Numerosos trabajos han demostrado cómo los ácidos grasos poliinsaturados n-3 (PUFA n-3) intervienen decisivamente en el desarrollo cerebral, del sistema nervioso, en la inmunidad y reproducción de los animales. En este sentido, a nivel reproductivo, los PUFA son precursores de distintas hormonas que regulan el ciclo sexual, modulando las enzimas involucradas en su metabolismo y en el de sus esteroides. Estos ácidos grasos esenciales toman aún más importancia en animales de alta producción, donde sus mayores exigencias podrían no quedar cubiertas con una alimentación “básica” de modo que necesiten un aporte extra directo mediante el pienso.
A lo largo de distintos estudios, en la Universidad Politécnica y Complutense de Madrid hemos comprobado el efecto que tiene, en conejas reproductoras, la suplementación del pienso con ácidos grasos poliinsaturados n-3 procedentes de un compuesto comercial formulado a partir de aceite refinado de salmón atlántico. Niveles de inclusión bajos (7,5 g/kg) durante un periodo prolongado de tiempo, han demostrado un incremento en la concentración de progesterona los días 5 y 7 de gestación (Gráfica 1), hormona directamente involucrada en los procesos de implantación embrionaria; observándose también un mayor tamaño en los gazapos nacidos vivos y una menor mortalidad al nacimiento (Figura 1) (Rebollar et al., 2014)*.
Aumentando la inclusión de este suplemento hasta niveles de 15 g/kg de pienso durante la primera lactación, disminuye el consumo de alimento de las conejas (Figura 2), sin embargo no se ven afectados sus parámetros productivos y aumenta la fertilidad de las mismas en el segundo parto (Rodríguez et al., 2014). En relación a la calidad de la canal de sus gazapos, el perfil de ácidos grasos presente en el pienso se repite también a nivel muscular y adiposo.
La grasa y el músculo de los animales PUFA presentan un menor índice trombogénico (capacidad potencial de un alimento para producir trombosis o embolia) y aterogénico (capacidad potencial de las grasas para producir agresiones en el endotelio de los vasos sanguíneos), que la grasa y músculo de los animales no suplementados, lo que indicaría un perfil lipídico más saludable en la canal de los gazapos suplementados con PUFA. Por tanto, este tipo de suplemento enriquece la canal del animal con ácidos grasos de alta calidad nutricional y, por consiguiente, la podrían revalorizar en el mercado como alimento funcional (Valiente et al., 2014).
Incrementando aún más los niveles de inclusión de este suplemento (30 g/kg), el consumo de las madres disminuye pero en relación a los resultados productivos, no se han encontrado diferencias en la fertilidad e incluso paren más gazapos vivos y menos muertos que un grupo sin suplementación (Rodríguez et al., 2015). Esto podría ser consecuencia de que en fetos a término (día 28 de gestación), encontráramos un grosor mayor tanto en el caso de la placenta materna (decidua, blanquecina) como de la fetal (laberinto, rojiza) en las
conejas suplementadas con PUFA (Figura 3). La zona del laberinto es la que presenta una mayor vascularización, facilitando de este modo el intercambio de nutrientes entre la madre y el feto, y favoreciendo así el desarrollo del mismo (Rodríguez et al., 2015).
Siguiendo en esta línea, los fetos de las conejas suplementadas con PUFA presentan mayor longitud (LON) y diámetro torácico (DT). EL diámetro biparietal (DBP) también es ligeramente más grande y explicaría, a su vez, un mayor peso de la cabeza (Rodríguez et al., 2015) (Gráfica 2).
En estudios llevados a cabo previamente (Arias-Álvarez et al., 2014) con niveles más bajos de PUFA n-3 (7,5 y 15 g/kg) no se han observado diferencias tan significativas en el desarrollo feto-placentario. Por tanto, se puede decir que aumentando los niveles de inclusión de este suplemento en el pienso y el periodo en el que lo consumen, sí se observan efectos positivos en el desarrollo fetal a 28 días de gestación.
Posteriormente, si seguimos suplementando a las madres, la composición de la leche mejora en su perfil insaturado, y por tanto la accesibilidad a estos ácidos grasos poliinsaturados de los gazapos durante todo el periodo de lactación es mayor (Febrel et al., 2015). En humanos se ha comprobado que niveles bajos en EPA (ácido eicosapentaenoico) o DHA (ácido docosahexaenoico) se relacionan con un estado de ánimo depresivo, hostilidad y conducta impulsiva (Conklin et al., 2007). En una prueba de “campo abierto” (Figura 4), los gazapos de 30 días de madres suplementadas con este tipo de ácidos grasos muestran más tranquilidad y menor número de movimientos que los de madres no suplementadas, evitando desplazamientos a mayor distancia del punto inicial (y central) del tablero de la prueba (Febrel, 2015).
Como conclusión, la suplementación con ácidos grasos poliinsaturados omega 3 a partir de aceite de salmón en conejas reproductoras, mejora los parámetros productivos de fertilidad y prolificidad y favorece el desarrollo feto-placentario en día 28 de gestación. En relación a la producción cunícola, esta suplementación genera canales más saludables en su perfil lipídico, con los consiguientes beneficios a nivel cardiovascular y que además otorgan valor añadido al producto.