Euroganadería

La deslocalización golpea a la industria agroalimentaria de Castilla y León

Falces

En las últimas semanas, la industria agroalimentaria de Castilla y León, un sector en alza que “ha tirado” de la economía regional incluso en momentos de mayor crisis económica, y que aglutina más de 35.000 empleos con una facturación que supera los 10.000 millones de euros, se ha visto golpeado por los dolorosos anuncios de cierre de dos importantes factorías en Valladolid, las de Lauki y Dulciora, marcas ambas que al valor puramente económico suman un aspecto simbólico dada la historia de ambas vinculada al desarrollo industrial de la ciudad castellana en los 60. El cierre de ambas va a suponer la desaparición, si finalmente se consuma, de más de 300 empleos directos a los que se suman otra buena parte de indirectos que ven ahora amenazado el futuro.

Deslocalización, crisis, bajada de las ventas, etc., son los argumentos más manidos para tratar de explicar unos cierres que, no por esperados, en el caso de ambas los rumores de cierres eran continuos. De hecho, recientemente la propia consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos, aseguraba que en el caso de Dulciora “la fábrica está trabajando a un 43% de su capacidad, teniendo ya la maquinaria vendida a otra empresa a Francia y la idea de trasladar a Polonia el resto de la producción” o basta con recordar cómo hace 4-5 años ya surgieron los anuncios de clausura para Lauki pero en aquel momento la llegada de las ayudas de la Junta de Castilla y León salvaron la actividad.

Sin embargo, por centrarnos en el caso de la planta láctea vallisoletana, ahora parece que ya nada va a impedir su cierre a pesar de que en los últimos días las reuniones de los representantes de los trabajadores con los de la multinacional francesa Lactalis, que controla los destinos de la misma, parece que abren una puerta, aunque sea pequeña, a la esperanza. Y es que el caso de la histórica empresa pucelana, que llegó a contar no hace tanto con más de 600 trabajadores frente a los 85 que ahora esperan una solución a esta situación, es cuanto menos sorprendente. De la noche a la mañana, los directivos franceses anuncian el cierre de la misma cuando, “hace apenas unos meses”, asegura José Manuel González, portavoz de los trabajadores, “la propia empresa nos felicitó por el buen rendimiento de la planta, que cumplió con altas expectativas lo previsto en facturación para el pasado 2015, superando los dos millones de euros de beneficios”. “Si no quieren seguir aquí es porque no les da la gana”, añade González.

Si esos datos son ciertos, si la multinacional francesa no ha renunciado a la leche que le entregan los 100 ganaderos de Valladolid y las provincias cercanas que estaban adscritos a la planta que se sitúa a la orilla de La Esgüeva, ni parece que exista la posibilidad de recalificación de esos terrenos hacia espacio urbanizable, algo en lo que ha sido especialmente beligerante el alcalde socialista de la ciudad, Óscar Puente, que ha asegurado que desde el consistorio se va a realizar todo lo legalmente posible para que esa superficie solo pueda tener como destino “el industrial lácteo” e incluso se ha atrevido a proponer el inicio de una campaña de boicot a los productos que se presenten a los consumidores bajo la marca Lauki… es evidente que las razones del cierre se escapan de lo que puede ser la lógica, hecho que se acentúa cuando el propio presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, en sede parlamentaria, llegó a asegurar, algo que luego han reiterado todos los consejeros a los que se ha preguntado sobre el tema, que tienen sobre la mesa una propuesta de compra de la planta.

¿Alguien entiende que se pueda realizar una inversión en algo que no es rentable? Y si la empresa no funciona, según aseguran desde Lactalis, ¿por qué no se desprende de ella vendiéndosela al mejor postor y aligerando sus cuentas?

Son muchas las voces que ven ese anuncio de cierre, que se ha producido en plena crisis del sector ganadero que se dedica al vacuno de leche que soporta precios que bordean los costes de producción desde el final de las cuotas lácteas, una estrategia general de Lactalis que quizás busca aliviar la presión que vive desde la parte productora “amenazando” con el cierre de esa fábrica, opinión que parece diluirse teniendo en cuenta la tozudez que encierra la clausura que parece que no tendrá remedio ni con nuevas ayudas o con la venta; otros aseguran que el objetivo de la multinacional francesa es seguir ganando cuota de mercado en “la atractiva” España; recordando aquí que, por mucho que la producción española se esté elevando mes tras mes, lo cierto es que existe todavía un importante déficit que no llega a cubrir el consumo que supera el 1,1 millones de toneladas, pasando de la posición de dominio a una de oligopolio para lo que necesita concentrar las fuerzas en aquellas plantas que considera más rentables, para reforzar los beneficios…

Este cierre de Lauki ha significado la gota que colma el vaso de la crítica situación que vive el sector lácteo español y castellanoleonés más en concreto, pues aunque existe el compromiso actual de mantener la recogida de leche a esos cien ganaderos las dudas e incertidumbres crecen a la vez que lo hacen las voces que reclaman información de las ayudas que han podido recibir estas industrias anteriormente y que no han conseguido asegurar la continuidad de su actividad en Castilla y León.

Parece evidente que la deslocalización, la búsqueda de menores costes de producción, etc., pueden ser las razones básicas de estos dos cierres, Lauki y Dulciora, que han golpeado a la economía agroalimentaria de Castilla y León, una rama industrial de la que tanto se enorgullece el Gobierno Autonómico, pero que debe servir de aviso a navegantes para seguir trabajando y respaldando a un sector que si se suma agricultores y ganaderos supone más de 100.000 empleos directos, buena parte de los cuáles se asientan en las zonas rurales siendo los principales dinamizadores de esas zonas en las que la despoblación y el envejecimiento poblacional sigue siendo un problema de complicada situación que hace que muchos pueblos de esta región agonicen ante la falta de actividad en los mismos.

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