Sea por el cambio climático y las malas cosechas por la sequía y otras adversidades meteorológicas de los últimos años; sea por la proximidad de las elecciones europeas del mes de junio; sea por las manifestaciones y tractoradas de los agricultores en las últimas semanas en los principales países productores de la UE, incluido España; sea por el difícil y complejo contexto geopolítico y la “desglobalización” del comercio mundial…la realidad es que con todos estos condicionantes la actual PAC, que entró en vigor en 2023 tras años de diseño, está haciendo aguas al verse sobrepasada por la cruda y dura realidad.
Tras complicarla (la PAC) en demasía por las nuevas exigencias medioambientales y de lucha contra el cambio climático, derivadas de las Estrategias “De la granja a la mesa” y “Biodiversidad 2030” del Pacto Verde Europeo, ahora la Comisión Europea se descuelga con una “hoja de ruta” para su simplificación (“a buenas horas, mangas verdes”) y para contribuir a mejorar las rentas de los agricultores y ganaderos que, hay que volver a recordar, dependen más que de las ayudas ordinarias o extraordinarias, de algo tan lógico y de sentido común como que logren buenas cosechas que luego puedan venderse a unos precios que, como mínimo, cubran sus costes de producción.
Y esto tan de Perogrullo es algo que la Comisión Europea olvidó al diseñar la PAC hace ya unos cuantos años, en unas circunstancias económicas, comerciales y geopolíticas que nada tienen que ver con las que existen y persisten en la actualidad.
Entonces, como hemos dicho tantas veces, casi nadie en la UE cuestionaba lo de la soberanía alimentaria o la garantía del autoabastecimiento en muchas producciones agrícolas, pero primero el Covid-19, luego la guerra de Ucrania, las malas cosechas por sequía o inundaciones, y las desavenencias de tipo comercial entre Estados Unidos y China, principalmente, cambiaron el panorama europeo y mundial, sin que los diseñadores de la PAC se enteraran o quisieran enterarse, a pesar de los numerosos “avisos” que tenían encima de la mesa.
Por mucho que lo digan los medios de comunicación, la mayoría de ellos ideologizados o con periodistas que lo están, los agricultores y ganaderos no se oponen a la defensa del medio ambiente, del cuidado de la Naturaleza y de la lucha contra el cambio climático, porque es su hábitat natural donde ejercen su actividad y porque dependen para ello del buen estado del mismo. Y nadie en sus cabales está por la labor de tirar piedras sobre su propio tejado. Pero eso es una cosa y otra que les impongan desde la burocracia de Bruselas o desde un punto de vista urbanita cómo cuidarlo, sin contar con ellos, sin tener en cuenta su conocimiento sobre el terreno y su experiencia en el medio en el que trabajan.
Ya sabemos que la Comisión Europea llega tarde y mal a casi todo, y que lo de adelantarse y prevenir sucesos de inmediato futuro no es su fuerte. Ahora, con el pie cambiado, ha tenido que reaccionar como ha podido y aún está por ver con qué resultados. Algunos, como el comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, ha quedado ya “fuera de juego”, superado por las circunstancias y por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, después del paso a retirada del anterior vicepresidente de la CE y responsable del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans.
Paquetes de medidas
Este mes de marzo, la CE presentará un primer paquete de medidas, cuyas propuestas a debate ya se han avanzado, y más adelante, quizás después de la pausa estival y conocidos los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo, un segundo paquete con medidas a medio-largo plazo, en lo que constituirá una revisión a fondo de la PAC, que ya estaba en parte prevista en 2025, y un reforzamiento del papel que, como eslabón inicial, juega el sector agrario en el conjunto de la cadena alimentaria para protegerlos frente a las prácticas comerciales desleales.
Esto último abarcaría un amplio abanico de medidas para la mejora de la transparencia del mercado; de las prácticas comerciales en la cadena de valor agroalimentaria; de los costes de producción; un control más homogéneo de las normas existentes sobre los productos agrarios importados (¿cláusulas “espejo”?), …etc.
Como decimos, las primeras sugerencias de la CE para simplificar la PAC del actual ejercicio de 2024 la habrán tenido sobre la mesa de reunión del Consejo de Ministros de Agricultura este lunes 26 de febrero, en medio del ruido de fondo de las protestas y manifestaciones de los agricultores en Bruselas y en otras capitales europeas.
Por su parte, los titulares de cada Estado miembro habrán venido con su “lista de la compra” para ver si consiguen arañar algo más a las pretensiones comunitarias de simplificación de la PAC, aunque con resultado incierto.
Todo ello originará un debate, que luego habrá que consensuar para votar y aprobar. Vamos, que llevará su tiempo, cuando los agricultores y ganaderos, inmersos ya en su campaña agrícola, son los únicos que no pueden esperar, por lo que muchas de las decisiones, aunque se adopten con carácter retroactivo, las deberán dar por supuestas, aun a riesgo de que finalmente no se aprueben.
Bruselas plantea ahora modificar las exigencias normativas de la BCAM 1, que impone el requisito de mantener estables las superficies de pastos permanentes en la UE desde el año de referencia de 2018. Según este requisito, puede pedirse a los antiguos ganaderos con pastizales importantes, que se vieron obligados a pasar a la producción de cultivos herbáceos, debido a las perturbaciones del mercado en el sector cárnico y lácteo, que reconviertan sus tierras de cultivo en pastos permanentes, lo que da lugar a una merma clara de ingresos para los agricultores afectados.
La Comisión plante modificar estas normas antes de mediados de marzo para garantizar que se tengan en cuenta los cambios estructurales causados por la reorientación al mercado y la reducción del ganado, garantizando que no se penalice a los agricultores en su trabajo y contribuyendo a reducir la carga, ya que habría que reconvertir menos superficies en pastos permanentes. Relaja, por tanto, la obligación de reimplantar los pastos permanentes en caso de una disminución superior al 5% con respecto a 2018 si se cumplen determinadas condiciones.
La CE anima también a que las partes interesadas compartan su opinión sobre la carga administrativa que puede estar vinculada a la Directiva sobre nitratos, algo que podrá hacerse a través de la consulta pública online, abierta hasta el 8 de marzo.
También propone modificar las disposiciones que regulan la BCAM 6, relativa a la cobertura de los suelos durante los periodos sensibles, y una propuesta en esta línea ha presentado la delegación española a la Comisión, de la que se esperan en breve más aclaraciones.
Controles más simples
Una segunda medida planteada es la de simplificar la metodología para determinados controles, a fin de reducir hasta un 50% el número de visitas a las explotaciones por parte de las Administraciones nacionales, tal y como ya lo solicitaron los propios Estados miembros.
A cambio, la CE plantea ahora un sistema basado en el análisis automatizado de imágenes por satélite de Copernicus, destinado a reducir las inspecciones en las explotaciones, ayudar a los agricultores a evitar errores y sanciones, así como a facilitar la notificación. Esto ya esta en marcha en nuestro país, por lo que se buscaría potenciar su uso.
En tercer lugar, la CE plantea una mayor aclaración del uso de los conceptos de “fuerza mayor” y de “circunstancias excepcionales”, que permite a los agricultores y ganaderos que no se les impongan sanciones en sus ayudas por no cumplir todos los requisitos exigidos de la PAC, debido precisamente a determinados acontecimientos excepcionales, extraordinarios, imprevisibles y que escapan de su control, como son las graves sequías o heladas, inundaciones, incendios u otro tipo de catástrofes inesperadas.
Pequeñas explotaciones
Más a medio plazo, la Comisión hace referencia a aliviar las cargas para los agricultores, en especial las pequeñas explotaciones de menos de 10 hectáreas, a las que se les eximiría de los controles relacionados con el cumplimiento de los requisitos de condicionalidad reforzada (BCAM).
Esto supondría que los pequeños agricultores, que representan el 65% de los actuales beneficiarios de la PAC, verían simplificado su actividad diaria de forma significativa, a la vez que la UE mantendría sus ambiciones medioambientales en esta política común, teniendo en cuenta que las explotaciones pequeñas solo cubren el 9,6% de las superficies agrícolas utilizadas que reciben ayudas PAC.
A pesar de que hubo bastantes discusiones sobre este asunto en el pasado, iniciadas ya durante la revisión de la PAC, la Comisión se opuso a ello. Ahora obligaría a reabrir el reglamento base de esta política y aprovechar para abordar e introducir cambios específicos en la BCAM 6 (cobertura de los suelos), BCAM 7 (rotación de cultivos) y BCAM 8 (barbechos).
Consulta online
Como si no tuviera datos más que suficientes de los problemas que está causando la aplicación de la actual PAC y, quizás también para dilatar el proceso de su revisión, la Comisión pondrá en marcha en breve una consulta o encuesta online, cuyo plazo llegará hasta mayo, dirigida directamente a los agricultores, con el fin de ayudarles a identificar los principales motivos de preocupación y a comprender mejor las causas de la carga administrativa y de la complejidad derivadas de las normas de la PAC, pero también de otras normas comunitarias para la alimentación y la agricultura y para su aplicación a nivel nacional.
Los resultados de esta encuesta darán antes del verano, según la CE, una visión más clara de los principales obstáculos administrativos que perciben y a los que se enfrentan los agricultores, y servirán para un análisis más detallado de la realidad.
La CE prevé contar con un análisis más detallado que se publicará en el próximo otoño, a la vez que publicará los resultados o recomendaciones del Diálogo Estratégico Agroalimentario, que se abrió a finales de enero.
La mayor parte de los Estados miembros, así como las organizaciones agrarias europeas (CEJA, COPA-Cogeca) y otras organizaciones e instituciones de la sociedad civil han presentado ya sus propuestas iniciales o tienen intención de hacerlo.
Con todo este “maremágnum” de iniciativas, la CE deberá sacar sus conclusiones y plantear cambios de calado en una PAC que, poco después de empezar a aplicarse en 2023, empieza a agujerearse y tener vías de agua. Deberá ser casi una enmienda a la totalidad, en la que existen muchos culpables, entre ellos la propia Comisión Europea y buena parte de los Estados miembros, incluido España, que dieron en su día su visto bueno a la misma, sin prever las consecuencias actuales. Lo que entonces era bueno para el medio ambiente sin que afectara al sector agrario de la UE, ahora no lo es tanto, pero nunca será tarde para rectificar, si el Ministerio para la Transición Ecológica da su visto bueno, claro.