El sector de la leche ha sido escenario en los últimos meses, y lo será más en la próxima primavera, de una situación excedentaria en origen ante la existencia de un aumento de la oferta en todos los países comunitarios, España incluida, una menor demanda interior y en los mercados exteriores y también por unas industrias incapaces de absorber ese volumen ante el estancamiento del consumo de leche líquida que supone el grueso de las ventas de la mayor parte de las empresas. Ante esta situación de excedentes, han sido varias las industrias que señalaban en las últimas semanas a los ganaderos su imposibilidad para recoger su leche aunque fuera a precios bajos por la falta de mercados y su incapacidad para transformar la misma en otros productos lácteos derivados para su venta en el mercado interior o en los mercados internacionales.
Una excepción a esa política industrial, se podría decir que prácticamente la única, la constituye el grupo Industrias Lácteas Asturianas, más reconocido en el sector por el nombre en el Registro y su marca más significativa, Reny Picot.
Frente al abandono de rutas de otras empresas simplemente por la decisión de no recoger más leche de la contratada con sus ganaderos en función de sus previsiones de venta, el grupo asturiano ha actuado en la última campaña prácticamente como organismo de intervención para regular el mercado, recogiendo parte de esa leche que no quería nadie para su transformación fundamentalmente en leche en polvo y mantequilla a los precios de los mercados internacionales y que se traducía para los ganaderos en una cifra en el entorno de los 0,20 euros litro. Esta actuación no ha hecho ricos a los ganaderos, pero al menos evitó dejar leche tirada en el campo.
Esta política de compras ha supuesto para la empresa asturiana el incremento de las compras de leche en más de 5.000 toneladas mensuales, que se han traducido en la existencia en sus silos de más de 10 millones de kilos de leche en polvo y en un momento la imposibilidad de comprar más leche por falta de espacio para su almacenamiento. La mayor parte de esa leche en polvo la ha comercializado el grupo asturiano en el exterior a los precios internacionales, especialmente a través de sus filiales en México y en otras partes del mundo. Otra parte la entregará al organismo público de intervención a razón de unas 500 toneladas semanales al precio de 0,168 euros kilo y a 2,21 euros kilo la mantequilla, precios congelados en los últimos años y que son un lastre a la hora de regular por esta vía los mercados.
ILAS, Reny Picot, no ha sido nunca, ni su presidente y propietario Francisco Rodríguez lo ha pretendido, líder en el sector por su volumen de recogida o por la venta de leche líquida. Todo lo contrario, desde su constitución en 1959, el grupo tuvo siempre dos ideas claras: Una, operar en los mercados exteriores abriendo nuevos mercados y ubicando plantas industriales en otros países. Dos, desarrollar una política industrial basada en la innovación, en la diversificación y en la oferta de productos diferentes a la leche líquida, como leches en polvo especiales para todos los segmentos de edades, desde la infantil a colectivos de tercera edad y a la venta de mantequilla.
Esta estrategia ha supuesto al grupo una facturación de más de 700 millones de euros. La diferencia respecto a la práctica totalidad de las industrias españolas en el sector es que, de esa cifra, más de la mitad corresponde a las ventas del grupo en el exterior y que de las ventas totales, solo una parte mínima corresponde a la venta de leche líquida.
Reny Picot nacía en 1959 como una pequeña empresa promovida por Pablo Mayoral y Francisco Rodríguez para la elaboración de queso y donde uno de sus productos estrella ya era el tipo camembert, un producto fácilmente asociable a la imagen francesa, por lo que decidió bautizar a la empresa en el Registro como Reny Picot.
Desde siempre, Rodríguez tuvo siempre clara la idea de que debía salir al exterior, tanto en la búsqueda de mercados como para la producción industrial. Hoy se puede decir que sigue siendo prácticamente la única empresa española en el sector de la leche que desarrolla esta estrategia.
De acuerdo con esos planteamientos, en los años ochenta la firma asturiana se instaló en el estado mexicano de Chihuahua para la producción especialmente de leche en polvo. Un segundo paso se produjo en la propia Unión Europea con la compra en Francia de una pequeña empresa con problemas dedicada especialmente a la elaboración de quesos de cabra, La Chevrefeuille. En los años ochenta el grupo puso también el pie en Estados Unidos, en Michigan, con la empresa Old Europe Cheese, para la elaboración de leche en polvo y quesos. Desde finales de los años noventa, la firma asturiana se halla en el mercado chino con la sociedad Beijing Evergreen Dairy con unas cooperativas como socios, para tener posteriormente la mayoría. El objetivo industrial es la elaboración de leche en polvo y su presidente reconoce que los procesos de crecimiento en ese país son lentos. En Europa cuenta con planta en Polonia, donde los precios de la leche eran más competitivos, como punto para abordar los mercados del este. Finalmente dispone de otra planta en Marruecos de cara a los mercados africanos para la fabricación de queso fundido.
En España, además de su presencia en Asturias con Granja La Polesa y Aneo, dispone de Lácteas Castellano Leonesas en Fresno de la Ribera, en Zamora, e Industrial Quesera del Guadarrama en El Escorial, especialmente para la fabricación de todo tipo de quesos.
Francisco Rodríguez es un firme convencido de que España tiene un gran potencial para la producción de leche y que la política de cuotas supuso la puntilla para el sector. En la misma línea, es un firme defensor de la producción de leche basada en el modelo de las cabañas ganaderas extensivas del norte, Cornisa y Galicia, pero teme que ese modelo se pueda ir al traste por la falta de interés de las Administraciones y que los actuales prados acaben convertidos en tierras abandonadas.