Ricardo Migueláñez. @Rmiguelanez
Se esperaba bastante del discurso de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, sobre el estado de la Unión, pronunciado el pasado 13 de septiembre en el Parlamento Europeo, para ver si esta vez hacía referencia o no, como sucedió el pasado año, al sector agrario y agroalimentario comunitario.
Y sí, esta vez, al menos no defraudó al anunciar el lanzamiento de un “diálogo estratégico” sobre el futuro de la agricultura en la UE para intentar acabar con la polarización en los debates sobre la transición “verde” y, más en concreto, sobre la necesidad de seguridad alimentaria y el respeto por la Naturaleza y el medio ambiente. “Necesitamos más diálogo y menos polarización”. Quizás los números que manejan en Bruselas están haciendo que la (CE) se empiece a preocupar por el futuro del abastecimiento alimentario de los 27.
En concreto, afirmó que “debemos asegurar el aprovisionamiento presente y futuro de los alimentos mediante un aprovechamiento respetuoso de la Naturaleza”.
Este particular equilibrio es el que hasta ahora ha faltado en la definición de las Estrategias “De la granja a la mesa” y “Biodiversidad 2030”. Muchos se cansaron de señalar que era necesario contar con los verdaderos actores de estas políticas, coordinarse y colaborar con ellos y no tratar de imponerlas unilateralmente a las duras y las maduras. Y de que no será posible una sostenibilidad “verde”, sin una sostenibilidad económica y social en el medio rural.
Von der Leyen afirmó que el objetivo último debe ser asegurar que la implantación de la transición ecológica o “verde” se lleva a cabo de manera justa, inteligente e inclusiva.
Ese “diálogo estratégico”, que ahora se demanda desde las altas instancias comunitarias, se llevará a cabo media la celebración de una serie de eventos por toda la Unión Europea, que se organizarán antes de final del presente año y continuarán durante 2024, al menos durante su primera mitad, con mesas redondas, talleres temáticos, campañas en Internet y paneles de ciudadanos.
Ignoramos si todo esto tiene que ver o viene a cuento de la relativa proximidad de las próximas elecciones europeas (Parlamento Europeo), previstas para el 6-9 de junio de 2024, y con la renovación del equipo de comisarios. Von der Leyen no comentó si tenía intención de volverse a presentar como candidata del Partido Popular Europeo (PPE) a un nuevo mandato en la Presidencia de la Comisión Europea.
Realmente, su discurso fue un giro de 180º respecto al de un año antes, en el que el sector agrario estuvo ausente. En esta ocasión, dedicó un apartado de su intervención de algo más de una hora a los agricultores, a quienes expresó su agradecimiento “por proveernos de alimentos día a día; por producir alimentos sanos para nosotros, los europeos, en una función de la agricultura que constituye la base de nuestra política agrícola. También es importante la independencia en el aprovisionamiento de alimentos y esto es posible gracias a nuestros agricultores.”
La presidenta de la Comisión Europea afirmó que (lo de garantizar el suministro alimentario a los europeos) “no es algo que se pueda dar por supuesto, ya que el trabajo de los agricultores y sus ingresos se ven cada vez más afectados no solo por las consecuencias de la agresión rusa contra Ucrania o por el cambio climático y las sequía, los incendios forestales y las inundaciones que éste (cambio climático) trae consigo, sino también por nuevas responsabilidades que recaen sobre ellos.” Esto último en referencia, aunque literalmente no lo dijo, a los nuevos y más exigentes condicionamientos en materia de medio ambiente, bienestar animal u otras que se les impone para poder desarrollar su actividad.
Agricultura y Naturaleza, de la mano
Von der Leyen apuntó que “muchos (agricultores y ganaderos) ya están comprometidos en la actualidad con una agricultura más sostenible. Junto con los hombres y mujeres del sector agrario, debemos responder a estos nuevos desafíos. Esta es la única manera en que podemos salvaguardar nuestra seguridad alimentaria en el futuro”, subrayando en todo caso su “convicción inamovible de que la agricultura y la conservación de la Naturaleza pueden ir de la mano, y las dos son necesarias.”
En ausencia del anterior comisario y vicepresidente primero de la Comisión Europea y responsable del Pacto Verde Europeo, el neerlandés Frans Timmermars, que dejó su puesto el pasado 22 de agosto para presentarse como candidato a las elecciones de su país o, precisamente por ello, la presidenta Vor der Leyen tampoco hizo referencia explícita alguna a la Estrategia “De la granja a la mesa”, lo que podría interpretarse con un freno que al parecer la Comisión quiere dar a sus propuestas de revisión reglamentaria sobre bienestar animal y sobre los Sistemas Alimentarios Sostenibles a solo ocho meses vista del final de su mandato.
A la hora de hacer balance, la presidenta de la CE no se olvidó de su política “estrella”: el Pacto Verde Europeo, que consideró “justo y equitativo”, y del objetivo para que el bloque comunitario alcance la neutralidad climática (emisiones - absorciones = 0) en 2050. Es más, recalcó que “hace cuatro años, el Pacto Verde Europeo fue nuestra respuesta a la llamada de la historia y este verano, el más caluroso jamás registrado en Europa, nos lo ha recordado con crudeza.”
En su recopilación de estos últimos años, Von der Leyen celebró las numerosas leyes climáticas aprobadas desde su llegada a Bruselas y alabó la diversidad biológica única de Europea, compuesta por miles de especies animales, bosques, páramos y humedales. “La pérdida de Naturaleza no solo destruye los cimientos de nuestra vida, sino también nuestro sentimiento de hogar, afirmó evocando quizás, pero sin nombrarla, a la polémica y tan criticada (por el sector agro-pesquero europeo y por su propio partido político, el PPE) Ley de Restauración de la Naturaleza.
Defendió su balance de legislatura y aseguró que “hemos llevado a la práctica más del 90% de las orientaciones políticas, presentadas en 2019, gracias a la labor de la Eurocámara, de los Estados miembros y de mi equipo de comisarios y comisarias.”
Este giro de timón por parte de la presidenta de la CE fue bienvenido para las organizaciones agrarias y cooperativas europeas (COPA-Cogeca), que se mostraron satisfechas por la voluntad de diálogo expresada por Von der Leyen y, quizás, por el cambio de método que se propone en las negociaciones con el sector.
Para el COPA-Cogeca, el “diálogo estratégico” anunciado debería permitir examinar con hechos las consecuencias de las iniciativas políticas por medio de evaluaciones de impacto basadas en la Ciencia, como tantas veces se ha dicho. Y ese diálogo, añadieron, debe empezar con un análisis de las políticas del Pacto Verde Europeo que están ya sobre la mesa y que afectan de lleno al sector agro-pesquero-alimentario, así como de cualquier nueva propuesta, que debería “someterse a evaluaciones de viabilidad y presupuestaria para que las ambiciones vayan a la par de los recursos existentes.”
Estas organizaciones esperan también más detalles sobre el marco de diálogo que propone ahora la Comisión Europea, un marco que debería ya aplicarse y formar parte de los trabajos preparatorios sobre el futuro de la Política Agrícola Común (PAC) e incluso de las discusiones sobre la legislación acerca de los Sistemas Alimentarios Sostenibles, esperada para este otoño y que algunas fuentes consideran aparcada, tras acumular ya varios retrasos.
Nuevo curso político
El nuevo curso político de la UE, tras la pausa estival, se inició ya con una discusión interna en el propio seno de la Comisión Europea, cuyo peso se ha visto disminuido por la salida de Frans Timmermans y la excedencia de Margrethe Vesteger, la comisaria de Competencia, que se presenta para presidir el BEI, al igual que la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño).
Este debate versó sobre si era pertinente, prudente o factible continuar adelante con algunas propuestas legislativas de la Estrategia “De la granja a la mesa”, como las relativas a la amplia revisión de la legislación de bienestar animal y sobre los Sistemas Alimentarios Sostenibles cuando apenas queda tiempo para que prosperen ante la proximidad de las elecciones europeas y el fin de mandato del actual equipo de la Comisión.
Argumentos de peso a favor de este “parón” legislativo se consideran también la situación actual de incertidumbre, provocada por la continuidad de la guerra en Ucrania y la alta tasa de inflación en muchos países europeos. Elevada inflación debida al fuerte aumento de los precios de consumo de los alimentos y de la energía, que han incrementado ostensiblemente los costes de producción y provocado una pérdida de rentabilidad de muchas producciones agrarias, como consecuencia también de factores adversos como la sequía.
Respecto a la revisión de la amplia normativa de bienestar animal, la Comisión Europea podría aparcar su pretensión de endurecer aún más o de hacer menos ambiciosas algunas de sus exigencias, como las referidas a restringir el transporte de animales vivos o de aumentar la dimensión y los espacios de las explotaciones ganaderas, que obligarían a un importante incremento de los costes de producción y, por ende, a una pérdida de competitividad frente a las producciones de fuera de la Unión.
Sobre la propuesta relativa a los Sistemas Alimentarios Sostenibles, la Comisión tenía previsto establecer unos requisitos legislativos mínimos para determinar que un producto que llegue a la mesa de los consumidores se considere sostenible. Tampoco está claro que este objetivo vaya a suscitar consenso y que, por el contrario, pueda suponer un nuevo incremento de los costes de producción y, por ende, de los precios al consumidor.
Otros dossieres que afectan al sector agroalimentario están ya en proceso legislativo y algunos (los menos quizás) podrían prosperar, aunque fuese solo como acuerdo político entre las tres instituciones de la Unión Europea (CE, Parlamento y Consejo) antes de las elecciones europeas de 2024. Otros, en cambio, debido al debate político y a su complicación, quedarán rezagados y en la incertidumbre hasta después de la cita electoral europea.
Estos asuntos son la nueva regulación sobre uso sostenible de fitosanitarios; sobre envases y residuos de envases; sobre Indicaciones Geográficas; sobre normas de comercialización; sobre certificación de la captura de carbono; sobre autorización del glifosato; sobre nuevas técnicas genómicas y de reproducción vegetal; sobre restauración de los suelos, o sobre restauración de la Naturaleza.