La sequía que padecemos es tanto hidráulica (los embalses están de media al 51% de su capacidad y un 16% por debajo de la media de los 10 últimos años) como hidrológica (ha llovido un 22,5% menos en el último año). Se trata de un problema global que no solo afecta a la agricultura y ganadería sino a la sociedad en su conjunto. No estamos hablando que los efectos de la sequía pueden afectar a la rentabilidad y por tanto a la supervivencia de miles de explotaciones de agricultores y ganaderos. Afecta también a la capacidad de producción de alimentos presente y futura. Por tanto, estamos hablando de un problema de primerísimo orden que debe tener un tratamiento integral.
No cabe duda que el clima está cambiando y que eso afecta a la actividad agrícola y ganadera, bien sea por sequías, heladas tardías, golpes de calor o lluvias torrenciales. El cambio climático es el primer problema al que se enfrenta la humanidad en su conjunto y como tal debe ser abordado.
Es el momento de exigir medidas contundentes a los gobiernos para reducir las emisiones de GEI y revertir la tendencia en la que nos encontramos. Y mientras esto se produce es fundamental que la sociedad entienda que no estamos ante las quejas de un sector maltrecho. Estamos ante la descripción y diagnóstico de un problema que está afectando a los agricultores y ganaderos en primera instancia, pero que después va a afectar al conjunto de la sociedad.
La mesa de la sequía debe erigirse en un instrumento permanente que monitorice y realice el seguimiento de la evolución de la sequía.
El problema es que a día de hoy estamos identificando una serie de efectos y daños consolidados por la sequía, pero que no han terminado, siguen en evolución y desgraciadamente todas las previsiones apuntan a que se acrecentarán de forma muy importante. Hay pérdidas ya consolidadas y cuantificables, pero no está todavía todas las pérdidas inventariadas.
Es necesario arbitrar una batería de medidas urgentes que deben partir de la idea de que deben ser rápidas, quirúrgicas y sociales.
La envergadura y dimensión del problema exige que los tres niveles de la Administración (UE, nacional, autonómico) se alineen para proponer soluciones y presupuesto. Es necesario que la administración comunitaria permita el uso de los fondos comunitarios no gastados en los PDR y que se pueda utilizar los fondos de crisis para atender esta situación. Este presupuesto debe ser complementado con presupuesto nacional y de las comunidades autónomas.
Las ideas más relevantes de la situación por la que atraviesa el sector son:
La situación en el campo por la sequía es muy preocupante en todo el territorio nacional, aunque en las zonas más afectadas se puede calificar de agónica.
Los cultivos de secano (trigo, cebada, avena…), que necesitan la lluvia para desarrollarse, están prácticamente sentenciados en la mitad sur, y crítico en la mitad norte, aunque para conocer la afectación real deberán pasar todavía unas semanas. Va a ser definitivo lo que haga en los próximos 7-10 días. En aquellas zonas que por ser más tardías el cereal aún aguanta, si las lluvias no llegan en estos días la situación se tornará también irreversible
Los cultivos leñosos (frutales, olivar, frutos secos, viñedo…) que habitualmente tienen una mejor resistencia a la sequía están también muy afectados, ya que arrastran varios años de bajas precipitaciones y de intenso calor. En algunas zonas, está en peligro la supervivencia de los árboles, especialmente los más jóvenes y aquellos que no pueden tener riegos de apoyo. En el olivar estamos en el inicio de una de sus etapas claves de cara a la próxima campaña como es la floración que además se ha adelantado un par de semanas debido a las altas temperaturas, según la climatología de las tres próximas semanas y la posibilidad o no de tener riegos de apoyo, allá donde sea posible, no vernos abocados a una segunda mala cosecha consecutiva.
Los cultivos de regadío (arroz, hortalizas, maíz, guisantes, patatas, frutales…) que no tienen problemas con la dotación de agua y no tienen restricciones aguantan bien, aunque no deja de aumentar la superficie de riego con restricciones que deriva en pérdidas a los agricultores y menores producciones. Va a ser fundamental conocer las zonas con restricciones y la cuantía de éstas para poder evaluar la reducción de producciones y las pérdidas para el sector.
En la ganadería –especialmente extensiva y semi-extensiva- es ya seguro que no habrá suficiente pasto disponible y que las pérdidas para los ganaderos serán millonarias, pues tendrán que adquirir más piensos que además siguen a precios muy altos, y, en las situaciones más críticas, llevar cisternas a sus animales para que puedan beber. Esta situación de futuro se agrava si tenemos en cuenta que en la mayor parte de zonas ganaderas no se ha dejado de aportar alimentación desde el otoño-invierno pasado. El sector, además, preocupado por las olas de incendios que ya están afectando a zonas de pastoreo del ganado y que si la climatología sigue así puede llevarnos a una situación dantesca donde el ganado sea un afectado de primer orden
Esta sequía se suma a las de los últimos años, en los que se han sucedido sequías y récords por altas temperaturas, lo que demuestra que el Cambio Climático es una realidad que ya afecta a nuestra agricultura y ganadería y a toda nuestra cadena alimentaria.
Desde el campo nos preguntamos qué más tiene que pasar para que se tomen medidas reales, a todos los niveles, especialmente a nivel mundial, para hacer frente a este gravísimo fenómeno.