Como decía el presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), Abel Caballero, a su vez alcalde de Vigo, en una opinión quizás demasiado optimista, la despoblación ya está en la agenda europea. La Eurocámara aprobó recientemente por amplia mayoría el “Informe sobre el despliegue de los instrumentos de la política de cohesión social por parte de las regiones para afrontar el cambio demográfico”, elaborado por la eurodiputada socialista, Iratxe García Pérez.
El objetivo era implicar a las instituciones comunitarias en este grave problema social, económico, medioambiental y territorial que sufren amplias zonas de nuestra geografía y que, a partir del nuevo Marco Financiero Plurianual 2020-2027, la UE considere los criterios demográficos cuando decida el reparto de las ayudas económicas –fondos de cohesión- e incluya en sus propuestos partidas específicas para frenar o evitar la persistente despoblación de nuestros pueblos y de nuestros territorios rurales.
Para la eurodiputada española, el nuevo Marco Financiero Plurianual posterior a 2020 “debe dar un impulso decidido y contundente a los desafíos demográficos, considerando la situación y evolución demográficas actuales, y debe incorporar el fomento de soluciones que utilicen medidas específicas, como una partida presupuestaria para su financiación.”
Este reto ineludible se une a otros que también demandan ayudas de la UE, como la inmigración, el control y seguridad de las fronteras exteriores, el empleo, el cambio climático, el empleo, los jóvenes o la innovación. Se necesitará más Europa y, en consecuencia, más recursos presupuestarios para afrontar todos estos desafíos. Y la PAC, si quiere conservar sus objetivos más ambiciosos (hacer más con menos en el abastecimiento y seguridad alimentaria de la UE, en la lucha contra los efectos adversos del cambio climático y la conservación del medio ambiente y de un medio rural vivo…, etc.) no está para cubrir financieramente esas necesidades o, al menos, no lo está para hacerlo por sí sola.
La resolución europarlamentaria de la ponente socialista, Iratxe García, fue adoptada en el Pleno del Parlamento Europeo con 506 votos a favor, 100 en contra y 77 abstenciones y en la misma se demandan más ayudas comunitarias a las regiones de la UE con población envejecida, baja natalidad, escasa oferta laboral y éxodo de jóvenes. Algo que está a la orden del día en amplias zonas de nuestro territorio peninsular, como ambas Castillas, Galicia, Asturias, Cantabria y Aragón, principalmente. Y para ello, se propone a la UE que haga un mejor uso de la política y de los fondos de cohesión.
Se trata de un grave problema que afecta a un tercio de las regiones comunitarias, sobre todo a la Europa Central, el Este de Alemania, el Sur de Italia y la mitad Norte de España. Según estimaciones de la Oficina de Estadística de la Unión Europea, Eurostat, la población en edad de trabajar en la UE pasará a representar el 65,5% del total en 2015 al 56,2% en 2080, mientras que la proporción de mayores de 65 años sobre el total de habitantes aumentará del 18,9% al 28,7%. Estos porcentajes serán mayores, sin duda ya lo son, en el medio rural, agrandando mucho más los problemas de envejecimiento poblacional, reducida natalidad, escasez de trabajadores cualificados y falta de oportunidades laborales, que desincentiva la presencia de jóvenes.
Mayor coordinación
El documento aprobado en el Pleno de la Eurocámara, que no tiene carácter legislativo, recomienda mejorar la coordinación de las políticas y fondos europeos para hacer frente a los desafíos demográficos. En concreto, reclama dar prioridad al cambio demográfico en el próximo periodo del Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas (FEIE), parte del denominado “Plan Juncker”); un mayor apoyo a las regiones a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), centrado en las infraestructuras de transporte y telecomunicaciones, y en los servicios públicos; un impulso a la formación y educación de los jóvenes que viven en estos territorios con graves problemas de despoblación, así como a la lucha contra la exclusión social y digital de las personas mayores, a través del Fondo Social Europeo (FSE). También insta a orientar el Fondo Europeo para Inversiones Estructurales (FEIE) al desarrollo de regiones con dinámicas demográficas desfavorables, mediante el incremento de la inversión en energía, transporte, investigación y pymes.
En su resolución, la eurodiputada Iratxe García, defendió la necesidad de un mejor uso (más eficacia) y coordinación de los instrumentos de que dispone la UE (PAC, fondos EIE, incluido el Fondo de Cohesión, la Cooperación Territorial Europea, el FEIE y el Mecanismo “Conectar Europea”) para garantizar un enfoque más amplio del cambio demográfico, pues hasta ahora la política de cohesión no ha dado sus frutos por la ausencia de una estrategia europea transversal que afrontara este reto concreto. Ello hace necesario también seguir explorando el potencial de los fondos estructurales para hacer frente al mismo.
Precisamente, el documento centra en el futuro de la política europea de cohesión la clave para abordar el reto demográfico, porque dispone de herramientas adecuadas para contribuir a afrontar ese desafío y, por tanto, debe desempeñar un papel más prominente en la ayuda a las regiones y en darles flexibilidad para que se adopten a los cambios demográficos; en fomentar la empleabilidad y la inclusión de las mujeres, especialmente las madres que experimentan dificultades a la hora de encontrar empleo.
Los problemas que plantea el cambio demográfico deben ser abordados por las autoridades locales y regionales, las más implicadas y cercanas al territorio (pide a la CE que imponga la obligatoriedad del Desarrollo Local Participativo –DLP- en todos los Fondos Europeos para la Inversión y Estructurales), así como por los Estados miembros y las instituciones europeas, que deben colaborar para garantizar que sus políticas y estrategias estén alineadas y para intercambiar mejores prácticas.
Es importante también que la UE integre las consideraciones demográficas en todo el espectro político e incluya en su presupuesto rúbricas orientadas a posibilitar el desarrollo de estas políticas, en particular en materia de cohesión, empleo, agricultura, medio ambiente, sociedad de la información, I+D+i, empleo, educación, política social y transporte.
García Pérez considera esencial aumentar la concienciación a todos los niveles acerca de la magnitud de los desafíos asociados al cambio demográfico y del potencial que presentan los fondos estructurales para hacer frente al fenómeno del desequilibrio territorial, la despoblación y el desarraigo en amplias zonas del medio rural.
Nuevos retos y oportunidades
El cambio demográfico, a la vez que crea nuevos retos, brinda también nuevas oportunidades de desarrollo a escala local, como consecuencia de las transformaciones de la demanda de sociedades urbanas, sobre todo en alimentación, ocio y descanso. Es necesario promover y apoyar a las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas rurales y de montaña, cuya producción se apoya en métodos y técnicas tradicionales que explotan de forma integrada y sostenible los recursos naturales de sus territorios.
Los fenómenos demográficos que afectan a la UE han aumentado con una intensidad sin precedentes, sobre todo a causa de las presiones sociales y económicas, según se recoge en el texto aprobado. “Llama la atención el aumento constante del número de personas de edad avanzada (cada año alrededor de 2 millones de personas alcanzan una edad de 60 años), que repercute en la planificación territorial, de la vivienda, del transporte y de otros tipos de infraestructuras y servicios”.
En este sentido, “los retos que plantean la despoblación y el envejecimiento de la población hacen necesario efectuar unas reevaluaciones objetivas, pormenorizadas y exhaustivas de numerosos programas y políticas establecidos en el ámbito económico, social y político, que deberán incorporar una perspectiva de plazo.”
Iratxe García no se olvida de la dimensión de género del cambio demográfico, al que debe darse un enfoque horizontal, ya que las regiones en declive demográfico también sufren desequilibrios de género y de edad (ausencia de mujeres jóvenes), debido a la migración interior.
También pide que se establezca un marco jurídico en el futuro Reglamento sobre Disposiciones Comunes (RDC) para reconocer a las regiones con desventajas demográficas graves y permanentes y reclama a la Comisión Europea a que defina nuevos criterios que permitan singularizar los territorios con desafíos demográficos, a través de las variables demográficas, económicas, de impacto medioambiental y de accesibilidad, y que realice estudios sobre posibles indicadores socioeconómicos y medioambientales para complementar el indicador del PIB con criterios como el capital social, la esperanza de vida y la calidad del medio ambiente. “El PIB y la densidad de población no son indicadores suficientes por sí mismos para clasificar a los territorios con desventajas demográficas graves y permanentes.”
En sus demandas, solicita a la CE que se dote de una iniciativa insignia en materia demográfica en la Estrategia Europa 2020 y que incluyan acciones en el marco de un “crecimiento inteligente”, con medidas que ayuden a las regiones afectadas en el campo de las TIC, I+D+i, pymes, así como un “crecimiento inclusivo”, con acciones específicas destinadas a retener a la población joven en el territorio, garantizando una renovación generacional sostenible, el autoempleo y medidas de inclusión social para migrantes y refugiados bajo protección internacional, así como un “crecimiento sostenible”, con medidas que ayuden a estas regiones a invertir en la economía verde, incluyendo sistemas de transporte sostenible, etcétera.
A nivel nacional, como ya hemos dicho en otras ocasiones en estas páginas, los conocedores y responsables del medio rural tienen una oportunidad única para aglutinar al resto de departamentos (Fomento, Hacienda, Sanidad, Trabajo y otros) y liderar la lucha contra el despoblamiento de nuestros pueblos, porque ahora que vengo de vacaciones de Navidad de Carbonero el Mayor (Segovia) veo que, o hacemos algo, o el desastre final será inevitable.