Euroganadería

La diferencia entre costes, precios y márgenes agroalimentarios

Ricardo Migueláñez. @rmiguelanez

Hace escasos días, el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, el Banco de España y la Agencia Tributaria publicaron los resultados del primer informe trimestral del Observatorio de Márgenes Empresariales, incluidos los del sector alimentario, cuyo objetivo es el de mejorar el conocimiento sobre su evolución y sus implicaciones para el conjunto de la economía.

Se trata, no obstante, de una visión agregada que da una idea general de cómo han evolucionado durante un tiempo los márgenes empresariales, pero sin entrar al detalle sobre su evolución en un producto o grupo de productos.

El Observatorio compila indicadores cualitativos y cuantitativos para aumentar la información disponible sobre los márgenes empresariales, permitiendo al analizar su evolución hacer un seguimiento más completo y actualizado sobre los mismos, lo que puede influir también en la evolución futura de la inflación, del empleo, de la inversión y de la competitividad internacional de nuestro país.

En el informe se constata que los márgenes empresariales se redujeron sensiblemente en nuestro país en 2020, el año central y más difícil de Covid, para la mayoría de las ramas de actividad, en particular en los sectores más afectados por esta pandemia, en los sectores energéticos y en los sectores de la cadena agroalimentaria.

Se advierte que los resultados de este primer trabajo del Observatorio ponen de manifiesto que los márgenes empresariales presentan en nuestro país una “extraordinaria heterogeneidad”, tanto entre los distintos sectores, como entre empresas de un mismo sector (a lo que habría que añadir por nuestra parte en el sector agroalimentario, entre los diferentes eslabones de la cadena de valor). Esta heterogeneidad, según estas entidades, “ha de interpretarse con cautela, en la medida en que estaría reflejando un amplio abanico de factores cuyo impacto diferencial es difícil de precisar.”  Ahí lo dice todo.

Entre esos múltiples factores estarían aspectos en términos genéricos que engloban cuestiones como la relación capital/trabajo en el proceso productivo, la intensidad de las actividades de innovación, la vocación exportadora, la posición sectorial en la cadena de valor en la producción de bienes y servicios, el grado de integración vertical en las empresas del sector, la regulación sectorial o la presión competitiva.

Además, se señala que, dentro de un mismo sector, existen empresas con márgenes muy elevados y empresas con márgenes muy reducidos, incluso negativos. Un hecho que, según se indica, podría explicarse en parte por la existencia de subsectores muy diversos dentro de un determinado nivel de agregación sectorial, pero que también sería reflejo de diferencias relevantes en cuanto a la productividad, antigüedad, situación financiera o poder de mercado de cada una de las empresas del sector.

Desde mediados de 2021 y durante buena parte de 2022, el encarecimiento de las materias primas energéticas y no energéticas tuvo un impacto negativo muy acusado en los márgenes de los sectores de la cadena alimentaria –de cerca del 25%-, y particularmente sobre la industria agroalimentaria –con una reducción del 40% aproximadamente-. 

Se desconoce aquí si se entiende y se incluye como industria agroalimentaria solo la destinada a la transformación de productos/materias primas primarias o también a los bienes del sector productor agroalimentario que, sin duda y en muchos casos, se vio afectado con reducciones porcentuales de márgenes incluso mucho más elevadas.

Recuperación incompleta

No obstante, el estudio observa que estos márgenes se habrían recuperado recientemente, aunque aún permanecerían en niveles inferiores a su media histórica. Todo lo contrario de los márgenes de las compañías energéticas, que se dispararon hasta cotas superiores a las de entonces.

En informe del Observatorio de Márgenes Empresariales dedica un interesante capítulo a lo que denomina “El efecto del shock energético en los márgenes: alimentación y energía”. Destaca que, a partir del segundo trimestre de 2021, el encarecimiento de los insumos energéticos y de otras materias primas impactó sobre los sectores de la cadena alimentaria, así como sobre los sectores de producción y comercialización de energía.

En lo referido al sector agroalimentario, se constata que el encarecimiento del gas natural, de los fertilizantes y de otras materias primas tuvo (desde finales de 2021 y durante todo 2022) un fuerte impacto sobre la cadena de producción y comercialización de alimentos, cuyos márgenes sufrieron un descenso “ante las dificultades para trasladar plenamente el alza de costes a los precios finales de los alimentos.”

Como es conocido, estas dificultades para trasladar costes de producción al siguiente eslabón de la cadena alimentaria es una de las constantes principales, si no la principal, con la que se ha enfrentado siempre el sector productor primario con el resto de los eslabones de la cadena de valor y es el argumento central de la vigente Ley de la Cadena Alimentaria, que persigue añadir valor, no destruir valor.

En concreto, se relata que desde el inicio del shock energético hasta finales del pasado año, los márgenes agregados de los sectores de la cadena alimentaria se contrajeron un 25%, como reflejo de un aumento de los precios de venta más moderado que el incremento de costes.

Antes del inicio del shock energético, estos márgenes agregados en los sectores agroalimentarios se situaban en niveles consistentes con los valores promedio históricos.

En este contexto, añade el informe, el incremento de los costes energéticos, que no se trasladó íntegramente a los precios finales, supuso una contracción del 25% del margen desde el segundo trimestre de 2021 hasta el cuarto trimestre de 2022.

Esta reducción del margen se produjo en paralelo a un aumento del peso de las compras (consumos intermedios) sobre el volumen total de ventas, que se incrementó en más de 3 puntos porcentuales en dicho periodo.

Ya, a comienzos de 2023, el abaratamiento de los costes energéticos y de las materias primas permitió una cierta recuperación del margen en los sectores de la cadena alimentaria, si bien éste se sitúa aún en niveles inferiores a la media histórica.

En el primer trimestre de 2023, la relajación de las tensiones inflacionistas por el lado de los costes se ha reflejado en un aumento de los márgenes en los sectores de la cadena alimentaria, que han repuntado cerca de un punto porcentual.

Mayorista y minorista

El informe del Observatorio destaca que en los eslabones finales de la cadena alimentaria, tanto el margen del comercio minorista (supermercados…) como el del comercio mayorista, se encontraban a comienzos de 2023 en niveles similares a su media histórica, señalando que, tras registrar un mínimo en el cuarto trimestre de 2022, ambos márgenes han repuntado en el primer trimestre de 2023, rondando el 8% de media, cuando antes del choque inflacionista, a principios de 2021, estaban en torno al 10%.

Un incremento que ha sido más acusado en el caso de los márgenes del comercio mayorista (suele ser del 10% de media)  que, históricamente, han mantenido una brecha diferencial y siempre han sido algo mayores que los del comercio minorista (en torno al 5%).

En ambos casos, parece descartarse que el comercio minorista y mayorista haya ampliado márgenes a costa del consumidor, y achacan el aumento de precios de ventas únicamente al traslado parcial del importante aumento del coste de la energía y de las materias primas desde la salida de la crisis de la pandemia de Covid.

En otros términos, estaríamos más ante un problema de costes que de márgenes empresariales. Pero eso no descarta que “a río revuelto...” haya habido ganancias (desmesuradas) de algunos pescadores y que en muchos casos se haya buscado, en una situación harto complicada, mantener márgenes habituales o en caso de tener que bajarlos, hacerlo lo menos posible, aun a costa de perjudicar los márgenes del resto de eslabones.

En posteriores informes del Observatorio de Márgenes Empresariales, el Gobierno pretende analizar si las importantes bajadas de precios de los costes energéticos y de algunas materias primas básicas alimentarias (cereales, leche, ganado…etc.) que se han sucedido y que vienen sucediéndose se trasladan a los PVP en una fase temporal, que suele tardar varios trimestres en producirse, y si eso tiene reflejo en definitiva en el ticket de la compra del consumidor final.

Indicadores limitados

Los principales indicadores reflejados en el Observatorio de Márgenes Empresariales son el Resultado Económico Bruto de la Explotación de las Empresas (REB) o también denominado Excedente Bruto de Explotación (EBE), que son las variables que mejor se aproximan al concepto contable de Ebitda (resultado o beneficio bruto de explotación antes de intereses e impuestos, amortizaciones o depreciaciones…). Estos indicadores, sin embargo, no incluyen a la mayoría de los trabajadores autónomos, lo que dificulta la obtención detallada de precios de los alimentos en origen y en destino.

Por ello, se aclara que el concepto de EBE o REB no es equiparable a los beneficios de las empresas, ni a la rentabilidad empresarial, y los márgenes empresariales se miden como un ratio entre el EBE o REB, de manera que el margen sobre ventas en euros corrientes es la división de ese factor EBE o REB entre el valor de producción o ventas y el margen sobre Valor Añadido Bruto (VAB) a precios corrientes es lo mismo pero entre el VAB.

Las principales fuentes estadísticas utilizadas por el Observatorio son las de la Central de Balances del Banco de España, de la Agencia Tributaria, la Contabilidad Nacional del INE y la Encuesta de Actividad Empresarial del BdE.

No obstante, todas ellas registran limitaciones, por  lo que lo recomendable, como se advierte en este informe, sería utilizar la mayor cantidad posible de indicadores, como los datos fiscales de IVA y del Impuesto de Sociedades o los datos de la Central de Balances del BdE que, aunque con mayor retardo, permitirían un análisis más estructural y pormenorizado  para tener una visión más completa sobre la evolución de los márgenes empresariales.

En conclusión, al contrario que los sectores energéticos y bancario (en éste tras las sucesivas subida de tipos de interés), en los que el Gobierno viene aplicando un impuesto extraordinario que grava sus beneficios (extraordinarios), el problema del sector agroalimentario parece haber sido hasta ahora más una cuestión de costes de producción (y de su traslado a lo largo de los eslabones de la cadena de valor), que unos márgenes empresariales, que se habrían mostrado por lo general bastante contenidos.

Si desde principios de 2023, estos márgenes vienen recuperándose en los eslabones finales de la cadena alimentaria, ante la constatada reducción de costes, habrá que ver en los próximos trimestres si termina sucediendo lo mismo en los eslabones iniciales. Y, por el momento, ni se ve, ni tampoco lo parece.

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