Joan Antón Rafecas. Presidente de la Federación Avícola Catalana
El sector avícola de Cataluña afronta el 2023 en un contexto en el que se mantiene la incertidumbre derivada de la situación geopolítica en Europa y en que se prevé que los precios de los aprovisionamientos continúen siendo elevados. Una coyuntura que ha puesto las cosas difíciles en el último año a las empresas catalanas productoras de aves de corral y huevos, que desde 2021 han debido enfrentarse a un gran número de externalidades adversas. Destacan por su impacto la volatilidad de los precios de la energía y el encarecimiento de la alimentación animal, debido a la escasez de cereal y otras materias primas para la elaboración de piensos, como consecuencia de la guerra de Ucrania.
Los precios de los piensos para el engorde de pollo aumentaron en 2022 una media del 31,2% respecto a 2021 y los piensos para ponedoras se encarecieron un 27,3% en el mismo período. El incremento acumulado de los dos últimos ejercicios es del 61,5% para el pienso de engorde y del 60,6% para el de ponedoras. Aunque las cifras son elevadas de por sí, aún toman más relevancia si tenemos en cuenta que la alimentación de las aves representa aproximadamente el 70% de los costes de la producción para las empresas avícolas.
A esta coyuntura se añadió en 2022 la dificultad de trasladar los incrementos en los costes a los eslabones siguientes de la cadena de suministro, especialmente para las empresas del sector avícola de carne que mantienen contratos con la distribución a precios cerrados. La revisión de las condiciones requirió negociaciones muy dilatadas en el tiempo, bajo la presión social sobre la subida de precios debido a la inflación generalizada, y los nuevos acuerdos tardaron en alcanzarse, por lo que las empresas pudieron salvar el año principalmente gracias al control interno de costes y también a la regulación de los volúmenes de producción.
Para el sector del huevo también fue difícil trasladar los costes a los precios de venta. Los incrementos en los precios no fueron suficientes el pasado año para cubrir la subida de los costes, a los que en este sector se añade el de los precios de los envases. Por otra parte, la producción de huevos de gallina se ve afectada mundialmente por factores como la elevada incidencia de la influenza aviar altamente patógena, que es responsable del descenso en la oferta mundial; también por el cierre de granjas que no han podido hacer frente al incremento de costes y por la migración progresiva que están realizando los productores de huevos a escala global hacia sistemas de producción alternativos a la cría en jaulas, que conlleva necesariamente una disminución en el censo de ponedoras. Conjuntamente, en el último año estos factores generaron en el mercado mundial del huevo una descompensación entre la demanda y la oferta, que también se ha hecho notar en los mercados locales.
La climatología es otro factor a tener en cuenta en la producción avícola. Las temperaturas anormalmente elevadas del pasado verano, que se mantuvieron durante muchas semanas, influyeron en los niveles de crecimiento y producción en las granjas, que disminuyen en los períodos de altas temperaturas. En el caso del engorde de aves de corral, este factor contribuyó en parte a regular la producción, mientras que en el sector del huevo fue uno de los causantes de la reducción de la oferta y de la descompensación respecto a la demanda.
En su conjunto, para el presente ejercicio será clave la capacidad de las empresas avícolas para ajustar los costes de producción y gestionar con eficiencia la incertidumbre para mantener una respuesta adecuada a la demanda. Para las integraciones, un modelo de organización mayoritario en el sector avícola de carne, se añadirán las negociaciones de los contratos con los integrados, lo que hace prever un incremento adicional en los costes de producción.
Más allá del aspecto económico, el sector avícola tiene frente a si un escenario complejo en el ámbito de la sanidad animal, pues nos encontramos en un período de incidencia elevada y sostenida de la influenza aviar altamente patógena, tanto en Europa como a nivel global, que hace que el nivel de riesgo sea elevado para las explotaciones y podría suponer una dificultad añadida para el sector en caso de producirse algún foco en granja. Sumado a la bioseguridad de las explotaciones y a los altos niveles de vigilancia, es de gran importancia contar con la colaboración de los distintos agentes que intervienen en el control de esta enfermedad, para la dotación de recursos necesaria para actuar rápida y eficientemente ante cualquier foco, ya que puede representar grandes pérdidas para el sector y un riesgo para el medio ambiente.
Ante todas estas dificultades, confío plenamente en la capacidad de las empresas avícolas para hacer frente a los cambios. La nuestra es una actividad con una gran diversidad de empresas, tanto en tipología como en dimensión, de lo cual es reflejo la composición de los asociados de la Federación Avícola Catalana. También es un sector altamente profesionalizado y con una sólida organización interna, donde el sistema de integración convive perfectamente con una avicultura de base familiar y ha demostrado su validez por su alto grado de eficiencia, competitividad y arraigo en el territorio. Gracias a su estructura actual, sector avícola ha desarrollado un altísimo grado de profesionalización y eficiencia en un tiempo relativamente corto y ha alcanzado altos niveles de calidad, bioseguridad, bienestar animal y sostenibilidad, por ello tiene capacidad de mantener un crecimiento conjunto y de unir recursos para alcanzar los retos que afronta, lo que le convierte en un sector modélico dentro del sector ganadero.