El Comité de Organizaciones Profesionales Agrarias (COPA) y la Confederación General de la Cooperación Agraria (Cogeca) han lanzado una campaña a favor del cultivo de proteaginosas en la Unión Europea para reducir la amplia y fuerte dependencia que tenemos de las importaciones de proteína vegetal de países terceros, tanto las destinadas para consumo humano, como sobre todo las que se destinan a la alimentación de los animales.
Bajo el sugestivo título “Plant protein producers. Producers of vita protein” (Productores de proteína vegetal. Productores de proteína vital), el COPA-Cogeca ha publicado un informe en el que defiende la producción interna de estos cultivos no solo para reducir la dependencia exterior de grano y harina para la alimentación de la cabaña ganadera, sino también la destinada al consumo humano (leguminosas grano, como lentejas, garbanzos, guisantes, judías, habas… etc.)
El sector de proteaginosas es relativamente nuevo en la Unión Europea y surgió durante la crisis de mercado de la soja en 1973, tomando fuerza con las ayudas a su cultivo en el marco de la anterior reforma de la Política Agraria Común (PAC). Gracias al progreso genético y al incremento de la productividad, supera ya los 2,5 millones de hectáreas, aunque la producción sigue siendo muy insuficiente para cubrir la mayor parte de la demanda interna comunitaria.
El COPA-Cogeca quiere aprovechar la reforma de la PAC que se está pergeñando para el nuevo periodo 2021-2027 para intentar que estos cultivos tengan un mayor desarrollo, con un mayor y mejor apoyo de las futuras ayudas comunitarias, en las que al parecer se tendrá muy en cuenta el factor medioambiental: su contribución a frenar el cambio climático. El “greening” o pago verde, que representa un 30% del total de los pagos directos de la actual PAC, ha contribuido también a un desarrollo mayor de estos cultivos en los últimos años.
Está fuera de toda duda que estos cultivos proteínicos contribuyen al desarrollo sostenible de las tierras desde el punto de vista económico, puesto que reducen la dependencia de las importaciones, incrementando la autonomía y al grado de autoabastecimiento en la alimentación del ganado, además de crear riqueza.
Por supuesto, contribuyen también desde el punto de vista medioambiental, a través de la rotación con otros cultivos herbáceos; mediante el efecto sumidero de gases contaminantes, la protección de la biodiversidad, ya que atrae a insectos polinizadores en la época de su floración y también sirve de refugio para los animales; a la mejora de la calidad del agua; a fijar el nitrógeno del aire, por lo que además necesita poca fertilización; a reducir la producción de metano de los rumiantes, etcétera. Y desde el punto de vista social, aporta una clara mejora de la alimentación humana, mediante productos de calidad, y la creación de empleo en el medio rural.
Aumento del comercio mundial
Según este informe, el comercio mundial de proteaginosas ha aumentado en un 50% desde 1961. Los países en desarrollo (India, China, Bangladesh) son los principales importadores, mientras que la UE se ha convertido en el segundo importador, tras China, con alrededor de 1,1 millones de toneladas, equivalente al 10% del comercio mundial.
Es necesario apuntar, no obstante, que existe bastante confusión terminológica en lo que se refiere al término de legumbres, puesto que incluye a lo que consideramos aquí como proteaginosas (término que no existe en inglés) y leguminosas grano de consumo humano y animal. Como productoras de proteína vegetal se añaden también, las que clasificadas como oleaginosas, que también producen industrialmente aceite vegetal, caso de la soja que es la más importada por la UE en grano o harina y la más utilizada para alimentación animal en Europa, junto con la colza o el girasol, lo que llevaría a denominarlas mejor oleo-proteaginosas, e incluso posiblemente algunos cultivos forrajeros, como alfalfa, en la que España es líder europeo y el segundo a nivel mundial, tras Estados Unidos, las vezas, los yeros o el maíz forrajero. Eso hace que algunas comparativas estadísticas no sean totalmente coincidentes, según los cultivos y producciones que se tengan en cuenta.
En su informe, el COPA-Cogeca destaca, por ejemplo, entre las principales proteaginosas, los guisantes secos, las habas/judías secas, las habas de soja y los altramuces dulces. De acuerdo a las últimas estadísticas de esta organización, la UE-28 prevé un total de 1,56 millones de hectáreas de proteaginosas (guisantes secos, habas y judías secas y altramuz dulce) y una producción de estos cultivos para 2017, que podría superar los 4 millones de toneladas, mientras que en habas de soja, tanto para la alimentación humana, como para “non food”, la superficie comunitaria prevista para este año sería de 836.600 hectáreas, con una producción de alrededor 2,4 millones de toneladas. Cada vez es se desarrolla más el cultivo de soja tradicional (no OGM) en varios países comunitarios (Alemania, Francia, Austria, Bulgaria, Rumania y Eslovaquia).
Entre las proteaginosas propiamente dichas, la UE espera en guisantes secos unas 874.100 ha y una producción de casi 2,25 millones de toneladas; en habas/judías secas, de 613.500 ha y 1,65 millones de toneladas, y en altramuz dulce, de 56.000 ha y 95.600 toneladas.
En España, las siembras de guisantes secos en la última campaña fue de 160.700 ha, con una producción de 297.100 toneladas; la de habas/judías secas de 55.600 ha, con una producción de 72.700 toneladas, y el altramuz dulce de 3.200 ha y 3.200 toneladas. Además, dentro de las leguminosas- grano se incluyen lentejas, garbanzos, vezas y yeros, de gran importancia tanto para consumo humano, las dos primeras, como para la alimentación de animales rumiantes, las dos últimas. En soja, que se incluye como cultivo industrial, solo se siembran entre 1.000 y 1.400 ha, con una producción de 3.000 toneladas.
Hay que tener en cuenta que las proteaginosas no son solo una fuente de proteínas vegetales, sino que también proporcionan carbohidratos complejos, fibra, vitaminas y minerales. Pueden ser utilizados, además, como ingredientes funcionales por la industria agroalimentaria y registran fuertes tasas de crecimiento en la actualidad.
En el informe se señala que los guisantes secos pueden representar hasta el 30% del grano utilizado en la alimentación de los cerdos. Del mismo modo, junto a las habas secas pueden suponer entre un 15 y un 20% de la ración de los piensos en aves y de rumiantes, e incluso sustituir en parte a la harina de pescado utilizada en acuicultura. Sobre la base del actual consumo de piensos podrían utilizarse hasta 12 millones de toneladas en la alimentación animal en Europa.
Los guisantes son la proteaginosa más cultivada en la UE, representa entre un 22-25% de la proteína total de materia seca en la alimentación animal y alrededor del 69% del mercado total de proteaginosas, principalmente destinado a la producción porcina. Además, el desarrollo del sector de las aves de corral ecológicas podría ser también un nuevo y creciente motor de desarrollo de la producción de proteaginosas.
El cultivo de proteaginosas, cuya cosecha se realiza esencialmente en primavera y que, por lo tanto, puede servir de alternativa a otros cultivos herbáceos, no está exento de riesgos, como que la capacidad de las plantas para arraigar depende en gran medida de las condiciones climáticas y, además, son susceptibles de contraer plagas. En la actualidad, por ejemplo, el hongo Aphanomyces está resultando problemático e incluso ha causado un descenso de los niveles de producción en algunos países de producción.
Lo que hace, sin embargo, interesantes a las proteaginosas es su capacidad para fijar el nitrógeno desde el aire y su gran utilidad como cultivo autónomo o en mezcla en la rotación de cultivos, con un beneficio agrícola irrefutable, mejorando la estructura del suelo, proporcionando nitrógeno a los cultivos intercalados o a las siguientes y compitiendo contra las malas hierbas. Hay una gran cantidad adicional de nitrógeno, debido a la mineralización de los residuos, incluso alcanzando niveles de 100 kg por hectárea.
La huella vital de las proteaginosas se caracteriza, según este informe del COPA-Cogeca, por un 50% de reducción del consumo de combustibles fósiles, por un 70% menos de emisión de gases de efecto invernadero (óxido nitroso –N2O- en particular), por un 85% menos de gases acidificantes (NH3), así como por un 30% menos de gases fitoxidantes. Las estimaciones sugieren que, a nivel mundial, hay unos 100 millones de toneladas de nitrógeno atmosférico fijadas en el suelo por cultivos de proteaginosas.
Fuerte dependencia
Además de los indudables beneficios medioambientales, el impulso de la producción comunitaria de oleo-proteaginosas reduciría la fuerte dependencia que la UE tiene de proteína vegetal de países terceros. Solo hay que ver el ejemplo de la soja. Su consumo en la Unión asciende a unos 42 millones de toneladas anuales, siendo muy insuficiente la producción comunitaria, lo que obliga a importar el 80% de la demanda interna a países terceros. Alemania, España, Francia, Bélgica/Holanda e Italia representan el 60% del consumo comunitario de soja, la mayor parte transgénica, para atender la alimentación de sus cabañas ganaderas.
En la última campaña completa, la de 2015/16, las importaciones comunitarias de habas de soja se elevaron a 13,97 millones de toneladas, con una media de cerca de 12,8 millones en el periodo 2010-2014, frente a unas exportaciones de solo 134.637 t y una media de 56.524 toneladas en ese quinquenio.
Holanda es el primer importador comunitario de haba de soja, con casi 3,81 millones de toneladas, un 27% del total y un aumento del 22% sobre la media del último quinquenio, seguido de España, con un 25% y 3,56 millones, con un aumento del 6,1% sobre la media del periodo 2010-2014 (3,35 millones); Alemania, con más de 2,6 millones de toneladas, import´el 11% del total; Italia, un 8% y 1,08 millones; Portugal, un 6% y 821.000 tm; Reino Unido, un 5% y 672.000 tm; Francia, un 4% y 633.000 tm, y el resto de países UE otro 6% y 795.000 toneladas.
Brasil, con un 41% del total, es el principal país de donde la UE importa haba de soja, con casi 5,78 millones de toneladas en 2015/16, seguido de Estados Unidos, con un 36% y prácticamente 5 millones. Le siguen Paraguay, con 978.000 tm (7%); Canadá, con 865.000 tm (6%), Uruguay, con 809.000 tm (6%) y otros países terceros, con 551.000 tm (4%).
Las importaciones de harina de soja alcanzaron en 2015/16 un total de 19,71 millones de toneladas (media de 19,3 millones en 2010-2014), frente a unas exportaciones de 308.035 toneladas (media 528.280 tm en el quinquenio anterior).
Los principales países europeos importadores fueron en la anterior campaña Holanda, con un 17% del total y 3,43 millones de toneladas; Francia, con un 12% y 2,46 millones; Polonia, con un 11% y 2,14 millones; España, con 2,07 millones (11%) y un aumento del 10% sobre la media del periodo 2010-2014, que fue 1.879.000 toneladas; Italia, 1,96 millones (10%); Alemania, casi 1,9 millones (10%); Reino Unido, 1,66 millones (8%); Dinamarca, 1,03 millones (5%) etcétera.
La procedencia de la harina de soja es en casi la mitad del total (48%) de Argentina, con cerca de 9,6 millones de toneladas; Brasil, con un 39% y 7,62 millones; Paragua, con 1,16 millones (6%) y 1,33 millones de otros países terceros.