La primera parte del artículo se publicó la pasada semana. Continuación:
2. Mejorar la sostenibilidad a través de la nutrición de la vaca en lactación
Mejorar la eficiencia de conversión de nutrientes hacia la producción de leche es una de las asignaturas pendientes en el vacuno lechero. La selección genética de la vaca se ha centrado en la mejora de la productividad, asumiendo que aumentos de ésta resultan en una dilución progresiva de la proporción de nutrientes destinados a mantenimiento con la consecuente mejora en eficiencia. Sin embargo, si bien es cierto que la eficiencia mejora, esta mejora sigue la ley de retornos decrecientes, y por tanto cada aumento de la producción se acompaña de una mejora cada vez más sutil en la eficiencia. Este hecho, en conjunción con la evolución del esfuerzo económico (que crece exponencialmente) asociado a una aumento progresivo de la densidad nutricional de la ración hace que el retorno económico de cada litro adicional de leche disminuya progresivamente. De hecho, un estudio reciente (Pryce et al., 2015) muestra que la selección genética de los últimos 10 años ha generado vacas más productivas, pero que requieren una mayor cantidad de nutrientes para mantenimiento, lo que finalmente ha generado animales menos rentables económicamente –por unidad de nutriente.
El NRC (2001) reconoce que existe una moderada relación positiva entre la producción de leche y el contenido de PB de la ración, con aproximadamente un 12% de la variación observada en la producción de leche explicada por el contenido de PB de la ración. La realización de un metaanálisis (Bach et al., 2006) con un total de 131 estudios publicados en el Journal of Dairy Science demuestra una relación positiva entre la producción de leche y la PB de la ración conforme aumenta el contenido de PB en la ración. Una relación similar fue encontrada entre la PB de la ración y la producción de proteína láctea (kg/d).
La relación entre producción de leche y PB de la ración es, posiblemente, el motivo por el que varios nutricionistas optan por aportar niveles de PB por encima de las necesidades de los animales. Sin embargo, conforme la producción de leche aumenta, el contenido de proteína en leche disminuye, lo que sugiere que el aumento de producción de leche no es paralelo a un aumento de la producción de proteína láctea. Como resultado, la eficiencia de utilización de la proteína (EUP) está negativamente relacionada con el nivel de PB de la ración.
Otra de las causas de la relativa baja eficiencia de utilización de los recursos naturales, a parte de aportes excesivos de nutrientes (como la proteína) para la producción de leche es el uso de raciones únicas para rebaños enteros o incluso grupos de vacas. El uso de las raciones totalmente mezcladas (RTM), comúnmente conocidas con el nombre de unifeed, ofrece la ventaja de permitir alimentar un gran número de vacas de una manera simple y rápida. En teoría, con las RTMs, cada bocado que la vaca consume contiene una combinación equilibrada de nutrientes. Sin embargo, el hecho que un bocado de nutrientes equilibrado para un vaca puede ser un bocado de nutrientes desequilibrado para otra vaca del mismo grupo. Todo depende del nivel de producción e ingestión de cada vaca. Por ejemplo, de acuerdo al NRC (2001), una vaca que produzca 27 kg/d de leche necesita 38 Mcal de energía neta de lactación (NEl) y alrededor de 3,2 kg de PB al día. Una vaca con este nivel de producción suele consumir unos 20,6 kg/d de materia seca, y por tanto su RTM debería aportar 1,44 Mcal de NEl/kg y 15,4% de PB. Si esa RTM fuera consumida por una vaca que produjera 30 kg/d de leche, de acuerdo al NRC (2001), la ingestión de materia seca aumentaría 1 kg/d, y las necesidades de energía y proteína aumentarían en 2 Mcal y 103 g, respectivamente. Por tanto, si la vaca consumiera 21,6 kg de la RTM balanceada para una producción de 27 kg/d de leche, la vaca consumiría 1,42 Mcal adicionales (aunque necesitaría 2 Mcal adicionales) y 35 g adicionales de proteína metabolizable (aunque necesitaría 103 g adicionales), y por tanto a pesar de aumentar el consumo no alcanzaría a suplir sus necesidades nutricionales. Por lo tanto, el consumo de energía y proteína va progresivamente siendo inferior al de las necesidades (aunque en proporciones distintas) conforme la producción de leche aumenta.
Es decir, en un mismo grupo de vacas consumiendo una misma RTM, conforme más se aleje la producción de leche individual de la producción para la cual la RTM fue diseñada, mayor será el desequilibrio de nutrientes en cada bocado de RTM que la vaca consuma con independencia de los cambios de ingestión. Para intentar corregir estas desviaciones, en los años 80 se introdujeron varias alternativas: 1) los dispensadores automáticos de concentrados, 2) el punteo (o top-dressing) tanto de vacas atadas como en estabulación libre, y 3) suplementar las vacas en la sala de ordeño (de nuevo). Esta última tecnología, sin embargo, fue rápidamente sustituida por la suplementación de las vacas través de dispensadores de concentrado automáticos distribuidos en la nave de producción. De todas formas, con el paso de los años, el uso de estos dispensadores de concentrados también fue progresivamente abandonado. Irónicamente, una de las tecnologías más modernas (aunque no necesariamente la más ventajosa), los robots de ordeño automatizados (ROA), depende en gran medida de la suplementación de las vacas con un concentrado en la plaza de ordeño como reclamo adicional para que la vaca acuda a ser ordeñada y minimizar así el número de vacas que deben ser empujadas al ROA cada día (Bach et al., 2007). Por lo tanto, la suplementación de pienso en los ROA es más una necesidad que no una estrategia de alimentación o de mejora de la eficiencia productiva.
Con la introducción al mercado de equipos de ordeño que permiten medir con mayor o menor precisión los componentes de la leche, como pueden ser la grasa o la proteína, además de conocer el volumen de leche producido por las vacas, ahora los productores pueden determinar las necesidades nutricionales de cada animal individualmente usando la producción de sólidos (grasa y proteína) vía leche. Estos avances tecnológicos han permitido la aparición del sistema que se presenta en este artículo, el llamado dispensador dinámico de concentrado en la sala de ordeño, conocido con las siglas en inglés DCPF (Dynamic concentrate parlor feeder).
El DCPF es un conglomerado de tecnologías per permite beneficiarse de la alimentación de precisión para maximizar la eficiencia de producción y mejorar los retornos económicos de las explotaciones de leche. El sistema consiste en una sala ordeño rotativa equipada con identificación por radiofrecuencia, medidores electrónicos de la producción de leche, medidores electrónicos del contenido de grasa y proteína de la leche, una balanza electrónica para determinar el peso de las vacas, y un sistema de mezclado de ingredientes de última generación capaz de mezclar y dosificar hasta 6 ingredientes distintos con una alta precisión pocos segundos. Este sistema permite, por tanto, preparar y dosificar tantos suplementos como vacas sean ordeñadas. El DCPF calcula las necesidades nutricionales de cada vaca al entrar en la sala rotativa y, en función de su ingestión, su cambio de peso corporal, su producción de leche (y componentes), su estado fisiológico (novilla, gestante, etcétera) prepara un suplemento específico para cada vaca mezclando hasta seis ingredientes distintos en cantidades distintas. Todo esto en menos de 14 segundos (tiempo que transcurre entre que la vaca entra en la rotativa y alcanza la posición donde el suplemento será dosificado). Luego, la vaca dispone de unos 7-10 minutos para consumir el suplemento administrado. Finalmente, cuando la vaca abandona la rotativa, el comedero se limpia con agua de forma automática y se condiciona para recibir y alimentar la siguiente vaca. El uso de un DCPF permite reducir los costes de alimentación a través de una disminución importante de la densidad nutricional de la RTM, y luego suplementar algunas vacas con los nutrientes que necesiten siempre que puedan ‘pagar por ellos’.
3. Conclusiones
1. Las hijas de terneras tienen una mayor longevidad, producen más leche, y tienden a tener una mejor funcionalidad reproductiva que las hijas de vacas (la gestación coexiste con la lactación).
2. Parte de estas observaciones son debidas al nivel de metilación de algunos genes. Varios de estos genes participan en el metabolismo de los carbohidratos y ácidos grasos y otros en la función reproductiva.
3. Un exceso de proteína, ya sea en forma de proteína degradable o proteína no degradable conlleva a una pérdida de eficiencia de utilización de la proteína, una pérdida económica, y un aumento de la contaminación ambiental.
4. La relación óptima (económicamente) entre la proteína (expresada en tanto por mil de la materia seca) y la energía (expresada en Mcal de ENl/kg) de la ración es inferior o igual a 1,0.
5. La utilización de raciones totalmente mezcladas es muy práctica pero no es el sistema más sostenible ni eficaz de producir leche.
6. La sostenibilidad y retorno económico de las explotaciones de vacuno lechero se pueden mejorar (junto con una reducción de la contaminación asociada a la producción de leche) realizando grupos de vacas o bien alimentado los animales de forma individualizada en la sala de ordeño usando un DCPF.