2021/22).

En la Unión Europea, la producción se prevé que no llegue ni a 1,4 millones de toneladas (inferior a lo que solo España tuvo en 2021/22, con algo más de 1,49 Mt). Esto supone casi un 40% menos que entonces y un 35% menos que la media del quinquenio anterior.

Además de la baja producción española, la nota más novedosa es que Grecia, con un 24% del total y una previsión de 330.000 t de aceite de oliva, volverá a superar al “totém” del AOVE, Italia, que solo obtendrá un 17% del global de la UE y 240.000 toneladas.

En el resto de países productores del mundo (principalmente Túnez, Turquía, Marruecos y Siria), la producción oleícola se quedará en solo 1,12 millones de toneladas en 2022/23, un 1% menos que en la pasada campaña, con Túnez (el principal abastecedor tercero de nuestro país y de la UE), con apenas 180.000 t de producción, un 25% menos que en la campaña anterior, cuando llegó a 240.000 t, siendo superado en ese primer puesto por Turquía, donde la previsión del COI es de 275.000 t, tras crecer un 17% sobre 2021/22.

En el último balance de la Comisión Europea, la producción de aceite de oliva en la UE se preveía en 1,39 millones de toneladas, con España como primer país productor, con 680.000 t (a día de hoy son 661.400 t), con exportaciones de 600.000 t, unas importaciones de 200.000 t y un consumo interno de 1,38 millones, para quedarse al final de campaña (30 de septiembre de 2023) con un stock de 281.400 toneladas, de las cuales un 46,5% y 130.800 t estarían en nuestro país. Este volumen contrasta con las 671.000 toneladas de existencias con las que se inició la actual campaña el pasado 1 de octubre y que han servido para amortiguar un poco la creciente tensión sobre el mercado.

Así están más o menos las cifras de mercado, pero la vista de todo el sector está puesta ya desde hace varios meses hacia el horizonte de la campaña 2023/24, que empezará a asomar el próximo 1 de octubre, sin que por el momento la situación se vea nada clara en nuestro país. El olivar, con un importante estrés hídrico sobre sus espaldas, está ya en el final de su floración en muchas zonas y, poco a poco, debería iniciarse la aparición y el paulatino cuajado del fruto, con las esperanzas en vilo ante la persistente situación de sequía, las altas temperaturas de días pasados y la ausencia de lluvias. El olivar de secano lo tiene más bien regular tirando a mal, y el regadío, allí donde se pueda regar un poco, podría ser en parte la salvación en volumen de la campaña que viene, aunque tampoco las tenga todas consigo.

De más a menos

La comercialización de aceite de oliva en España en la campaña actual ha ido de más a menos, ajustándose la demanda a una oferta cada vez más exigua. Así lo apuntan los últimos datos provisionales del Ministerio de Agricultura. Las salidas al mercado en abril bajaron hasta menos de 80.000 toneladas y es el volumen más bajo en al menos diez años, con menos de 28.000 t  para atender el mercado interior aparente y unas 51.250 t para cumplir con los compromisos de exportación.

En el acumulado de los siete primeros meses de 2022/23, según los datos del MAPA, se habrían comercializado 657.000 t, un 31% y unas 300.000 menos que en la campaña anterior (957.800 t). De esta cantidad, 238.300 t se habrían destinado a cubrir la demanda interna de consumo, un 35,8% y 133.000 t menos que en el mismo periodo de 2021/22, y algo más de 418.000 t se habrían destinado al exterior, casi un 29% y 168.000 t menos que entonces.

A 30 de abril pasado quedaban unas existencias de 607.000 toneladas. Como hipótesis, sin contar lo que se pueda importar en los cinco meses que quedan por contabilizar hasta final de campaña, con una media mensual hasta ahora de salidas al mercado de 93.820 t, la comercialización alcanzaría casi 470.000 t, quedando un stock de apenas 137.000 toneladas.

Sin embargo, si se coge como media mensual las 78.830 t estimadas de salida al mercado en abril, en los cinco meses hasta final de campaña (30 de septiembre), saldrían poco más de 394.000 t y el stock estaría en 213.000 toneladas.

Luego, podría pensarse que las existencias finales disponibles de aceite de oliva para enlazar con la próxima campaña estarían entre un mínimo de 140.000 t y un máximo de 220.000 t, en función de cómo se comporte el mercado en los próximos meses.

De todo el stock actual, casi 342.000 t de aceite de oliva estaban almacenadas en las almazaras y 257.000 t en poder de los envasadores, operadores económicos y refinadores, quedando un pequeño volumen del 8.570 t en los depósitos de la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero.  Es probable que, cuando se conozcan los datos de mayo, los stocks en manos de envasadores y otros operadores económicos superen los de las almazaras.

¿Nos quedaremos sin stock de aceite de oliva antes de final del presente 2023? El ministro de Agricultura, Luis Planas, que hizo visita institucional a la última edición de Expoliva, estima que no y que habrá suficiente oferta para atender el mercado, aunque no dijo a qué precio.

Para el presidente de la sectorial oleícola de Cooperativas Agro-alimentarias de España, Rafael Sánchez de Puerta, toda esta peculiar y no menos grave situación que está viviendo el aceite de oliva es consecuencia de la falta de producto. La clave, dijo, está en la interconexión de tres variables: la disponibilidad de la oferta, las salidas al mercado y los precios. Y, a su juicio, la única forma de que las ventas se reduzcan (es decir, busquen alternativas en otro tipo de aceites vegetales) es por la vía de los precios, porque no se puede mantener el mismo consumo cuando la producción es inferior en más de un 50% a la de la campaña pasada.

A lo hecho, pecho

Mientras que en campañas anteriores, el sector oleícola español sacaba pecho porque lograba récords de comercialización tanto para cubrir la demanda de consumo interno, como en los envíos al  exterior, eso sí, a precios bajos (competitivos) que muchas veces no cubrían ni los costes de producción, en la campaña actual, los récords podrían llegar por el lado de las importaciones (a pesar de que no “sobra” mucho aceite de oliva fuera), como sobre todo y está más que claro por los precios en origen y de consumo.

En cuanto a las importaciones de aceite de oliva tanto de otros países de la UE (principalmente Portugal y Grecia), como de terceros (Túnez, Turquía, Marruecos, Argentina…) en estos primeros siete meses estarían cerca ya de 150.000 t, un 15% y unas 10.000 t más que en la campaña anterior, cuando entraron unas 210.200 t en total. Aunque parece complicado que logren superar las casi 244.000 t de la campaña 2019/20, no es algo imposible, puesto que la media mensual de entrada hasta final de abril estuvo por encima de las 20.000 toneladas.

Lo que está ya fuera de toda duda es que los precios marcarán un hito histórico en la actual campaña, sin que conozcamos hasta dónde pueden llegar. La tensión entre oferta y demanda en el mercado está a la orden del día y pone de los nervios a los distintos operadores.

Los precios en origen de las distintas categorías de aceite de oliva han estado subiendo desde hace ya un par de meses y es complicado saber dónde pararán. En la primera quincena de este mes de mayo han repuntado a doble dígito, con el lampante marcando un suelo de 5,80 €/kg; con el oliva virgen entre 5,95-6 €/kg y con el virgen extra, el AOVE, superando ese techo y llegando en algunos casos hasta los 6,20-6,40 €/kilo.

Y si así están en origen, aunque es verdad que con escasa oferta disponible, ¿cómo se pondrán en PVP en destino?  Pues los AOVE de marca “blanca” o de la distribución ya superan sin reparos en los lineales los 6 €/litro y los vírgenes se acercan o rozan ya esa cifra. Mientras que los de categoría refinados -contiene suaves o intensos- están por encima de los 5 €/litro, pero sin que puedan descartarse nuevas subidas en breve.

Otro cantar son los PVP de los aceites de oliva envasados con marca de fabricante, con los AOVE situándose ya desde hace unos meses entre 8 y 9 €/litro en los estantes, incluso presentándose con ofertas promocionales de 3x2 y superando en algunos casos ese nivel.

¿Qué fue de la rebaja del IVA?

Ante esta situación, la rebaja aprobada del IVA del 10% al 5%, aprobada por el Gobierno para los aceites de oliva (y que podría revertirse no en mucho tiempo, salvo que decidan mantenerla) no ha servido nada para frenar la inflación de este alimento básico. Los más crédulos con esta medida dirán que estaríamos peor si no se hubiera aplicado esta rebaja, mientras que, por el contrario, los incrédulos pensarán que el resultado no solo ha sido nulo, sino que la actual subida de los PVP del aceite de oliva (reflejada ya en parte en el IPC de abril) servirá para que las arcas del Estado recauden incluso más por este impuesto, a pesar de haberlo recortado.

Y ahora, ¿qué va a suceder? Pues nos imaginamos que con tal nivel de precios serán mucho los consumidores que opten por otros aceites vegetales (aceite de girasol, colza y soja) o por el aceite de orujo de oliva, algo más económico, y que se reduzcan mucho más tanto el consumo interno, como las exportaciones. Eso por un lado y, por otro, no es de descartar que los precios en origen los PVP continúen subiendo si a la vez la situación meteorológica no ayuda y no llueve apenas en lo que resta de primavera y verano (en otoño podría ser algo tarde).

Algunos no descartan ver el PVP de la botella de litro de aceite de oliva en los lineales de los supermercados en los 10 €/litro y, aunque fuese algo temporal, no dejaría de ser dramático para el propio sector oleícola español en su conjunto.

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