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Amenazas en el aceite

  • Precios altos, mayor producción en otros países, políticas proteccionistas en el exterior y el aumento de la exportación de graneles sin control de mezclas en su envasado en destino, riesgos para el sector
VM

El sector del aceite de oliva, en base unas producciones medias discretas de 842.000 toneladas en la campaña 2014/15; 1,4 millones de toneladas en la campaña 2015/2016 y de 1.290.000 toneladas en la campaña 2016/2017, frente a la cifra récord de 1.781.000 toneladas en la campaña de 2013/2014, ha mantenido en los últimos años una primavera de precios en origen que llegaron cerca de los cuatro euros kilo para un virgen extra. Con ligeras bajadas, esos precios se han mantenido en unos buenos niveles de rentabilidad, en un abanico de entre los 3,3 y los 3,7 euros kilo para las diferentes calidades de lampante, virgen y virgen extra, poniendo fin a una travesía en el desierto de precios ruinosos que durante una década sufrió el sector.

Este comportamiento de los mercados habría sido consecuencia directa del mantenimiento de una demanda total elevada donde la caída de las ventas en el mercado interior en beneficio del girasol. Según las estadísticas oficiales ese recorte, que habría oscilado en el entorno del 13% hasta unas 450.000 toneladas por culpa de la subida de los precios, se habría compensado con el mantenimiento de unos elevados niveles en la exportación, aunque la misma bajara de la cifra récord de 1,1 millones toneladas en la campaña 2013/2014 a las 954.000 toneladas de la campaña anterior, ventas en el exterior facilitadas por las bajas cosechas en el resto de los países productores.

De cara a la actual campaña, para Agustín Rodríguez, olivarero y ex responsable del sector en UPA, no hay razones para que los precios bajen de sus actuales niveles de rentabilidad y defiende la necesidad de mantenerse en unas producciones de aceite medias, apoyadas en la calidad y con una mayor venta del envasado con un sector más organizado.

Este escenario se halla sin embargo en este momento expuesto a diferentes amenazas que pueden afectar al conjunto de la cadena de valor, desde la producción en origen en este año, a pesar de la existencia de una cosecha des solamente 1,2 millones de toneladas hasta el comportamiento de la actividad exterior, salida indispensable para el sector. Entre los riesgos más importantes, desde la perspectiva de la oferta, se hallaría la existencia de unas mayores producciones en otros países y el mantenimiento de los precios altos en origen. Además existen otros elementos negativos de fondo. Desde el sector exportador se denuncia el aumento de la venta de graneles sin un control necesario a la hora de su comercialización final en su mezcla con otros aceites y el desarrollo de diferentes estrategias proteccionistas en varios encubiertas en diferentes fórmulas.

Según estimaciones de la patronal de los exportadores de aceite, Asoliva, por todos esos riesgos, las ventas en el exterior esta campaña podían registrar este año una reducción mínima del 10%, pasando de 950.000 a unas 850.000 toneladas según los datos manejados por las empresas. Estas previsiones se hacen a la vista de la caída de las ventas en los últimos meses, que han pasado de una media superior a las 80.000 toneladas, llegando casi a las 100.000 toneladas, hasta un volumen de entre 60.000 y 70.000 toneladas mensuales.

Para el director de la organización, Rafael Picó, esa reducción en la venta se debe básicamente a tres factores. En primer lugar por el incremento de los precios del aceite de oliva en origen desde hace ya prácticamente dos años hasta unos niveles máximos de casi cuatro euros kilo para un virgen extra. Este incremento de los precios en origen se ha trasladado directamente a los precios de venta cuando los industriales finalizaron las existencias adquiridas a precios más bajos, lo que provocó un cambio en la demanda en beneficio de otras grasas como el aceite de girasol. El fenómeno registrado en España, donde la venta de aceite de oliva ha caído en una media del 13/14%, mientras la demanda del girasol se incrementaba en un 24%, se ha repetido en los países donde se comercializa el aceite de oliva.

Para las empresas exportadoras, el sector deberá luchar en los próximos meses, además de con el precio, con una reducción de oferta en España donde la cosecha se estima en un máximo de 1,2 millones toneladas frente a una media de 1,4 millones de toneladas. A esta situación en el mercado interior se suman las mayores disponibilidades de aceite de otros países que han tenido mejor campaña como Italia con 320.000 toneladas, Grecia con 300.000 toneladas, Túnez con 220.000 o Turquía con otras 180.000 toneladas. Habrá que competir con otros aceites. Este ajuste de la oferta de aceite en España para atender todas las necesidades hizo que en la subasta reciente para la importación del contingente tunecino de 57.000 toneladas en toda la Unión Europea se presentaron peticiones para importar 1.600.000 toneladas. En la distribución final de ese contingente, España importará 15.000 toneladas.

Según los datos manejados por Asoliva, de las exportaciones de aceite, aproximadamente una tercera parte corresponden a envasados y las dos terceras partes a graneles. En la campaña anterior, con ventas de 954.000 toneladas, los envasados cayeron un 4% frente a un incremento del 1,57% de los graneles. En la venta de aceites en el exterior destaca el buen comportamiento del mercado norteamericano con una demanda de 320.000 toneladas, de las que las ventas españolas ocupan el primer lugar con 150.000 toneladas, con un incremento del 6%, de las que 35.000 fueron de envasado y 115.000 toneladas de graneles. Las ventas en el resto de la Unión Europea crecieron un 7%, donde destaca Italia con 350.000 toneladas, nuevamente de graneles. En América del Sur las ventas cayeron un 10,6%, del 10% en África, Oriente Medio. En Asia, donde destacan especialmente Japón y China, con un total de unas 50.000 toneladas de las que 35.000 son graneles y 15.00 envasadas, también hubo recortes en las ventas. Salvo en la UE y EE. UU., las ventas cayeron en todos los demás grandes mercados.

Desde la patronal de las empresas exportadoras se advierte de los riesgos que supone cada año el aumento del volumen de venta de graneles, no solo por ser graneles, sino por el proceso que siguen en muchos casos los mismos a la hora de su envasado y comercialización generalmente por operadores locales, como sucede en Estados Unidos o China con el uso de mezclas. La organización advierte sobre la necesidad de llevar a cabo un mayor control de ese aceite de oliva en ese proceso para evitar que el aceite de oliva mezclado con otros aceites, según intereses de esos operadores o de los gustos de los consumidores, lo que afecta directamente a la imagen del aceite de oliva.

Ante esta situación, se considera necesaria una actitud más activa de los países exportadores ante las administraciones de los países importadores para evitar ese tipo de prácticas e igualmente la actuación del Consejo Oleícola Internacional en defensa del producto. Este organismo, por sus competencias, se entiende que no opere en guerras comerciales o arancelarias, pero sí cuando las prácticas afectan a la calidad e imagen del producto, aunque para ello cuente con el hándicap de que esos países no se hallen integrados en la organización para respetar sus normas.

Las empresas exportadoras de aceite de oliva no temen, en principio, que la política de aranceles impulsada por la Administración norteamericana contra la aceituna negra de mesa negra se vaya a repetir contra el sector. Entienden que se trata de una batalla política con las ayudas PAC como fondo, aliñadas por el hecho de que haya dos granes grupos norteamericanos que controlan ese mercado, situación que no se repite en el aceite donde la producción local no llega a 15.000 toneladas, frente a una demanda de 320.000 toneladas.

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