Ricardo Migueláñez. @Rmiguelanez
Decir que el envejecimiento de la población y la insuficiencia del relevo generacional en las explotaciones agrarias es el problema central del futuro de nuestro sector agrario (y también el de la Unión Europea) es ya casi una perogrullada, por lo evidente que es.
Sin embargo, por mucho que lo repitamos, este asunto no va a dejar de abordarse, porque llevamos todos los años del presente siglo y de muchos atrás del anterior haciendo hincapié en lo mismo sin que las soluciones que se han puesto sobre la mesa y que se han ido implementando hayan resuelto un problema que sigue y seguirá vigente con más urgencia en los años venideros.
Por eso, una vez más hay que aplaudir el proyecto de resolución sobre “El relevo generacional en las explotaciones agrícolas del futuro de la UE”, de la ponente y eurodiputada portuguesa Isabel Carvalhais (S&D), adoptado el pasado 19 de septiembre por la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural (ComAgri) del Parlamento Europeo por una mayoría de 43 votos a favor, 0 votos en contra y una abstención, y en el que se insiste en que apoyar a los jóvenes eliminando barreras para acceder a la agricultura es clave para el futuro de este sector y del medio rural.
El proyecto, cuyo debate en el Pleno de la Eurocámara está previsto el 18 de este mes de octubre, destaca que las zonas rurales, la seguridad alimentaria de la UE y el futuro de la agricultura dependen del relevo generacional. Y por ello se demandan políticas públicas que creen ingresos justos y dignos, así como una calidad de vida para los agricultores y sus familias, como condición previa para atraer a los jóvenes al sector agrario.
El relevo generacional es clave para la sostenibilidad social, económica y medioambiental de las zonas rurales y para la autonomía alimentaria de la Unión, así como para el futuro de la agricultura y el modelo tradicional de agricultura familiar.
Como contraparte al muy bajo nivel de relevo intergeneracional en la agricultura, el texto aprobado señala también que es más probable que los jóvenes agricultores y los nuevos entrantes en el sector introduzcan ideas empresariales innovadoras y apliquen métodos de explotación agrícola sostenible.
En este contexto, el declive demográfico es más pronunciado en las poblaciones rurales y en los agricultores que en otros sectores de la sociedad. En 2020, casi el 58% de los administradores o jefes de explotación agraria tenía ya 55 años o más en la Unión Europea.
En el caso español, según un análisis más pormenorizado realizado por el MAPA del último Censo Agrario 2020, del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 41% de los jefes de explotación contaba ya con más de 65 años, mientras que sólo el 8% tenía menos de 40 años, destacando que el envejecimiento de la población agraria es ya un hecho generalizado en todas las regiones.
Sin embargo, en algunas de ellas, como Asturias o Cantabria, presentaban una situación algo más aliviada, en especial en ésta última, donde los jóvenes (igual o menos de 40 años) duplicaban la media nacional (16%), mientras que los mayores de 65 años eran el 21% del total de los agricultores.
En el extremo opuesto, se situaban la Comunidad Valenciana, Galicia, Comunidad de Madrid e Islas Baleares, con cifras cercanas a la mitad de los jefes de explotación mayores de 65 años.
Más en concreto, según este último Censo:
Barreras identificadas
Las barreras asociadas al acceso a la actividad agraria están identificadas desde hace mucho tiempo, recalca la ponente, y son el precio y la disponibilidad de la tierra, el difícil acceso al crédito financiero y a las medidas de apoyo, así como los requisitos administrativos, el acceso a los mercados y a una remuneración justa de su trabajo, como también el acceso al conocimiento y la formación.
Según Isabel Carvalhais, “si bien los jóvenes de las zonas rurales tienen las mismas aspiraciones y necesidades que los demás, experimentan sin embargo retos diarios más profundos, especialmente en lo que respecta al aislamiento social, la educación, los empleos de calidad, el transporte público, la asistencia sanitaria, la tecnología digital y la conectividad, sobre todo si viven en zonas rurales alejadas y menos desarrolladas.”
Aunque se reconoce las competencias nacionales en el ámbito de este insumo clave para la actividad agraria, como son las tierras agrícolas, la ponente destaca que resultaría beneficioso que la UE evaluar todas sus posibilidades de actuación a escala de la Unión y que pudiera adoptar un enfoque más armonizado a nivel comunitario, con una legislación específica y una información pública y más amplia por parte de los Estados miembros, que persiga mejorar el funcionamiento de los mercados nacionales de tierras agrícolas y abordar la concentración de tierras.
Por ejemplo, estableciendo un observatorio de la UE sobre tierras agrícolas, que monitorizara las tendencias y los precios de venta y alquiler de las parcelas para garantizar una mayor transparencia de las transacciones de estos bienes inmuebles.
Por su parte, los Estados miembros deberían utilizar todas las posibilidades a su alcance para regular mejor los mercados de tierras, promoviendo el acceso a las mismas para los jóvenes agricultores mediante, por ejemplo, derechos de preferencia, controles de precios en las ventas y alquileres o garantías de uso a largo plazo.
El acceso a la tierra sigue siendo, sin duda, una de las mayores barreras para los jóvenes agricultores, especialmente para aquellos que acceden a la actividad desde fuera de un contexto familiar. La tierra es un recurso finito, cuyo acceso se reduce a su disponibilidad limitada para la venta o el alquiler, debido a varios factores, pero también al aumento de los precios, lo que exige más y mejor regulación, se cita en el texto de la resolución.
A este colectivo deberían ofrecerle tipos de interés más bajos, avales o garantías de préstamos y apoyo para el primer plazo del préstamo, así como asesoramiento para mejorar sus competencias y conocimientos financieros para elaborar sus planes de negocio. Y se recuerda que los jóvenes tienen entre dos y tres veces más probabilidades de que se rechace su solicitud de préstamo para elaborar sus planes de negocio.
Esta petición se justifica porque los bancos suelen percibir a los jóvenes agricultores como inversiones de alto riesgo, lo que da lugar a un mayor rechazo de las solicitudes de préstamos, en particular en el caso de las mujeres y las pequeñas explotaciones.
Los países comunitarios deberían también crear a través de los sistemas de asesoramiento, un puesto de “facilitador de la sucesión agrícola” que pueda proporcionar orientación durante las transferencias o traspasos de explotaciones agrícolas de una generación a la siguiente.
En este sentido, destaca también que el relevo generacional necesita a las dos generaciones: la de los jóvenes y la de los agricultores de más edad, y requiere un marco propicio que respalde sus decisiones de entrar y abandonar el sector, y fomente la cooperación y el diálogo intergeneracional.
Más preparados
Los eurodiputados demandan a la Comisión analice de forma concienzuda las necesidades de los jóvenes agricultores en la evaluación de impacto de las nuevas políticas a aplicar.
Resaltan también que, por lo general, los jóvenes agricultores están mejor preparados para aprovechar las oportunidades que presentan las transiciones “verdes” y digital, ya que es más probable que apliquen nuevas tecnologías e implementen prácticas agrícolas sostenibles, entre otras, para lo cual se ve necesario también que se les proporcione acceso a Internet fiable, así como formación en habilidades digitales, planificación empresarial o prácticas innovadoras.
Aunque la PAC ha sido importante para apoyar el relevo generacional, afirma la ponente lusa, debe seguir siendo prioritaria en el próximo periodo de programación, mediante una importante asignación obligatoria de fondos. Aún así considera que puede hacerse más para mejorar las medidas de ejecución, como reducir la carga administrativa, poner a disposición ayudas a la puesta en marcha y a la inversión a lo largo de todo el periodo presupuestario, así como revisar el límite de tiempo actual para acceder a las ayudas.
La ponente ve necesario, a la vez, la participación activa y significativa de los jóvenes en todos los procesos democráticos y que se les tenga plenamente en cuenta a la hora de diseñar las políticas e instrumentos de financiación.
En este contexto, señala que las cooperativas y las organizaciones de agricultores son especialmente importantes para amplificar las voces individuales y apoyar su plena participación en la vida económica, política y social, cuando sus órganos de gobierno cuentan con una representación de jóvenes en paridad de género.