Ricardo Migueláñez. @Rmiguelanez
El Consejo de Futuros de la Asociación norteamericana de Fabricantes de Equipos (AEM) elaboró recientemente un informe, en el que se presentan las tendencias que se esperan tengan un gran impacto en el sector agrícola y en la forma de producir alimentos en el futuro inmediato.
Uno de los vicepresidentes senior de sectores industriales y liderazgo de la AEM, Curt Blades, que presentó estas tendencias hace pocas semanas en la convención de la National Grain and Feed Asssociation (NFGA), aclaró que no es obligado estar de acuerdo con todas ellas, pero, sin duda, “debemos prestarles atención, porque algunas tendrán un impacto “dramático” en la industria de granos y piensos, tal y como ahora la conocemos, mientras que otras, más adyacentes a la industria, deberán ser por su importancia también consideradas.
Aunque las tendencias que siguen reflejan una visión un tanto norteamericana de la situación presente y futura, la mayor parte de ellas son plenamente trasladables, traducibles e interpretables a la realidad de la actividad agraria y agroalimentaria europea. De ahí su indudable importancia en informarlas y darlas a conocer.
Tendencia 1. Producir más con menos impacto medioambiental: Se prevé que la población crezca en unos 2.200 millones de personas de aquí a 2050, pero a la vez existe una presión cada vez mayor para reducir nuestro impacto medioambiental. El avance de la genética, la administración intencionada y la mejora de la tecnología a través de la agricultura de precisión son vías clave para ampliar la producción, sin aumentar la carga medioambiental.
Tendencia 2. Optimización del uso del agua: Existe un problema con el agua en el mundo y, desde luego, en Estados Unidos. Además, la agricultura suele cargar con la mayor parte de la culpa de los problemas de escasez de agua. Por tanto, hay trabajo por hacer en cuanto a cómo controlamos y cómo regamos.
Tendencia 3. Aumento de la demanda mundial de proteínas: A pesar de que los debates sobre la carne cultivada en laboratorio y los productos de origen vegetal han ganado una sólida tracción en el mercado, no hay indicios de que la demanda de proteína animal vaya a disminuir. De hecho, se prevé que se duplique de aquí a 2050. Será un poco diferente, porque otros productos seguirán desempeñando un papel importante en la demanda de proteína, pero no hay ninguna investigación que apunte al hecho de que no se espera que la proteína animal continúe en el vaivén ascendente en un previsible futuro.
Tendencia 4. Cadena corta de suministro de alimentos: Tiene mucho más sentido cultivar la lechuga cerca de donde se consume porque, de lo contrario, solo se está transportando agua. Las iniciativas de agricultura vertical y los sistemas de cultivo en invernadero han cambiado fundamentalmente el panorama agrícola, especialmente para las verduras de hoja. De los éxitos de producción de la industria de la marihuana se aprendieron muchas lecciones. Su tecnología es fácilmente transferible a las frutas y hortalizas, por lo que la cadena de suministros de alimentos será mañana dramáticamente diferente de lo que es hoy.
Tendencia 5. Cambios geográficos en la producción: Tanto los avances genéticos, como el cambio climático han permitido por distintas razones que los cultivos crezcan en lugares donde antes no podían hacerlo, pero los cambios están abriendo posibilidades de diversificación a los agricultores. Es una simple realidad que el Cinturón del Maíz (“Corn Belt”) de Estados Unidos se está desplazando cada vez más hacia el Norte y la industria del cereal necesita prepararse para este cambio geográfico en la producción de cultivos.
Tendencia 6. La trazabilidad avanzada de los alimentos como ayuda para mantener la confianza del consumidor: Los consumidores exigen trazabilidad y votan con sus carteras. Uno de los principales propósitos de la trazabilidad es mejorar la confianza del consumidor, que se ha visto empañada en el pasado por preocupaciones sobre la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos. Las empresas deben estar preparadas para proporcionar esa trazabilidad si quieren participar en futuros mercados.
Tendencia 7. Adaptación de los agricultores a la normativa sobre emisiones: El sector agrario está sometido a una fuerte presión para reducir su huella de carbono, lo que puede dar lugar a inversiones específicas en equipos y vehículos más sostenibles, que podrían afectar a los resultados finales.
Tendencia 8. Los esfuerzos por descarbonizar y la creación de economías adyacentes: El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) está buscando activamente oportunidades para establecer múltiples fuentes de ingresos en explotaciones agrícolas singulares, mediante el apoyo al desarrollo de industrias adyacentes, especialmente en los mercados de carbono, en los que los agricultores podrían generar y vender créditos de carbono a compradores del sector privado. Aunque se desconoce cómo se implementará todo esto, sí se sabe que habrá industrias adyacentes a las de los cereales, que tendrán un impacto dramático en lo que está sucediendo actualmente en el mundo. Y tendremos que estar preparados para ello.
Tendencia 9. Reducción de la brecha de la conectividad: Lo que promete la agricultura de precisión depende de la conectividad constante a Internet. Hay que pensar en el impacto fundamental que los teléfonos móviles “inteligentes” (“smartphohe”) han tenido en la vida de las personas, pero muchos agricultores se ven limitados a lo hora de sacar partido de esta tecnología innovadora, porque la conectividad no ha está disponible. Según el informe de la AEM, solo el 25% de las explotaciones agrícolas de Estados Unidos utilizan actualmente equipos o dispositivos conectados para acceder a los datos.
Tendencia 10. Inteligencia artificial para una agricultura basada en el conocimiento: La inteligencia artificial (IA) está avanzando significativamente y se esperaba que influya en la industria agrícola tanto desde el punto de vista de la productividad, como de la sostenibilidad. El informe de la AEM incluye algunos ejemplos de IA, como el análisis del estado de los cultivos en tiempo real, los sistemas de predicción del mantenimiento y los robots autocosechadores.
Tendencia 11. Más recursos para la ciberseguridad: Habrá que reforzar al máximo los esfuerzos de ciberseguridad, ya que la mayor parte del robo (o violaciones) de datos son el resultado de eslabones débiles que, a menudo, se pasan por alto. El cumplimiento de las normas de seguridad será cada vez más vital a medida que las operaciones agrícolas hagan la transición a las plataformas digitales.
Tendencia 12. Cambio en los modelos de la propiedad agrícola: Por primera vez en generaciones, los negocios agrícolas se están separando cada vez más de (la propiedad) de la tierra, lo que permite a los propietarios no activos, por lo general agricultores jubilados que no pudieron transmitir con éxito sus operaciones a las generaciones posteriores, reclamar la propiedad, mientras que las partes externas pueden invertir y producir en la tierra.
Tendencia 13. Surgimiento de nuevos modelos de negocio: No hay que mirar muy lejos para ver el dinero que se está invirtiendo en agricultura. Empresas que, hasta ahora, no estaban vinculadas a este sector o lo estaban en escasa medida han empezado a invertir en el mismo a un ritmo acelerado y es probable que influyan en los sistemas actuales y acaben evolucionando. En algún momento esto va a cambiar todo a lo que estamos acostumbrados en esta industria, y van a surgir nuevos modelos de negocio, a los que, sin duda, debemos prestar atención.
Amenaza creciente: el proteccionismo alimentario
Junto a estas tendencias, llama la atención otra que se analizó durante la reciente Convención Canadiense de Cultivos, en Otawa (Ontario, Canadá), referida al proteccionismo alimentario, que se ha convertido en una amenaza creciente desde la invasión rusa de Ucrania.
Según el Banco Mundial, más de un año después de esta invasión, que se inició el 24 de febrero de 2022, seguían en vigor 101 restricciones a la exportación, entre cuotas, licencias y prohibiciones totales, que abarcaban más del 11% del comercio mundial de alimentos.
La mayoría de estas restricciones eran de países con una pequeña cuota de exportación de alimentos, pero, a medida que aumenta el proteccionismo, los conflictos y la inflación mundial, la brecha se ensancha entre “los que tienen” y “los que no tienen cereales”.
En dicha Convención se señaló que era difícil prever que esta tendencia al proteccionismo alimentario se invierta sin que termine la guerra entre Rusia y Ucrania y, aunque la iniciativa de “Granos del Mar Negro” ha ayudado a dar salida a los cereales y oleaginosas acumuladas en el país agredido, las exportaciones no se acercan a las que había antes de iniciarse este conflicto bélico. Rusia, mientras tanto, el mayor exportador de fertilizantes del mundo ha limitado los envíos de este insumo básico para los cultivos y ha mostrado favoritismo al dirigir sus exportaciones de cereales y fertilizantes a países “amigos”.
En este encuentro se señaló que las semillas de la disensión han contribuido a aumentar el proteccionismo alimentario entre algunos de los mayores productores y exportadores de cereales del mundo. Los que pagan el precio más alto son los países que dependen en gran medida de las importaciones, con África y Oriente Medio como los más afectados.
Para Janice Gross Stein, directora y fundadora de la Munik School of Global Affairs and Public Policy, de la Universidad de Toronto, que participó en dicha Convención, hasta que no se resuelvan algunos de estos conflictos geopolíticos (principalmente el de Rusia y Ucrania, pero también otros, como la actual discordia entre China y Estados Unidos), a un nivel no visto desde la Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética, es difícil prever una vuelta al nivel de libre comercio, del que disfrutamos a finales del siglo XX y principios del XXI.
“Por difícil que sea, añadió Gross Stein, los gobiernos deben resistirse a la tentación de limitar o prohibir las exportaciones de cereales, a menos que la situación de la seguridad alimentaria en sus países sea realmente grave. El destino de un número creciente de personas en situación de inseguridad alimentaria en el Planeta, que el Programa Mundial de Alimentos estima en casi 350 millones en 2023, depende de ello.”